sábado, 21 de enero de 2017

Visita a Olite. Iglesia de Santa Mª la Real



Iglesia de Santa María la Real (Olite)

Construcción:  Inicio Siglo XIII Final Siglo XX



La Iglesia de Santa María la Real de Olite como os podéis imaginar está en Olite (Navarra) y en ella destacan sobre todo la fachada que es gótica y en el interior un retablo renacentista obra de un tal Pedro de Aponte, pero que no pude visitar porque aquel día y a aquellas horas estaba la iglesia cerrada, no obstante os colocaré alguna fotografía de él, obtenidas de internet y algún pequeño comentario sobre él.

Primero decíos que según nos informaron estaba declarada Bien de Interés Cultural del patrimonio Español desde 1925.

La iglesia como ya he dicho antes es de estilo gótico y al parecer se empezó a construir a comienzos del siglo XIII, junto al  Palacio Real de Olite y con la intención de que los reyes de Navarra, cuando estaban en Olite, no tuvieran que desplazarse para llevar a cabo sus actos religiosos y es que en la Iglesia disponían de una capilla propia.

Al principio, pertenecía a otra iglesia de la localidad de Olite, la iglesia parroquial de S. Pedro, que si tenéis la curiosidad de visitar, está cerca, veréis que todavía a pesar de las numerosas  reestructuraciones que se han hecho en ella, todavía la portada occidental conserva vestigios románicos, el claustro o la torre gótica y otros elementos bonitos cuando menos de ver,  total ya que estáis allí. Bueno, como os decía al principio, dependía de la parroquia de S. Pedro, pero después, ella, la de Sta María, adquirió, bueno, le otorgaron, mejor dicho, en el Concilio de Trento, el rango de parroquia. Al parecer, en un principio, se comenzó a edificar en una mezcla de estilos entre el cisterciense y el gótico inicial, pero poco a poco en el proyecto se fue imponiéndose el “estilo” gótico.

Al igual que muchas de las iglesias de esa época, ha sufrido continuos remodelaciones/reformas con más o  menos éxito. Pero, actualmente es, junto con el Palacio, un monumento, que si visitamos Olite, merece la pena ser visitado.

                                                      Elementos arquitectónicos 
La fachada principal se acabó el 1300 y merece la pena dedicarle unos minutos y observar algunos detalles que le hacen ser uno de los monumentos más importantes del gótico de Navarra. Conserva restos de su policromía original.

El portal integra la totalidad de los elementos básicos del gótico: entablamento, tímpano con arquivoltas, óculo y remate en piñón, flanqueado por dos inconclusas torres con las que se articula todo el conjunto.

La fachada descansa sobre un zócalo corrido, liso y con plinto que recorre toda la fachada.  
La portada es una portada típica del arte gótico, con el arco apuntado, el espacio central del tímpano ocupado por el programa icnográfico correspondiente y propio del gótico y escoltado a los lados por un apostolado (doce apóstoles) a modo de friso corrido con nichos ocupados por los apóstoles cubiertos con arcos apuntados con traceria trilobulada y sobre ellos  el gablete correspondiente con adornos vegetales. Su tímpano está culminado y presidido por una imagen de María con el Niño con doselete sobre su cabeza, la Madre aunque sentada en un rico escabel, está totalmente rígida y distante, y esboza una ligera sonrisa. Su indumentaria: manto, túnica y corona. En la mano derecha debió portar algo: un cetro, una manzana… María dispone la otra mano sobre la espalda del Niño, apenas con un ligero roce, de este modo que la relación maternofilial desaparece intencionadamente. Su carácter algo rígido e hierático la hace parecer un modelo más aplicable a los maineles de las portaladas y además esa posición sedente dificulta, en cierto modos su relación o conexión con el resto de los elementos del tímpano.

Al infante le falta la cabeza, se sienta ladeado sobre su madre, los pies colgando. Ha perdido la mano izquierda donde a buen seguro llevaba la bola del mundo mientras que con la derecha bendice.

A los lados de esta escena, que centra todo el ciclo escultórico de la portada, y repartidos en dos registros, aparecen representaciones de diferentes pasajes de la biblia: en el registro superior de su lado derecha (nuestra izquierda) aparece la Presentación de Jesús en el Templo de Jerusalén (tema iconográfico de este episodio evangélico) aparece María ofreciendo el niño a  Simeón, y en esta ocasión aparece José, pero en la mayoría de las representaciones aparece Ana la profetisa. Debajo, en el registro inferior, y separados por una moldura escrita en su borde, pero difícil de lectura aparecen otros dos episodios: la Anunciación, en la que el Ángel se acompaña de una palma y la Virgen con el libro en las manos acepta el encargo, en su cabeza destaca por necesidades del marco la paloma, representación del Espíritu Santo, que en cierto modo, por su situación da cobijo y amparo a la Anunciación, después en la Natividad de Jesús, con un esquema muy clásico, fijaos en la figura de S. José (el gesto ausente del carpintero y la mano en la mejilla, nos hace pensar en el episodio del sueño de José donde se le avisa de los peligros inminentes). En el otro lado del registro superior  aparece el Bautismo de Jesús en el Jordán por Juan el Bautista (la escena sintetiza los dos tipos de ritual: por inmersión y por aspersión, siguiendo la costumbre iconográfica.

Y en la parte inferior (también separados por una prolongación de la misma moldura del otro lado), aparece la Matanza de los Inocentes, en la que por la adecuación al marco y reducción espacial, se sintetiza todo el dramatismo en la figura de la madre con el niño y la contemplación impertérrita de Herodes que vuelve a aparecer en la misma postura (piernas cruzadas, corona, manto real y espada) que en la Adoración de los Reyes Magos del lado derecho de la fachada; a continuación la Huida a Egipto cierra el friso, limitándose a representar la Sagrada Familia, entre otras cosas porque el marco noda para más.

Sobre la arquitectura, en la unión de la arquivolta, figura un  altorrelieve de un ángel, actualmente sin cabeza y con las alas extendidas, éste desciende con un corona en las manos hacia la Madre (Coronación de la Virgen, otro ciclo importante en la iconogafía cristiana).

Que la imagen central es la pieza clave de todo el programa es algo evidente, su mayor formato, su valor compositivo, su expresividad hace innecesario cualquier otro argumento. Pero, son las figuras laterales quienes desde las jambas, desde la izquierda los reyes Magos y desde la derecha los pastores, que  avanzan hacia el centro los que completan el desarrollo iconográfico de la fachada, a la vez definen y dan el verdadero sentido ilustrativo a la portada.

El ángel (parte exterior de nuestra izquierda) encabeza la comitiva real tañendo una trompeta, después sentado aparece un escriba, a continuación aparece Herodes, caracterizado por la corona, manto real, pierna cruzadas y espada en símbolos de su autoridad. Está ligeramente inclinado hacia el próximo el rey  y sobre su hombro aparece un pequeño diablillo que le instiga al oído (ya sabemos qué).

El siguiente personaje es claramente un rey mago, luce manto corto y una copa, en un claro gesto oferente muestra un gesto de sumisión y homenaje al igual que los dos siguientes personajes, también ataviados con manto de viaje y portando algo en sus manos, son representados,  uno de ellos como anciano y el otro imberbe, en una clara intención de personalizar a las tres edades de la vida. La procesión acaba con el ángel situada en la parte más interna, quien con indumentaria litúrgica introduce a los reyes/magos en el ciclo. Es verdad que se echa en falta la presencia de la estrella tan generalizada en estas representaciones y que es el emblema de la revelación (luz que guía).

Desde el lado derecho y  hacia la imagen central también encontramos unas figuras que convergen, con  una disposición y organización que sigue el mismo modelo que los del lado contrario. Nos han llegado bastante destrozados y presentan diversos tamaños. La propia indumentaria, la cornamusa y el zurrón, denotan, su condición pastoril. Por lo podemos deducir que se trataría de la Adoración de los Pastores. Y al igual que en el lado izquierdo es un ángel quien introduce a los personajes en el Ciclo/programa litúrgico. Y existiendo un paralelismo reverencial entre la adoración de los gentiles representantes o delegados de la humanidad pagana convertida al cristianismo (Reyes Magos) y la del pueblo judío que reconocen a su Dios en la figura del Recién Nacido y acuden prestos a adorarle.

Cada escena tiene un tratamiento independiente y una autonomía compositiva. Las escenas están condicionadas por el cuadro arquitectónico, y sus personajes se adaptan a él; sin embargo, están dotadas de una apariencia de verosimilitud y de corrección, trasmitiendo muy correctamente la tensión de la trama representada. El canon de las figuras, ligeramente corto hace aumentar el volumen de las figuras, haciéndolas algo pesadas. En cierto modo podemos decir que desprenden sensación de cierto clasicismo.

El dintel aparece repleto de decoración vegetal, profusa y dinámica, de escala reducida y relieve plano. En ella habita una animada colección de seres diminutos sorprendidos entre esos motivos vegetales y entre los que, con mucha paciencia, y algún aparato de aumento si lo tenemos a mano, podemos ver un hombre desnudo, un joven subido a un árbol dando de comer a un animal, que bien podría ser un cerdo, un arquero cazando un ciervo, un centauro o  una escena de lucha entre dos niños/jóvenes que están cabalgando sobre sendos “leones”, esto es, temas reales y temas fantásticos mezclados en una vorágine de entrelazados vegetales que hacen difícil una explicación. Descansa el dintel sobre dos pilastras, profusamente decoradas y las mochetas con atlantes.
La estructura del entablamento, en el que podemos apreciar hasta 8 arquivoltas de diferentes estructuras, unas sobre columnas  monolíticas y otras sobre columnas con forma de baquetón y aparejadas, es cuando menos original. Las arquivoltas exhiben una exuberante y fina decoración vegetal a base de hojas de vid, roble, castaño, hiedra y cardo. Como curiosidad existen dos figuras, embutidas en la fronda vegetal de las arquivoltas  y colocadas de una forma asimétrica y que se encuentran bajo doselete, parecen ser un rey  y una reina, supongo que de Navarra, pero que, tanto, la colocación como la estructura y los rasgos estilísticos sugieren que han sido colocadas con posterioridad. En la parte superior la imagen femenina y en la inferior la masculina. El monarca que está en un plano inferior, es imberbe, de los atributos reales sólo luce la corona y aparece como orante, en una actitud que da a entender que es una figura secundaria. Por el contrario la reina muestra un aspecto más prestigioso y más actico talante de prestigio y más activo, una mano en el fiador (gesto noble) y con la otra sujeta un objeto, lleva una escarcela. Frente a la sencilla diadema del rey ella exhibe una espléndida corona, que acrecienta su superioridad. Posiblemente pueda tratarse de Juana I y Felipe el Hermoso, reyes de Navarra desde 1284 hasta 1305.

En la terminación de las arquivoltas y por encima de los ábacos colocados como una línea de imposta en zigzag podemos apreciar unas figuras con doselete que hemos explicado anteriormente (Reyes y pastores).

Los capiteles de las columnas del lado izquierdo con preferencia de motivos vegetales están esculpidos con una decoración naturalista y turgente, con gran profusión de hojas y dispuesta en dos bandas que completan los cestillos. Por el contrario lo del lado derecho son bastante más animados, aunque están más deteriorados, pero podemos intuir una mayor representación de seres animados: personajes agachados, monjes, alguna escena cinegética, etc…

En cuanto al apostolado que acompaña la portada sigue el esquema tradicional, determinado en el románico, esto es, se distribuye en dos grupos simétricos a cada lado de la entrada.

Como es de sobra sabido, no existen normas concretas en la distribución del Apostolado. Con la excepción de San Pedro y San Pablo, que por su condición de pilares de la comunidad, normalmente, encabezan –uno a cada lado– el grupo, el resto no cuenta con lugar fijo en su colocación. La identificación es complicada ya que han perdido sus emblemas característicos y la mayoría sólo conserva el libro, insuficiente para un reconocimiento fiable.

San Pedro, encabeza la serie de la izquierda. Se acompaña de las llaves y un libro. Al igual que su compañero, sus dimensiones son más reducidas que otras figuras, lo que contrasta con su importancia. Le acompaña Santiago, caracterizado como peregrino: el sombrero de viaje, las sandalias, el bastón perdido y la escarcela con las veneras acreditan su condición de caminante.

Las imágenes siguientes, de mayores dimensiones, son de difícil identificación ya que apenas aportan como símbolo identificado el libro que únicamente da idea de su naturaleza apostólica. Destaca la prestancia y la solemnidad de las imágenes propias de la grandiosidad clásica y la delicadeza en el tratamiento de las manos de todo el grupo. Lucen abundantes melenas, con tirabuzones excesivamente manifiestos de naturaleza geométrica en el cuarto y ondulados los demás. Desde luego, el porte de sus figuras, el quiebro, el propio gesto y las miradas entre  ellos parece indicarnos que están organizados por parejas. Todo lo cual insufla a la composición un cierto dinamismo del que están exentos los apostolados románicos.

A la derecha encontramos la figura de San Pablo con el códice, los restos de una espada, de la que sólo queda la empuñadura y su “frente despejada”. Es una figura con menor tamaño y rasgos que respetan, en cierto modo, su descripción literaria: bajo, calvo y patizambo. A su lado San Juan Evangelista joven e imberbe, coincidiendo con su retrato habitual. Ambos están relacionados por el quiebro de sus cabezas y sus miradas, insistiendo en esa organización binaria observado en el otro lado del apostolado. Y al igual que sucedía con los otros dos principales del lado contrario son de dimensiones menores (parece clara la intención de buscar la diferenciación con el resto y una cierta empatía entre ellos en contraposición con la importancia de su significado apostólico).

La siguiente figura de esta serie es especial. Su distinta actitud, el porte y la majestuosidad de la imagen, la singularizan frente a sus vecinos. Parece una pieza de mainel (parteluz). Por la disposición de los perdidos brazos y sus gestos se puede deducir que bendecía. La indumentaria diferente, parece de tipo litúrgico frente a las túnicas y mantos de los demás, no tiene relación con los otros miembros del grupo, está concebido como un ser independiente, autónomo y tremendamente solemne, como de superior categoría. Incluso la línea de imposta que partiendo de los ábacos recorre todo el apostolado (de ambos lados) y con una decoración vegetal, cuando llega a esta figura se interrumpe debajo de su talla y es sustituida por otro tipo de ornamentación, como diferenciándolo de los demás. Por todo ello,  actitud, tratamiento, solemnidad, porte... hay que pensar que seguramente estamos ante una representación de Jesucristo presidiendo el Colegio.

Las tres estatuas restantes presentan el mismo canon, con algunas particularidades como la cabeza cubierta del penúltimo,  que además se acompaña de un cordón del tipo franciscano y que podría tratarse de San Mateo aludiendo a su condición de recaudador de impuestos.

La última es imberbe. De esta guisa  se suele representar a  veces a Santo Tomás.

La presencia del Colegio, sirve para matizar el programa monumental y el significado cristológico del conjunto. Todo ello encaminado hacia un objetivo superior la expansión de la doctrina tal y como Cristo les mandó:  «Id pues y adoctrinar a todas las gentes bautizadas»,
La portada se remata con la abundante y variada decoración que tapiza las jambas, organizada en marcos cuadrangulares, rectangulares, polilobulados... Encontramos motivos vegetales que se alternan y mezclan con elementos heráldicos (flor de lis, castillos), con animales reales (elefantes) y fantásticos (sirenas, centauros). Todo ello envuelto con una copiosa representación de imaginería bíblica: pasajes del Antiguo Testamento (Adán y Eva), citas del Nuevo Testamento (Cordero Místico), repertorio del zodíaco (Sagitario) o trabajos de los meses. Todo ello parece un tótum revolútum sin ningún tipo de ordenación.

Sobre el arco de la portada se ubica un segundo arco ojival con arquivoltas apuntadas, que contiene, en su interior, un rosetón de gran tamaño, connueve puntas y dos rosetones menores, para rellenar el hueco de la parte inferior del arco, con tracería trilobular. Los vitrales del rosetón nos dijeron que son modernos de 1998.

En cuanto al atrio parece ser que se añadió en el siglo XV, y tiene un arco de entrada flanqueado por dos esculturas de Doña Blanca de Navarra y la Virgen con el Niño, que descansan sobre ménsulas con el cuadro heráldico de armas de Doña Blanca.
Ambas esculturas han sufrido el  desgaste debido al paso del tiempo a la intemperie. También se construyó en el siglo XV la torre, de planta cuadrada y con una decoración muy pobre y escasa.  Un  campanario en su parte superior remata la torre que abre dos vanos en cada una de sus caras, con arquivoltas de arcos apuntados y abocinadas que apean sobre columnas que descansan sobre un pódium; excepto la cara que da a la plaza del castillo que posee un tercer vano más grande sobre los otros dos (parece más una portada que la fachada de una torre), pero de decoración más austera que el resto y con un arco exterior de escasamente apuntado cuyos extremos reposan sobre ménsulas. La torre aparece rematada por una balaustrada y algunas gárgolas de hechura moderna.

 De su interior poco puedo contar porque no lo pude ver. Pero, algo si os puedo decir.
La iglesia tiene una sola nave, de bellas y armónicas proporciones, formada por cuatro tramos desiguales con bóveda de crucería simple (cuatripartita) rematada por un ábside pentagonal.

Exhibe un retablo mayor de estilo renacentista colocado en 1528, obra del pintor Pedro de Aponte. Preside el retablo una hermosa talla gótica de la Virgen con el Niño. Los cinco cuerpos verticales encierran 28 tablas pintadas al óleo, en los que se  representan pasajes de la vida de Jesús. Están  dispuestas en 5 filas con la
siguiente disposición (de abajo hacia arriba, y de izquierda a derecha):

1.   Pasajes de la pasión: Oración del Huerto, Prendimiento de Jesús, Flagelación, Ecce homo, Camino del calvario, La Piedad.

2.   Vida de la Virgen: Abrazo ante la puerta dorada, Natividad de María, Inmaculada, Desposorios de la Virgen, Anunciación y Visitación.

3.   Infancia de Jesús: Nacimiento, Circuncisión de Jesús, Adoración de los Reyes Magos, Presentación en el templo, Huida a Egipto y Jesús entre los doctores.

4.   Pasajes importantes de la biblia : Bautismo de Jesús, Transfiguración de Jesús, Resurrección de Jesús, Ascensión, Pentecostés y Asunción de María.

5.   Los cuatro evangelistas: Lucas, Juan, Marcos y Mateo.

Las pinturas del guardapolvos en los dos pisos superiores acogen a los padres de la iglesia: a la izquierda San Ambrosio y San Gregorio Magno y a la derecha San Jerónimo y San Agustín; en los dos pisos inferiores tenemos cuatro santas vírgenes: a la izquierda Santa Bárbara y Santa Margarita (?) y a la derecha Santa Quiteria y Santa Engracia. En la parte superior el apostolado con Cristo en majestad y los profetas Zacarías y Jeremías.

El retablo oculta las pinturas murales góticas que decoraban el ábside. En el primer piso figuran los apóstoles Pedro, Pablo y Santiago y en el segundo y tercero figuras mutiladas de dos profetas y ángeles.

En el muro de la Epístola se abría una tribuna con acceso desde el Palacio, decorado con un escudo policromado de la dinastía Navarra-Evreux.

En el muro del Evangelio se halla un Crucificado de gran dramatismo, bajo la advocación de la Buena Muerte, es gótico de mediados del siglo XIV.

En el coro hay un órgano del siglo XVIII de estilo rococó.

Y esto ha sido todo, si vuelvo espero contaos más sobre el interior

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