Arquitectura
interior
De todos los
elementos del interior de la catedral voy a destacar aquellos, que a mi juicio,
son más destacables y a los que merece la pena dedicar un poco más de atención,
sin despreciar todos los demás elementos del conjunto catedralicio, cuya
explicación llenaría páginas y páginas.
Generalidades:
Planta catedral de Burgos |
El templo presenta
planta de cruz latina, con dimensiones de 84 por 59 metros, que forman tres
naves, divididas en seis tramos, siendo la central más ancha (11 metros) y
elevada (25 metros) y estando las laterales fusionadas en la cabecera mediante
una girola o deambulatorio, a la que se abren cinco capillas poligonales
(algunas de gran tamaño, como la del Condestable), estas cinco capillas estaban
precedidas por dos capillas rectangulares a cada lado, reestructuradas con el
paso del tiempo, y cortándolas perpendicularmente, un transepto, amplio y de
una sola nave, orientado en el eje norte-sur, sobrepasa las naves, es decir,
está marcado en planta, aunque las capillas laterales lo igualan con el resto
de la iglesia.
El eje longitudinal de las naves del eje
este-oeste se compartimenta en nueve tramos, tres de los cuales corresponden a
la profunda Capilla Mayor, más el crucero y la cabecera pentagonal; el
transepto o nave transversal consta de seis tramos, tres a cada lado y de la
misma altura que la nave central.
Interior: arquería, triforio y claristorio |
Si
miramos el alzado de la Catedral de Burgos podemos apreciar la
estructura de una catedral gótica clásica, así, el muro de la nave
central está dividido en tres partes: la arquería lateral, de arcos apuntados,
que comunica las naves; a continuación, en altura, un amplio triforio, elemento
que tenderá a desaparecer, pero que en caso de Burgos la tribuna se encuentra
unificada a lo largo del todo el edificio, convirtiéndose en un estrecho
pasillo por el que se
puede deambular, se encuentra decorada con arcos escarzanos cuyas arquivoltas
se encuentran decoradas con cabezas humanas, de hombres y mujeres de todas las
clases sociales: reyes, nobles, plebeyos o seres deformes con caras bifaces y
de animales, que simbolizan a los creyentes con las virtudes, defectos y vicios
de la iglesia que peregrina y se purifica.
Con el intradós horadado por siete vanos trifolios y cuadrifolios que cobijan una arquería apuntada y trilobulada, separada por seis maineles y un antepecho a modo de balaustrada con decoración de tracería calada. Los tramos del triforio próximos al crucero tienen decoración flamígera más movida y ondulante, decoraciones de tracerías que son posteriores al siglo XIII, posiblemente llevada a cabo en el siglo XV por Juan de Colonia a iniciativa del obispo Acuña, cuyo escudo de armas aparece en alguno de los antepechos.
Y, por último, grandes ventanales apuntados con vidriera partida en doble ojiva, separadas por mainel columnado, y rosetón cuadrifolio acristalado en su parte superior que permiten la penetración de la luz. Tres son los rosetones que refuerza la luminosidad del templo: el de la fachada de Santa María y los que presiden los testeros del transepto.
Toda esta estructura está cubierta con bóvedas de crucería de una gran simplicidad, cuatripartitas, aunque alteradas después, sobre todo en el centro de la iglesia y en las capillas de la cabecera por las transformaciones sufridas en el siglo XV y que nos permiten apreciar toda una gran variedad de abovedamientos góticos, con bóvedas sexpartitas, de terceletes con ligaduras o estrelladas, típicas del momento.
Las bóvedas de los tramos de la girola son de cinco o seis radios, y las de los tramos de la nave central son acusadamente rectangulares.
Con el intradós horadado por siete vanos trifolios y cuadrifolios que cobijan una arquería apuntada y trilobulada, separada por seis maineles y un antepecho a modo de balaustrada con decoración de tracería calada. Los tramos del triforio próximos al crucero tienen decoración flamígera más movida y ondulante, decoraciones de tracerías que son posteriores al siglo XIII, posiblemente llevada a cabo en el siglo XV por Juan de Colonia a iniciativa del obispo Acuña, cuyo escudo de armas aparece en alguno de los antepechos.
Y, por último, grandes ventanales apuntados con vidriera partida en doble ojiva, separadas por mainel columnado, y rosetón cuadrifolio acristalado en su parte superior que permiten la penetración de la luz. Tres son los rosetones que refuerza la luminosidad del templo: el de la fachada de Santa María y los que presiden los testeros del transepto.
Toda esta estructura está cubierta con bóvedas de crucería de una gran simplicidad, cuatripartitas, aunque alteradas después, sobre todo en el centro de la iglesia y en las capillas de la cabecera por las transformaciones sufridas en el siglo XV y que nos permiten apreciar toda una gran variedad de abovedamientos góticos, con bóvedas sexpartitas, de terceletes con ligaduras o estrelladas, típicas del momento.
Las bóvedas de los tramos de la girola son de cinco o seis radios, y las de los tramos de la nave central son acusadamente rectangulares.
El alzado de la arquería consiste en pilares
octogonales, de núcleo cilíndrico y columnillas adosadas, salvo los que
sostienen los arcos torales en el crucero, que son solo cilíndricos y de mucho
mayor grosor.
Sobre el crucero se levanta el cimborrio construido
en el siglo XVI por Juan de Vallejo. El anterior, obra de Juan de Colonia, se
hundió en el año 1539. Forma la linterna del crucero una delicada estrella
calada de la que Felipe II dijo al verla, "más parece hecha por
ángeles que por hombres". Debajo se encuentra la tumba del Cid y doña
Jimena, en una lápida sobre losa de jaspe.
A su alrededor se abren hasta 19 capillas, sacristía,
aula capitular y claustro del siglo XIII. A los pies del templo está el
Papamoscas, curioso y famoso personaje-reloj de los siglos XV y XVI.
Pasemos a describir los diferentes elementos que he elegido como más representativos.
Pasemos a describir los diferentes elementos que he elegido como más representativos.
La Capilla Mayor
Es el principal lugar de culto de la catedral de
Burgos, es de estilo gótico francés como el conjunto del centro y está
presidido por el retablo Mayor de estilo renacentista.
Presbiterio |
En cuanto al retablo decir que es una obra de estilo
renacentista romanista, esto es, se intenta imitar el estilo de los artistas
italianos que trabajaron en Roma durante el Renacimiento, principalmente Miguel
Ángel y Rafael. Terminado en 1580, en la ejecución de las esculturas y en su
arquitectura participaron varios artistas como los hermanos De la Haya o Juan
de Ancheta, así como en el dorado y en la policromía de sus figuras y
estructuras que fue posterior y que duró tres años.
Retablo Mayor |
Es de estilo gótico-flamenco de mediados del
siglo XV. Está inspirado en el de la catedral de Astorga y consta de predela,
tres/cuatro cuerpos y “ático”, con tres calles y cuatro entrecalles, divididas
a su vez en cuatro cuerpos en las calles y en tres en las entrecalles. El
columnado utilizado para delimitar los encasamientos emplea los tres órdenes
clásicos: dórico, en el primer cuerpo, jónico, en el segundo cuerpo y corintio,
en el tercero. Los fustes de las columnas del primer y segundo cuerpo están
adornados con motivos vegetales, grandes tallos que se entrecruzan a lo largo
del fuste. Las columnas del tercer
cuerpo están menos adornadas, mientras que en ático, en lugar de columnas de
utilizan estípites, adornadas con ristras de frutos talladas en sus frentes
Detalle |
Detalle sagrario móvil |
En los cuerpos superiores se representan los grupos de
la Asunción de la Virgen (tercer cuerpo) y la Coronación de la Virgen (cuarto
cuerpo), ambos tallados por Juan de Anchieta
En
las cuatro entrecalles se encuentran representado el apostolado completo, con
tres apóstoles por cada entrecalle. Y en su culminación los cuatro
evangelistas.
Detalle |
Sobre
la cornisa del
frontón que cierra la calle central se eleva un Calvario exento y
sobre los cuerpos laterales hay figuras también exentas de santos y arcángeles
custodios.
Arcosolio con la estatua yacente del infante Juan de Castilla |
Finalmente frente al presbiterio, limitando con las
naves laterales por unas rejas del siglo XVII ,
en la parte delantera de la nave, se muestra actualmente una réplica de la
imagen de Santa María la Mayor. En el presbiterio se encuentran colocados seis
grandes candelabros de plata que fueron ejecutados en 1757 por el platero
salmantino Manuel García Crespo.
El trasaltar
Trasaltar |
Camino del Calvario de Vigarny |
Tres de ellos,
los centrales: “Camino del Calvario”, “La crucifixión” y “el Descendimiento y
Resurrección”, son obras de Felipe Vigarny, realizadas hacia finales del siglo
XV y comienzos del XVI.
Los otros dos, los de las esquinas, primero y quinto
son los de “la Oración en el huerto” y “la Ascensión”, más recientes, ya
barrocos, datan de 1679 y fueron ejecutados por Alonso de los Ríos.
La oración del huerto de Alonso de los Ríos |
Transepto
El transepto ocupa, en una sola nave, todo el espacio
entre los dos portales norte y sur, esto es, entre la puerta de Coronería, al
norte y la puerta del Sarmental, al sur. Es la nave perpendicular a la nave
central y junto con ella produce esa configuración de planta de cruz latina,
siendo el crucero el espacio que ambas naves determinan cuando se cruzan. En él
hay tres elementos destacar por su
belleza: el cimborrio, en el crucero, la llamada Escalera Dorada, en el hastial
norte y el enterramiento del Cid y su esposa Jimena, en el suelo del crucero.
Veámoslos
Cimborrio
El cimborrio que hoy vemos en la Catedral de Burgos,
sin querer desmerecerlo, es del siglo XVI, obra de Juan Vallejo y de estilo
plateresco.
Cimborrio exterior |
Juan de Colonia
levantó en el crucero un cimborrio de
estructura atrevida, muy alta y elegante que adoptó la forma de una tercera
torre catedralicia. Al parecer y según descripciones de la época estaba
adornado por muchas columnas y aparecía coronado de ocho chapiteles, estructura
ella que, seguramente fue la causa de su
estrepitoso hundimiento en la noche del 3 al 4 de marzo de 1539. La obra se
derrumbó al ceder sus pilares del lado norte y arrastró consigo varias bóvedas.
El accidente tuvo lugar de madrugada y no causó víctimas.
El cabildo reaccionó rápidamente promoviendo la
construcción de un nuevo cimborrio.
El propio Vigarny realizó, al parecer, unos diseños
para el nuevo cimborrio; cimborrio que, finalmente, se reconstruyó siguiendo
los planos de uno de sus discípulos Juan de Langres y bajo la dirección de Juan
de Vallejo. Aunque fue construido en pleno renacimiento contiene concesiones y
recuerdos del gótico tardío, pero
hábilmente armonizados con el perfil gótico de la Catedral.
Tiene
una altura de cincuenta metros desde la base y todo el conjunto descansa sobre
cuatro enormes pilares circulares con lo que se intenta prevenir el desastre del anterior cimborrio. Estos enormes pilares refuerzan el impacto visual del tambor central.
Cuatro
trompas permiten el paso hacia una estructura de prisma octogonal dividida en un
doble cuerpo de luces; en cada uno de sus ocho lados se abren dos grandes
ventanales amainelados con vidrieras que permiten una intensa iluminación del
interior. Los ocho lados de la linterna están cuajados de una densa decoración
de inspiración renacentista, en la que se entremezclan numerosas esculturas,
relieves, escudos nobiliarios y otros elementos decorativos
Y
cerrado todo ello por una espectacular bóveda estrellada de doble estructura,
con forma de estrella de ocho puntas y que entre sus nervios encierra una filigrana
con abundantes caladuras, solución arquitectónica que, por un lado, aligera el
peso de la estructura y, por otro lado, permite que la luz cenital se filtre e
ilumine el trabajo escultórico de alrededor.
Pináculos |
Todo
él es un prodigio de escultura, tanto en estatuas exentas como en relieve;
hasta un total de ciento diez estatuas de tamaño real y transportables se
distribuyen en todo su ámbito exterior e interior. De él decía Felipe II,
absorto en su contemplación, “que más parecía obra de ángeles que de
hombres”.
Sepulcro del Cid
Debajo,
mucho más sobria, una simple losa de mármol con la inscripción, pero no por
ello menos atractiva, e encuentra desde 1921 la última tumba donde está enterrado el Cid Campeador -Rodrigo
Díaz de Vivar- junto a su esposa, Doña Jimena; o, al menos de los restos que no
se perdieron durante los traslados a los que fueron sometidos durante siglos y
al expolio que las tropas napoleónicas realizaron en el cercano monasterio
burgalés de San Pedro de Cardeña. En la capilla del Corpus Christi, se conserva
el llamado “cofre del Cid”, sobre el que reza una leyenda en la que el Cid con
él engañó a los judíos para obtener dinero para sus campañas, aunque al parecer
la realidad es que sólo servía para guardar papeles del cabildo.
La escalera dorada
En
el fondo del hastial norte del transepto se encuentra esta singular escalera que
adquirió tanta fama que sirvió de modelo a la grandiosa escalera de la Ópera de
París, realizada por Charles Garnier.
Escalera Dorada |
Al
realizar la nueva catedral gótica, y por necesidades técnicas y de ampliación
de espacios se produjo ese desnivel de ocho metros que fueron salvados con una
escalera, probablemente románica, pero de la que no se tiene información sobre
su ejecución.
La escalera románica debía hallarse en mal
estado por el uso abusivo de peregrinos y vecinos de Burgos que la utilizaban
como medio de comunicación de la parte alta de la ciudad con el mercado que se
desarrollaba en la Plaza Mayor, al otro lado de la catedral.
Al mismo tiempo, año 1516, sobre el brazo norte del crucero, en su muro oriental, se había practicado una entrada a nivel del suelo de la catedral, puerta de la Pellejería. Esta puerta fue realizada por Francisco de Colonia, y suponía la nueva entrada, pero veía restringido su acceso al templo por el espacio que ocupaba la anterior escalera de estilo románico, por lo que el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, con la oposición del cabildo, ordenó su derribo ese mismo año. Tres años más tarde el obispo propone, ahora con el visto bueno del cabildo, la ejecución de otra escalera ocupando el espacio de la anterior románica y encarga su ejecución al arquitecto burgalés, recién venido de Italia, Diego de Siloé, hijo de Gil de Siloé, quien la comienza en1519 y termina en 1523.
Al mismo tiempo, año 1516, sobre el brazo norte del crucero, en su muro oriental, se había practicado una entrada a nivel del suelo de la catedral, puerta de la Pellejería. Esta puerta fue realizada por Francisco de Colonia, y suponía la nueva entrada, pero veía restringido su acceso al templo por el espacio que ocupaba la anterior escalera de estilo románico, por lo que el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, con la oposición del cabildo, ordenó su derribo ese mismo año. Tres años más tarde el obispo propone, ahora con el visto bueno del cabildo, la ejecución de otra escalera ocupando el espacio de la anterior románica y encarga su ejecución al arquitecto burgalés, recién venido de Italia, Diego de Siloé, hijo de Gil de Siloé, quien la comienza en1519 y termina en 1523.
Diego
de Siloé se encuentra con un doble problema, por un lado el gran desnivel de
ocho metros respecto a la puerta de Coronería y por otro los apenas dos metros
de paño lateral que deja libre la puerta de Pellejería para ejecutar el
desarrollo de la escalera. Con estas premisas Siloé diseña una escalera en
forma de T, en la que hay cinco tramos, uno en el arranque, perpendicular al
muro que sustenta la escalera y los otros cuatro, simétricos dos a dos, siendo
éstos de ida y vuelta paralelos al muro norte, creando un zigzag ascendente,
hasta alcanzar la Puerta de la Coronería. La rampa inicial, aparece centrada,
es el enlace con el crucero, compuesto por cuatro escalones semicirculares en
su inicio, sin pasamanos, son convexos y más grandes que el resto,
contribuyendo ello a proporcionar profundidad. Continúa con otros nueve peldaños con
pasamanos pétreos decorados con grifos al
inicio y jarrones al final, para situarnos en la primera meseta a la que se
abre un arco central a modo de hornacina.
Desde
esta meseta, arrancan dos tramos divergentes de once peldaños cada uno hasta
llegar a su respectivo rellano, que apoyan ambos en los muros adyacentes del
crucero y descargan su peso en dos arcos bajos laterales, algo menos profundos
que el central pero que subrayan la simetría del conjunto. Hay que señalar, que
se debió afinar el cálculo para que la suma de las contrahuellas de
este tramo, más las del tramo inicial, superasen el dintel de
la Puerta de la Pellejería. Desde las pequeñas mesetas pegadas a los muros,
arrancan otros dos tramos ascendentes en dirección contraria a los anteriores,
de otros tantos peldaños, para unirse en una meseta común a la altura del
portón, que actualmente se encuentra cerrado, y que se ensancha con una ménsula semi-hexagonal volada
a modo de púlpito con su antepecho adornado con los medallones de San
Pedro y San Pablo.
La
escalera está integrada perfectamente en
la estructura arquitectónica del templo, en especial con el crucero, cuya
planta también poligonal encuentra afinidad con la ménsula que remata la meseta
superior.
Escalera Biblioteca Laurenciana |
La
barandilla, antepecho y pasamanos, de hierro forjado sobredorado, fueron realizados
por el maestro Hilario. Especial mención merece la rejería de la zona superior,
aquella que puede actuar como púlpito, y en la que aparecen dos
medallones representando a San Pedro y San Pablo.
La
barandilla se dorna en los tramos divergentes con fantásticas flores, y cabezas
de ángeles y por medio de bichas erguidas que sostienen medallones con cabezas
humanas en los convergentes. En los antepechos de los rellanos se embellece con
los escudos del Cabildo a la izquierda y del Obispo Rodríguez de Fonseca.
Debajo de las mesetas laterales, están esculpidas en relieve, dos figuras masculinas desnudas que, portando cada un cartel, cabalgan animales imaginarios. Al lado de ambos aparece un elegante emblema de la práctica arquitectónica, se trata de una «rúbrica» que Siloé sitúa bien a la vista casi para subrayar, el orgullo de quien, como él, había adquirido el conocimiento y el pleno dominio de las reglas de la composición arquitectónica: una escuadra, un compás y el nivel, que aparece colgado de un ovillo de hilos unido a la pared por un grueso clavo. La forma diferente de las dos cartelas, la de la izquierda de lados rectos y regulares, y la de la derecha por el contrario de silueta informe, ha hecho pensar en una posible alusión respectivamente a la buena y a la mala práctica arquitectónica.
Debajo de las mesetas laterales, están esculpidas en relieve, dos figuras masculinas desnudas que, portando cada un cartel, cabalgan animales imaginarios. Al lado de ambos aparece un elegante emblema de la práctica arquitectónica, se trata de una «rúbrica» que Siloé sitúa bien a la vista casi para subrayar, el orgullo de quien, como él, había adquirido el conocimiento y el pleno dominio de las reglas de la composición arquitectónica: una escuadra, un compás y el nivel, que aparece colgado de un ovillo de hilos unido a la pared por un grueso clavo. La forma diferente de las dos cartelas, la de la izquierda de lados rectos y regulares, y la de la derecha por el contrario de silueta informe, ha hecho pensar en una posible alusión respectivamente a la buena y a la mala práctica arquitectónica.
Se
cuenta que fue Napoleón la
última persona en bajar por esta escalera. Y actualmente la puerta de la
Coronería se encuentra permanentemente cerrada, perdiendo su uso para el
tránsito público y tan solo se utiliza en Jueves y Viernes Santo, engalanada e
iluminada por gran número de velas, para instalar en ella la custodia con el
Santísimo Sacramento.
Coro
Actualmente
se encuentra situado inmediatamente después del crucero, si nos dirigimos hacia
los pies a través de la nave central, ocupando tres tramos y centrado en
ella. Con anterioridad, el primer coro,
de estilo gótico y hoy desaparecido, estaba situado
en el presbiterio, en los flancos del viejo retablo mayor, siguiendo el modelo
francés, donde el coro capitular se ubica siempre en la cabecera. En 1505 se
decidió sustituir la vieja sillería
gótico por una nueva de tres alturas tallada en estilo renacentista plateresco.
En 1522 el coro fue trasladado desde el presbiterio a la ocupación actual.
El
elemento más destacado del coro catedralicio actual es la sillería de nogal y
boj formado por 103 asientos con forma de U y que constituye, en si, un monumental
conjunto escultórico. En su mayor parte labrado, entre 1505 y 1513, en estilo
plateresco, por Felipe Bigarny, pero en el que también
participaron otros artistas como Diego de Siloé, Andrés de Nájera o García de
Arredondo que realizó la cátedra para el arzobispo siguiendo el gusto
renacentista romanista de la época, cada uno de ellos con
sus respectivos talleres.
En general la iconografía del conjunto es eminentemente religiosa con escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento, y otras del santoral cristiano. Y es el resultado de tendencias artísticas diferentes tanto en su estructura, como en los relieves, adornos y taraceas, pero que consiguieron dar una aparente sensación de uniformidad.
En general la iconografía del conjunto es eminentemente religiosa con escenas del Antiguo y el Nuevo Testamento, y otras del santoral cristiano. Y es el resultado de tendencias artísticas diferentes tanto en su estructura, como en los relieves, adornos y taraceas, pero que consiguieron dar una aparente sensación de uniformidad.
En
el plano inferior hay 44 asientos que llevan tallados en sus respaldares el
santoral de la Iglesia y algunos pasajes de la infancia de Cristo. El nivel
alto dispone de cincuenta y nueve sillas separadas por columnas y están
adornadas con relieves de la vida de Cristo, desde la Anunciación hasta la
Resurrección y aparición a Santo Tomás. Toda ella está rematada con un friso a
modo de dosel corrido, que presenta paneles tallados con escenas del Antiguo
Testamento, separadas con estatuillas de profetas y santos.
Asiento o estalo con misericordia |
Exteriormente,
en paralelo al hastial de los pies de la Catedral, el conjunto coral se
resuelve en un trascoro de estilo barroco clasicista de principios del
siglo XVII,
Frontal del trascoro |
Habiendo gustado este frontal del trascoro, se procedió a guarnecer del mismo modo los laterales, colocándose en los nichos una serie de seis lienzos del monje benedictino fray Juan Ricci dedicados a San Antonio, San Francisco, Santa Céntola y Santa Elena, Santa Victoria, Santa Casilda, y San Julián de Cuenca, tratándose los cinco últimos de santos burgaleses o con reliquias conservadas en la catedral. Estos seis cuadros barrocos se disponen tres a cada lado, presidiendo unos arcosolios concebidos como pequeños altares.
Habiendo gustado este frontal del trascoro, se procedió a guarnecer del mismo modo los laterales, colocándose en los nichos una serie de seis lienzos del monje benedictino fray Juan Ricci dedicados a San Antonio, San Francisco, Santa Céntola y Santa Elena, Santa Victoria, Santa Casilda, y San Julián de Cuenca, tratándose los cinco últimos de santos burgaleses o con reliquias conservadas en la catedral. Estos seis cuadros barrocos se disponen tres a cada lado, presidiendo unos arcosolios concebidos como pequeños altares.
El Papamoscas
El Papamoscas es
un autómata de la catedral de Burgos. Se desconoce cómo fue a
parar allí aquella figura chusca del Papamoscas, pero su origen seguramente
proceda de algún taller de relojeros venecianos.
Ya
desde el siglo XIV la presencia de relojes en la catedral de Burgos está
documentada y es en el siglo XVI donde, siguiendo la moda de otras catedrales
europeas, el reloj es sustituido, con el visto bueno del cabildo, por un
autómata, el papamoscas, remodelado más tarde a mediados del siglo XVIII, donde
aparece con la configuración actual.
Se
trata de una figura de medio cuerpo que se asoma sobre la esfera de un reloj.
Viste al estilo cortesano con una casaca encarnada, abotonada por delante y ceñida por un cinturón
verde y
con los cuellos terminados en
punta, bocamangas y hombreras también de color verde. Los rasgos de su rostro son mefistofélicos y
muestra una partitura en su mano derecha. Con esta misma mano empuña la cadena
del badajo de una campana. Cada hora en punto se acciona un mecanismo que mueve
el brazo que provoca los campanazos. Está ubicado en lo alto de la nave mayor, en la
parte superior del ventanal izquierdo, según se accede por la puerta de Santa
María, del primer tramo de la basílica sobre el triforio, a unos 15 metros
de altura, cerca de la bóveda.
La
mejor hora para ver en marcha al autómata es, lógicamente, las doce del
mediodía, cuando da doce golpes y abre y cierra doce veces la boca.
El
papamoscas ha inspirado muchas coplas y canciones populares, apareciendo
en los escritos de autores de renombre
como Víctor Hugo o Benito Pérez Galdós y se ha convertido en un símbolo y, como tal, alberga una leyenda.
El Martinillo
A la
izquierda del Papamoscas, a menor altura y de menor tamaño, pero de cuerpo
entero, se sitúa en un balconcillo otro autómata llamado Martinillo que se
encarga de señalar los cuartos. En este caso, mueve ambos brazos y acciona las
dos campanas que le flanquean. Cada cuarto de hora está señalado por dos
campanadas, más agudas que las del Papamoscas.
Claustro alto.
Una
de las primeras ampliaciones que se realizaron tras la consagración de la
catedral en 1260 fue la construcción de un claustro nuevo que sustituyese al
anterior románico. Lo situaron junto a la cabecera de la catedral, en el ángulo
formado por las capillas del lado sur de la girola y el brazo oriental del
hastial sur del transepto.
Al hallarse construida la catedral en la falda del cerro del
castillo, hubo que realizar un claustro de doble piso, para poder salvar el desnivel
que había hasta la calle Virgen de la Paloma.
La
planta baja, muy sencilla, a nivel de calle, se dedicó a fines sociales,
comerciales y a servicios diversos de la propia catedral.
Este
claustro bajo durante siglos sirvió de cementerio, fue construido unos diez
años antes que el sobreclaustro y, a pesar de haber sido rebajados sus suelos,
es bastante menos esbelto; fue restaurado, prácticamente rehecho siguiendo
criterios “puristas” del neogoticismo a finales del XIX comienzos del XX, se rebajaron los suelos, se repuso
las tracerías en sus arcadas, excepto en las de la galería sur que servía de
pasaje público paralelo a la calle La Paloma; también colocó ángeles junto a
los pilares y vidrieras de mosaicos multicolores en las arcadas de ambas
plantas.
Actualmente, esta planta baja en sus galerías y distintas dependencias,
alberga un centro de interpretación de la construcción de la catedral y en
ellas se exponen restos arqueológicos y escultóricos pertenecientes a la
catedral románica, incluso maquetas o elementos desechados en las sucesivas
restauraciones de la gótica; así como paneles informativos sobre los procesos
de construcción y restauración de la catedral gótica.
Galería claustro Bajo |
Galería Claustro Alto |
Machón de la Epifanía |
Machón con los príncipes hijos de Fernando III |
También, bajo arquería ojival, las esculturas policromadas del rey Fernando III y su esposa Beatriz, que evocan su boda, celebrada en la anterior catedral, con el gesto del rey entregando el anillo a su esposa, Beatriz de Suabia y en el tramo norte, la escultura del obispo D. Mauricio, fundador de la catedral, procedente del parteluz de la portada del Sarmental y trasladada a este lugar en el año 1960 ante el grave estado de deterioro que presentaba. Las imágenes de los apóstoles también policromadas de San Pablo, San Pedro o Santiago Peregrino. Estatuas con personajes, o escenas del Antiguo Testamento, como el sacrificio de Isaac.
Sepulcro del canónigo Diego de Santander |
Entre
las galerías norte y oeste se halla
emplazada la pequeña capilla de San Jerónimo o de Mena, obra de Juan de
Vallejo, del siglo XVI. Con planta cuadrada, cubierta con bóveda de crucería
estrellada.
En ella destaca el retablo manierista tallado en madera de nogal, dorado y policromado, obra atribuida a Diego Guillén, que se inspira en las tallas del retablo mayor de la capilla de los Condestables y que consta de tres cuerpos y cinco calles. El grupo escultórico del Entierro de Cristo y las tallas de San Jerónimo penitente y de Cristo atado a la columna, ocupan la calle central, estando coronado en su ático por la figura del Padre Eterno.
Retablo |
En ella destaca el retablo manierista tallado en madera de nogal, dorado y policromado, obra atribuida a Diego Guillén, que se inspira en las tallas del retablo mayor de la capilla de los Condestables y que consta de tres cuerpos y cinco calles. El grupo escultórico del Entierro de Cristo y las tallas de San Jerónimo penitente y de Cristo atado a la columna, ocupan la calle central, estando coronado en su ático por la figura del Padre Eterno.
También
es de gran interés, en esta capilla, el sepulcro renacentista, con estatua yacente,
situado bajo el ventanal adosado al muro derecho, y en el cual destaca el
relieve de la Venida del Espíritu-Santo y la propia estatua yacente de D.
Francisco de Mena, canónigo de esta catedral y mecenas de la capilla.
Se accede al claustro, por el interior de la catedral
a través de una portada, diseñada a
finales del siglo XIII, probablemente, por el maestro Enrique y tallada por Gil
de Siloé en roble.
A todo el conjunto se le denomina la Puerta del
Paraíso o Puerta Negra, aunque, cuando la puerta conservaba su policromía, era
denominada “Puerta Dorada”, término con un profundo significado religioso y es
que los claustros eran considerados paraísos.
Puerta del Paraíso |
Históricamente esta portada se concluyó hacia 1270. La
estructura y las imágenes reflejan el estilo del llamado gótico radiante,
con sus figuras monumentales, no estilizadas y el tratamiento de las telas y
los rostros muy naturalista. Comparable a la portada del Sarmental. Es
atribuida al Maestro Enrique, constructor del claustro.
Las puertas son realizadas hacia 1495 por Gil de
Siloé, que recibe el encargo del Obispo D. Luis de Acuña. A pesar de los 225
años de separación entre portada y puertas, el programa iconográfico es
complementario.
Añadir leyenda |
En el tímpano aparece el Bautismo de Jesucristo en el
Jordán a manos de Juan el Bautista, en ese momento el cielo se abre y desciende
el Espíritu Santo en forma de Paloma. Mientras en las dos arquivoltas, hay
catorce estatuillas que representan a patriarcas, profetas y reyes de Israel, es
la genealogía humana de Cristo, el árbol de Jesé, iconografía recurrente del
arte gótico. Dos grupos de tres personajes cierran a derecha e izquierda las
esquinas del tímpano.
En las jambas, entre columnas corintias que acaban en
pináculos, bajo tracerías trilobuladas apuntadas a modo de doseletes y con
estructuras arquitectónicas en su parte superior, se encuentran grupos escultóricos
relacionados con la venida de Jesús. Así en la jamba derecha aparecen
representados el rey David y el profeta Isaías, que anunciaron la venida terrenal
de Cristo, mientras en la jamba izquierda el grupo representa la Anunciación
del Ángel a María. El ángel aparece sonriente, en lo que se puede considerar un
acercamiento al de la catedral de Reims.
A lo largo del dintel y en la parte inferior de las
jambas aparece una decoración heráldica con castillos y leones, consecuencia de
la asociación que se daba en el medievo entre la religión y la monarquía.
Jesús en Jerusalén / Descenso de Cristo al limbo |
En el mainel simulado se halla la imagen de la Virgen
con el Niño y otros santos; finalmente en la parte baja se abren dos
portezuelas con los altorrelieves de San Pedro y San Pablo.
Capilla del Condestable
Capilla del Condestable exterior |
Tal vez es, si no la más importante, que a mi juicio
lo es, la más llamativa de todas las capillas que hay dentro de la catedral.
Esta gran capilla fue encargada por los Condestables de Castilla Pedro Fernández de Velasco y Mencía de Mendoza y Figueroa, hija del Marqués de Santillana y hermana del Cardenal Mendoza, que dirigió los trabajos durante las ausencias de su marido, para servir de panteón familiar y aunque su denominación popular sea la de Capilla del Condestable (o de los Condestables), su nombre exacto es Capilla de la Purificación de la Virgen, a la que estaba consagrada.
Fue la duquesa la que se encargó, durante las
ausencias de su marido por motivos de índole política, de la administración de
los bienes y rentas familiares, y de la complicada negociación con el cabildo
para lograr convertir la capilla central de la girola en su recinto funerario.
Ella también fue la que escogió a Simón de Colonia como arquitecto de la
Capilla, además de encargarse de las de la Casa del Cordón en la ciudad de
Burgos y de la Casa de la Vega, una finca en Gamonal, de ahí que la leyenda
cuente que al regreso del marido de la conquista de Granada ella le dijera:
“ya tienes palacio en el que morar, quinta en que
holgar y capilla en que orar y te enterrar”.
Capilla con la ubicación de los Condestables |
Arquitectura de la capilla
La arquitectura se debe a Simón de Colonia, hijo
de Juan de Colonia, maestro de obras de la catedral de Burgos, quien comenzó
las obras en 1482 y la termina en 1496. El espacio proyectado por Simón de
Colonia se completaba con una sacristía a la que se accedía por un arco
escarzano y que hubo de terminar su hijo, el también arquitecto Francisco
Colonia, en 1517.
Se trata de una gran construcción entre la transición del
gótico, última etapa o flamígero, al incipiente renacimiento, en lo que se ha
dado en llamar, también gótico isabelino. La capilla, situada en el eje
longitudinal de la catedral, parece incluso entrar en competencia con el
cimborrio del crucero
Planta de la capilla |
Cubierto ese espacio, a partir de un doble claristorio,
por una bóveda estrellada, octogonal, con un corto eje longitudinal que alinea
la entrada de la capilla con el retablo central y con el eje longitudinal de la
catedral, y con su zona central -en torno a la clave principal- calada y
acristalada, para ello se vaciaron los plementos de la bóveda, de tal manera que,
se garantizara la entrada de una intensa luz cenital en toda la estancia, pero
sobre todo sobre el sepulcro central de los condestables, provocando un gran
impacto en el espectador. Toda la tracería de esta bóveda es de piedra y es una
auténtica filigrana gótica que demuestra el dominio técnico de este artista.
En el alzado podemos observar claramente tres partes:
primero encontramos un gran muro ciego inferior en él se asienta casi toda la
escultura monumental, con un Apostolado y diferentes santos todos ellos bajo
doseletes, esculturas de bulto realizadas por Simón de Colonia, y ubicadas en los
pilares, junto una decoración heráldica que se convierte en la verdadera
protagonista de la estancia junto al sepulcro de los condestables, con grandes
escudos en los testeros que flanquean el altar mayor.
Triforio o andito |
Claristorio |
También hay que mencionar las curiosas trompas de
intersección utilizadas por Simón de Colonia, para enlazar la capilla de los
condestables con la estructura de la capilla de San Pedro (ahora vestíbulo o
antesala de ella).
De esta forma Simón de Colonia creó, al mismo tiempo, un edificio anejo pero
virtualmente independiente a la catedral, porque conforma un templo propio incluso
con su propia sacristía.
Don Pedro murió en 1492 y doña Mencía en 1500, cuando
todavía no estaba terminada la decoración de la capilla. El programa
iconográfico se proyectó dividiendo el espacio en dos ámbitos
canónicos, con el femenino al lado de la Epístola y dedicado a doña
Mencía, y el masculino en el Evangelio, dedicado a don Pedro.
En 1517 Francisco de Colonia añadió una sacristía en
la que destaca la portada, con una ornamentación plenamente renacentista,
consistente en un pequeño vano de dimensiones funcionales con arco escarzano
decorado con hojas de acanto, y flanqueado por pilastras con grutescos.
Muchos consideran que esta capilla es la expresión
suma del gótico flamígero y que sirvió como modelo de esta tipología de
abovedamiento en la península.
Retablos
En ella encontramos tres retablos extraordinarios. El
central, o retablo Mayor, de estilo renacentista, es obra de Diego de
Siloé y de Felipe Vigarny y fue realizado entre 1523
y 1526 (ya fallecidos los condestables).
Retablo Mayor |
Predela con el Nacimiento de Jesús |
Presentación de Jesús en el templo |
El cuerpo alto, desarrollado en forma de tabernáculo
ovalado está flanqueado por otras dos grandes imágenes que representan la Ley
de Gracia o Iglesia judaica y la Ley Escrita o Iglesia cristiana, la primera,
personificada por una joven, y la segunda, por un venerable anciano en actitud
imponente, levantando en una de sus manos las tablas de la Ley. En el centro de
este mismo cuerpo se hallan representadas las escenas de la Oración del Huerto,
Jesús atado a la columna y el Señor con la Cruz a cuestas, en sus respectivas
hornacinas.
Calvario |
En el frente lateral derecho, lado de la epístola y
ámbito de doña Mencía, el retablo de Santa Ana, considerado el más antiguo de
los tres de la capilla y obra en su mayor parte realizada por Gil de Siloé, con
colaboración de Vigarny y acabada por su hijo Diego con policromía de León
Picardo también. Protagonizado por santas. Se cree que con ello, se mostraba
las cualidades de la condesa.
Retablo de Sta. Ana |
Simétrico a este, en el frontal izquierdo, lado del
evangelio y ámbito de don Pedro, se halla un retablo renacentista dedicado a San Pedro,
patrón del condestable y obra de Felipe Bigarny y Diego de Siloé con policromía
de León Picardo. Cuenta con las esculturas de San Pedro, los Apóstoles y
diferentes santos fundadores de órdenes religiosas: Francisco, Jerónimo, Benito
y Domingo, órdenes religiosas que la familia había protegido. La aparición de
San Jorge, está en relación con las virtudes que formaban parte con el
ideal de los caballeros.
Retablo de S. Pedro |
A la izquierda de este retablo se halla el tríptico de
la Virgen con el Niño, realizado por el conocido “Maestro del follaje bordado”,
pintor flamenco del último cuarto del siglo XV, caracterizado por la
minuciosidad con que pintaba las flores y las plantas, hasta tal punto que
parecen auténticos mosaicos, en las tablas laterales, sobre un fondo negro, se
escribieron unos textos alusivos a la Virgen.
Tríptico de la "Virgen con el Niño" |
Sepulcros
En la capilla permanecen varios sepulcros góticos que
pertenecían a la primitiva capilla de San Pedro y que los condestables
respetaron al construir la suya. Ambos están en el ingreso, en arcosolios, y
corresponden a dos obispos.
Las estatuas yacentes de los condestables fundadores
están en el centro de la capilla, a los
pies de la escalera de acceso al presbiterio. En jaspe rojizo con forma troncopiramidal
y sin ornamentación, lo que hace resaltar la blancura de las esculturas de
los yacentes en mármol de Carrara. Fueron labradas, bastantes años después de
la muerte de ambos por lo que no debemos considerarlas como sus retratos, sino
más bien, una especie de alegoría sobre su grandeza. Las figuras de los
yacentes se cree que son de dos épocas distintas y su autoría no está clara,
siendo objeto de dudas y discusiones entre los entendidos, y atribuyéndose a:
Felipe Bigarny, Alonso Berruguete o Juan de Lugano.
Los condestables |
Justo debajo de estas esculturas hay una pequeña
cripta donde yacen sus restos mortales.
Decoración
La decoración de toda la capilla es fastuosa. No hay
que olvidar la importancia que adquirió la nobleza desde tiempos de Enrique II.
Toda la decoración de su interior fue pensada dentro
de un programa unitario en donde escultura, pintura o rejería están al
servicio de la creación de un ámbito suntuoso, que con la luz cenital, que la
ilumina suavemente, crea un ambiente majestuoso solemne y señorial.
En los
paramentos laterales se aprecia la ostentación de la que los condestables
hacían gala con grandes escudos heráldicos que decoran las paredes desnudas,
pequeños retablos y arcosolios funerarios. También se ven los retratos de los
condes en sus respectivos ámbitos, el de ella bajo su escudo en el lado de la
Epístola y el de él en el del Evangelio Los muros aparecen calados en la zona
superior por una riquísima balaustrada y arquería de medio punto.
Decoración ostentosa en todo el recinto |
Clave central con la Presentación |
Entre las joyas pertenecientes a la capilla se
encuentra el cuadro de la Magdalena de Giovani Pietro Rizzoli, llamado Giampietrino,
discípulo de Leonardo da Vinci, y un Cristo crucificado
de Mateo Cerezo.
La Magdalena de Giampietrino |
También, como he dicho con anterioridad, son de
reseñar los respectivos y grandiosos escudos decorativos de las familias de los
Condestables, labrados en piedra y dispuestos de forma inclinada sobre la pared
y en la parte superior, en la balaustrada escoltados por personajes vellosos.
El de don Pedro con su escudo escoltado por dos salvajes varones y el de doña Mencía
con el suyo escoltado por dos salvajes féminas.
El exterior no es ajeno a este deseo de ostentación y
de reafirmación de la importancia nobiliaria de la familia de los condestables
y así se incluyó en su decoración unos
imponentes escudos y emblemas de los Velasco-Mendoza.
También se pueden ver la
cruz de Jerusalén, las aspas de San Andrés, o el sol radiante de San
Bernardino… portados, estos símbolos, por leones rampantes, pajes, ángeles o
salvajes.
Exterior |
Entrada a la
capilla
La reja de entrada a la capilla instalada en 1523,
está considerada la obra maestra de Cristóbal de Andino, gran escultor,
arquitecto y orfebre. Las jambas de acceso muestran
una Anunciación con características todavía góticas y el remate con templete
clasicista en el que dos ángeles tenantes sujetan las armas del fundador. Está
firmada en una cartela donde puede leerse “Ab Andino”.
Rntrada a la capilla |
Sepulcro izquierdo |
El de la izquierda aparece el obispo yacente, en el tímpano la Virgen flanqueada por dos
ángeles y en la parte inferior los apóstoles con la figura central del
Salvador.
El de la derecha representa, en su parte inferior, el
entierro del obispo y sobre ella aparece yacente la figura del finado.