Iglesia de Santa María la Real
(Olite)
Construcción: Inicio Siglo XIII
Final Siglo XX
Fundador: Carlos III de Navarra
La Iglesia de Santa María la Real de Olite como os
podéis imaginar está en Olite (Navarra) y en ella destacan sobre todo la
fachada que es gótica y en el interior un retablo renacentista obra de un tal
Pedro de Aponte, pero que no pude visitar porque aquel día y a aquellas horas
estaba la iglesia cerrada, no obstante os colocaré alguna fotografía de él,
obtenidas de internet y algún pequeño comentario sobre él.
Primero decíos que según nos informaron estaba
declarada Bien de Interés Cultural del patrimonio Español desde 1925.
La iglesia como ya he dicho antes es de estilo gótico
y al parecer se empezó a construir a comienzos del siglo XIII, junto al Palacio Real de Olite y con la intención de
que los reyes de Navarra, cuando estaban en Olite, no tuvieran que desplazarse
para llevar a cabo sus actos religiosos y es que en la Iglesia disponían de una
capilla propia.
Al principio, pertenecía a otra iglesia de la
localidad de Olite, la iglesia parroquial de S. Pedro, que si tenéis la curiosidad
de visitar, está cerca, veréis que todavía a pesar de las numerosas reestructuraciones que se han hecho en ella,
todavía la portada occidental conserva vestigios románicos, el claustro o la
torre gótica y otros elementos bonitos cuando menos de ver, total ya que estáis allí. Bueno, como os
decía al principio, dependía de la parroquia de S. Pedro, pero después, ella,
la de Sta María, adquirió, bueno, le otorgaron, mejor dicho, en el Concilio de
Trento, el rango de parroquia. Al parecer, en un principio, se comenzó a
edificar en una mezcla de estilos entre el cisterciense y el gótico inicial,
pero poco a poco en el proyecto se fue imponiéndose el “estilo” gótico.
Al igual que muchas de las iglesias de esa época, ha
sufrido continuos remodelaciones/reformas con más o menos éxito. Pero, actualmente es, junto con
el Palacio, un monumento, que si visitamos Olite, merece la pena ser visitado.
Elementos arquitectónicos
La fachada
principal se acabó el 1300 y merece la pena dedicarle unos minutos y observar
algunos detalles que le hacen ser uno de los monumentos más importantes del
gótico de Navarra. Conserva restos de su policromía original.
El portal integra la totalidad de
los elementos básicos del gótico: entablamento, tímpano con arquivoltas, óculo
y remate en piñón, flanqueado por dos inconclusas torres con las que se
articula todo el conjunto.
La fachada descansa sobre un zócalo
corrido, liso y con plinto que recorre toda la fachada.
La portada es una portada típica del
arte gótico, con el arco apuntado, el espacio central del tímpano ocupado por
el programa icnográfico correspondiente y propio del gótico y escoltado a los
lados por un apostolado (doce apóstoles) a modo de friso corrido con nichos
ocupados por los apóstoles cubiertos con arcos apuntados con traceria
trilobulada y sobre ellos el gablete
correspondiente con adornos vegetales. Su tímpano está culminado y
presidido por una imagen de María con el Niño con doselete sobre su cabeza, la
Madre aunque sentada en un rico escabel, está totalmente rígida y distante, y esboza
una ligera sonrisa. Su indumentaria: manto, túnica y corona. En la mano derecha
debió portar algo: un cetro, una manzana… María dispone la otra mano sobre la
espalda del Niño, apenas con un ligero roce, de este modo que la relación maternofilial
desaparece intencionadamente. Su carácter algo rígido e hierático la hace
parecer un modelo más aplicable a los maineles de las portaladas y además esa
posición sedente dificulta, en cierto modos su relación o conexión con el resto
de los elementos del tímpano.
Al infante le falta la cabeza, se sienta
ladeado sobre su madre, los pies colgando. Ha perdido la mano izquierda donde a
buen seguro llevaba la bola del mundo mientras que con la derecha bendice.
A los lados de esta escena, que
centra todo el ciclo escultórico de la portada, y repartidos en dos registros, aparecen
representaciones de diferentes pasajes de la biblia: en el registro superior de
su lado derecha (nuestra izquierda) aparece la Presentación de Jesús en el
Templo de Jerusalén (tema iconográfico de este episodio evangélico) aparece
María ofreciendo el niño a Simeón, y en
esta ocasión aparece José, pero en la mayoría de las representaciones aparece Ana
la profetisa. Debajo, en el registro inferior, y separados por una moldura
escrita en su borde, pero difícil de lectura aparecen otros dos episodios: la
Anunciación, en la que el Ángel se acompaña de una palma y la Virgen con el
libro en las manos acepta el encargo, en su cabeza destaca por necesidades del
marco la paloma, representación del Espíritu Santo, que en cierto modo, por su
situación da cobijo y amparo a la Anunciación, después en la Natividad de
Jesús, con un esquema muy clásico, fijaos en la figura de S. José (el gesto
ausente del carpintero y la mano en la mejilla, nos hace pensar en el episodio
del sueño de José donde se le avisa de los peligros inminentes). En el otro lado del registro superior aparece el Bautismo de Jesús en el Jordán por
Juan el Bautista (la escena sintetiza los dos tipos de ritual: por inmersión y
por aspersión, siguiendo la costumbre iconográfica.
Y en la parte inferior (también
separados por una prolongación de la misma moldura del otro lado), aparece la
Matanza de los Inocentes, en la que por la adecuación al marco y reducción
espacial, se sintetiza todo el dramatismo en la figura de la madre con el niño
y la contemplación impertérrita de Herodes que vuelve a aparecer en la misma postura
(piernas cruzadas, corona, manto real y espada) que en la Adoración de los Reyes
Magos del lado derecho de la fachada; a continuación la Huida a Egipto cierra
el friso, limitándose a representar la Sagrada Familia, entre otras cosas
porque el marco noda para más.
Sobre la arquitectura, en la unión
de la arquivolta, figura un altorrelieve
de un ángel, actualmente sin cabeza y con las alas extendidas, éste desciende
con un corona en las manos hacia la Madre (Coronación de la Virgen, otro ciclo
importante en la iconogafía cristiana).
Que la imagen central es la pieza
clave de todo el programa es algo evidente, su mayor formato, su valor
compositivo, su expresividad hace innecesario cualquier otro argumento. Pero,
son las figuras laterales quienes desde las jambas, desde la izquierda los
reyes Magos y desde la derecha los pastores, que avanzan hacia el centro los que completan el
desarrollo iconográfico de la fachada, a la vez definen y dan el verdadero
sentido ilustrativo a la portada.
El ángel (parte exterior de nuestra izquierda)
encabeza la comitiva real tañendo una trompeta, después sentado aparece un
escriba, a continuación aparece Herodes, caracterizado por la corona, manto
real, pierna cruzadas y espada en símbolos de su autoridad. Está ligeramente
inclinado hacia el próximo el rey y sobre
su hombro aparece un pequeño diablillo que le instiga al oído (ya sabemos qué).
El siguiente personaje es claramente
un rey mago, luce manto corto y una copa, en un claro gesto oferente muestra un
gesto de sumisión y homenaje al igual que los dos siguientes personajes,
también ataviados con manto de viaje y portando algo en sus manos, son
representados, uno de ellos como anciano
y el otro imberbe, en una clara intención de personalizar a las tres edades de
la vida. La procesión acaba con el ángel situada en la parte más interna, quien
con indumentaria litúrgica introduce a los reyes/magos en el ciclo. Es verdad
que se echa en falta la presencia de la estrella tan generalizada en estas representaciones
y que es el emblema de la revelación (luz que guía).
Desde el lado derecho y hacia la imagen central también encontramos unas
figuras que convergen, con una disposición
y organización que sigue el mismo modelo que los del lado contrario. Nos han
llegado bastante destrozados y presentan diversos tamaños. La propia indumentaria,
la cornamusa y el zurrón, denotan, su condición pastoril. Por lo podemos
deducir que se trataría de la Adoración de los Pastores. Y al igual que en el
lado izquierdo es un ángel quien introduce a los personajes en el
Ciclo/programa litúrgico. Y existiendo un paralelismo reverencial entre la adoración
de los gentiles representantes o delegados de la humanidad pagana convertida al
cristianismo (Reyes Magos) y la del pueblo judío que reconocen a
su Dios en la figura del Recién Nacido y acuden prestos a adorarle.
Cada escena
tiene un tratamiento independiente y una autonomía compositiva. Las escenas
están condicionadas por el cuadro arquitectónico, y sus personajes se adaptan a
él; sin embargo, están dotadas de una apariencia de verosimilitud y de corrección,
trasmitiendo muy correctamente la tensión de la trama representada. El canon de
las figuras, ligeramente corto hace aumentar el volumen de las figuras,
haciéndolas algo pesadas. En cierto modo podemos decir que desprenden sensación
de cierto clasicismo.
El dintel aparece repleto de
decoración vegetal, profusa y dinámica, de escala reducida y relieve plano. En
ella habita una animada colección de seres diminutos sorprendidos entre esos
motivos vegetales y entre los que, con mucha paciencia, y algún aparato de
aumento si lo tenemos a mano, podemos ver un hombre desnudo, un joven subido a un
árbol dando de comer a un animal, que bien podría ser un cerdo, un arquero
cazando un ciervo, un centauro o una
escena de lucha entre dos niños/jóvenes que están cabalgando sobre sendos “leones”,
esto es, temas reales y temas fantásticos mezclados en una vorágine de
entrelazados vegetales que hacen difícil una explicación. Descansa el dintel
sobre dos pilastras, profusamente decoradas y las mochetas con atlantes.
La estructura del entablamento, en
el que podemos apreciar hasta 8 arquivoltas de diferentes estructuras, unas
sobre columnas monolíticas y otras sobre
columnas con forma de baquetón y aparejadas, es cuando menos original. Las arquivoltas exhiben una exuberante y
fina decoración vegetal a base de hojas de vid, roble, castaño, hiedra y cardo.
Como curiosidad existen dos figuras, embutidas en la fronda vegetal de las
arquivoltas y colocadas de una forma
asimétrica y que se encuentran bajo doselete, parecen ser un rey y una reina, supongo que de Navarra, pero que,
tanto, la colocación como la estructura y los rasgos estilísticos sugieren que
han sido colocadas con posterioridad. En la parte superior la imagen femenina y
en la inferior la masculina. El monarca que está en un plano inferior, es
imberbe, de los atributos reales sólo luce la corona y aparece como orante, en una
actitud que da a entender que es una figura secundaria. Por el contrario la
reina muestra un aspecto más prestigioso y más actico talante de prestigio y
más activo, una mano en el fiador (gesto noble) y con la otra sujeta un objeto,
lleva una escarcela. Frente a la sencilla diadema del rey ella exhibe una espléndida
corona, que acrecienta su superioridad. Posiblemente pueda tratarse de Juana I
y Felipe el Hermoso, reyes de Navarra desde 1284 hasta 1305.
En la terminación de las arquivoltas
y por encima de los ábacos colocados como una línea de imposta en zigzag
podemos apreciar unas figuras con doselete que hemos explicado anteriormente (Reyes y pastores).
Los capiteles de las columnas del
lado izquierdo con preferencia de motivos vegetales están esculpidos con una
decoración naturalista y turgente, con gran profusión de hojas y dispuesta en
dos bandas que completan los cestillos. Por el contrario lo del lado derecho
son bastante más animados, aunque están más deteriorados, pero podemos intuir
una mayor representación de seres animados: personajes agachados, monjes,
alguna escena cinegética, etc…
En cuanto al apostolado que acompaña la portada sigue
el esquema tradicional, determinado en el románico, esto es, se distribuye en dos
grupos simétricos a cada lado de la entrada.
Como es de
sobra sabido, no existen normas concretas en la distribución del Apostolado. Con
la excepción de San Pedro y San Pablo, que por su condición de pilares de la
comunidad, normalmente, encabezan –uno a cada lado– el grupo, el resto no
cuenta con lugar fijo en su colocación. La identificación es complicada ya que
han perdido sus emblemas característicos y la mayoría sólo conserva el libro, insuficiente
para un reconocimiento fiable.
San Pedro, encabeza
la serie de la izquierda. Se acompaña de las llaves y un libro. Al igual que su
compañero, sus dimensiones son más reducidas que otras figuras, lo que
contrasta con su importancia. Le acompaña Santiago, caracterizado como
peregrino: el sombrero de viaje, las sandalias, el bastón perdido y la
escarcela con las veneras acreditan su condición de caminante.
Las imágenes
siguientes, de mayores dimensiones, son de difícil identificación ya que apenas
aportan como símbolo identificado el libro que únicamente da idea de su
naturaleza apostólica. Destaca la prestancia y la solemnidad de las imágenes
propias de la grandiosidad clásica y la delicadeza en el tratamiento de las
manos de todo el grupo. Lucen abundantes melenas, con tirabuzones excesivamente
manifiestos de naturaleza geométrica en el cuarto y ondulados los demás. Desde
luego, el porte de sus figuras, el quiebro, el propio gesto y las miradas entre
ellos parece indicarnos que están
organizados por parejas. Todo lo cual insufla a la composición un cierto
dinamismo del que están exentos los apostolados románicos.
A la derecha
encontramos la figura de San Pablo con el códice, los restos de una espada, de
la que sólo queda la empuñadura y su “frente despejada”. Es una figura con
menor tamaño y rasgos que respetan, en cierto modo, su descripción literaria:
bajo, calvo y patizambo. A su lado San Juan Evangelista joven e imberbe,
coincidiendo con su retrato habitual. Ambos están relacionados por el quiebro
de sus cabezas y sus miradas, insistiendo en esa organización binaria observado
en el otro lado del apostolado. Y al igual que sucedía con los otros dos
principales del lado contrario son de dimensiones menores (parece clara la
intención de buscar la diferenciación con el resto y una cierta empatía entre
ellos en contraposición con la importancia de su significado apostólico).
La siguiente figura de esta serie es
especial. Su distinta actitud, el porte y la majestuosidad de la imagen, la
singularizan frente a sus vecinos. Parece una pieza de mainel (parteluz). Por la
disposición de los perdidos brazos y sus gestos se puede deducir que bendecía.
La indumentaria diferente, parece de tipo litúrgico frente a las túnicas y
mantos de los demás, no tiene relación con los otros miembros del grupo, está
concebido como un ser independiente, autónomo y tremendamente solemne, como de
superior categoría. Incluso la línea de imposta que partiendo de los ábacos
recorre todo el apostolado (de ambos lados) y con una decoración vegetal,
cuando llega a esta figura se interrumpe debajo de su talla y es sustituida por
otro tipo de ornamentación, como diferenciándolo de los demás. Por todo ello, actitud, tratamiento, solemnidad, porte... hay
que pensar que seguramente estamos ante una representación de Jesucristo
presidiendo el Colegio.
Las tres estatuas
restantes presentan el mismo canon, con algunas particularidades como la cabeza
cubierta del penúltimo, que además se acompaña
de un cordón del tipo franciscano y que podría tratarse de San Mateo aludiendo
a su condición de recaudador de impuestos.
La última es
imberbe. De esta guisa se suele
representar a veces a Santo Tomás.
La presencia
del Colegio, sirve para matizar el programa monumental y el significado
cristológico del conjunto. Todo ello encaminado hacia un objetivo superior la expansión
de la doctrina tal y como Cristo les mandó: «Id pues y adoctrinar a todas las gentes
bautizadas»,
La portada
se remata con la abundante y variada decoración que tapiza las jambas,
organizada en marcos cuadrangulares, rectangulares, polilobulados...
Encontramos motivos vegetales que se alternan y mezclan con elementos
heráldicos (flor de lis, castillos), con animales reales (elefantes) y
fantásticos (sirenas, centauros). Todo ello envuelto con una copiosa
representación de imaginería bíblica: pasajes del Antiguo Testamento (Adán y
Eva), citas del Nuevo Testamento (Cordero Místico), repertorio del zodíaco (Sagitario)
o trabajos de los meses. Todo ello parece un tótum revolútum sin ningún tipo de
ordenación.
En cuanto al atrio parece ser que se añadió en el
siglo XV, y tiene un arco de entrada flanqueado por dos esculturas de Doña Blanca de Navarra y la Virgen con el Niño, que descansan sobre ménsulas
con el cuadro heráldico de armas de Doña Blanca.
Ambas esculturas han sufrido
el desgaste debido al paso del tiempo a
la intemperie. También se construyó en el siglo XV la torre, de planta cuadrada
y con una decoración muy pobre y escasa.
Un campanario en su parte superior remata la torre que abre dos vanos
en cada una de sus caras, con arquivoltas de arcos apuntados y abocinadas que
apean sobre columnas que descansan sobre un pódium; excepto la cara que da a la
plaza del castillo que posee un tercer vano más grande sobre los otros dos
(parece más una portada que la fachada de una torre), pero de decoración más
austera que el resto y con un arco exterior de escasamente apuntado cuyos
extremos reposan sobre ménsulas. La torre aparece rematada por una balaustrada
y algunas gárgolas de hechura moderna.
De su
interior poco puedo contar porque no lo pude ver. Pero, algo si os puedo decir.
La iglesia tiene
una sola nave, de bellas y armónicas proporciones, formada por cuatro
tramos desiguales con bóveda de crucería simple (cuatripartita) rematada por un
ábside pentagonal.
Exhibe un retablo mayor de estilo renacentista
colocado en 1528, obra del pintor Pedro de Aponte. Preside el retablo una
hermosa talla gótica de la Virgen con el Niño. Los cinco cuerpos verticales
encierran 28 tablas pintadas al óleo, en los que se representan pasajes de la vida de Jesús. Están
dispuestas en 5 filas con la
siguiente
disposición (de abajo hacia arriba, y de izquierda a derecha):
1. Pasajes de la pasión: Oración del Huerto, Prendimiento de Jesús, Flagelación, Ecce homo,
Camino del calvario, La Piedad.
2. Vida de la Virgen: Abrazo ante
la puerta dorada, Natividad de María, Inmaculada, Desposorios de la Virgen, Anunciación y Visitación.
3. Infancia de Jesús: Nacimiento, Circuncisión de Jesús, Adoración de los Reyes Magos, Presentación en el templo,
Huida a
Egipto y Jesús entre los doctores.
4. Pasajes importantes de la
biblia : Bautismo de Jesús, Transfiguración de Jesús, Resurrección de Jesús, Ascensión, Pentecostés
y Asunción de María.
5. Los cuatro evangelistas: Lucas, Juan, Marcos y Mateo.
Las pinturas del guardapolvos
en los dos pisos superiores acogen a los padres de la iglesia: a la izquierda
San Ambrosio y San Gregorio Magno y a la derecha San Jerónimo y San Agustín; en
los dos pisos inferiores tenemos cuatro santas vírgenes: a la izquierda Santa
Bárbara y Santa Margarita (?) y a la derecha Santa Quiteria y Santa Engracia. En
la parte superior el apostolado con Cristo en majestad y los profetas Zacarías
y Jeremías.
El retablo oculta
las pinturas murales góticas que decoraban el ábside. En el primer piso figuran
los apóstoles Pedro, Pablo y Santiago y en el segundo y tercero figuras
mutiladas de dos profetas y ángeles.
En el muro de la
Epístola se abría una tribuna con acceso desde el Palacio, decorado con un
escudo policromado de la dinastía Navarra-Evreux.
En el muro del
Evangelio se halla un Crucificado
de gran dramatismo, bajo la advocación de la Buena Muerte, es gótico de mediados del siglo XIV.
En el coro hay un
órgano del siglo XVIII de estilo rococó.
Y esto ha sido
todo, si vuelvo espero contaos más sobre el interior
No hay comentarios:
Publicar un comentario