GALERÍA
DE LOS UFFIZI
La construcción del palacio que hoy en día acoge el museo Galería de los Uffizi abarcó los años 1560 a 1581.
El origen de la Galería de los Uffizi, uno de los museos más grandes del mundo, se remonta a 1560, cuando Cosme I líder de los Médicis y gran duque de Florencia encargó a Giorgio Vasari un proyecto para la construcción de un gran edificio cerca de la plaza della Signoria con dos alas, destinado a albergar todas las oficinas administrativas y judiciarias (uffizi) del Estado florentino y reunir todas las funciones en un mismo lugar.También se debe a Vasari la construcción, realizada cinco años después, de una galería sobrealzada, corredor Vasariano, que, pasando sobre el Puente Viejo y la iglesia de Santa Felícita, une los Uffizi con la nueva residencia de los Médicis de palacio Pitti y termina en los Jardines de Bóboli.
A la muerte de Cosimo I y Vasari, las obras continuaron con otros grandes duques y arquitectos que iban añadiendo partes y modificando el edificio según sus intereses.
Fue Francesco I de Medici, a finales del siglo XVI, quien decidió dedicar el último piso a una galería donde guardaría algunas obras de arte propiedad de la familia, convirtiéndose en el núcleo originario de la Galería, un lugar donde poder pasear, con pinturas, estatuas y otras cosas preciadas, encargando a Bernardo Buontalenti, arquitecto que también decoró el Palacio Pitti y ornamentó los Jardines de Bóboli, la realización de una "tribuna", una nueva ala del palacio, en la que se reunieron decoraciones y obras de arte.
Poco a poco, este palacio fue siendo el lugar escogido por los Medici para reunir aquí todo el arte que tenían en su poder… que no era poco. De forma que, el último piso se quedó escaso y la galería fue comiendo terreno y relevancia al resto de «uffizi» hasta que éstos se vieron absorbidos por el museo, naciendo así la Galería Uffizi, un palacio entero dedicado al arte, a las obras propiedad de los Medici y a numerosas donaciones y nuevas creaciones que los Medici fueron encargando para embellecerlo.
Miguel Ángel |
De hecho, el palacio original, llegado cierto punto, tuvo
que ampliarse hasta duplicar su tamaño para albergar todas sus obras. Es más, incluso
el Corredor
Vasariano, pasadizo sobre el Ponte Vecchio que
lleva al Palacio Pitti,
es hoy en día una de las partes más curiosas de la Galería Uffizi y a lo largo
de su recorrido se pueden apreciar diferentes creaciones artísticas. Su función
inicial no tiene nada que ver con la actual, los Medici se lo encargaron
a Giorgio Vasari (de quien coge el nombre) para poder llegar desde el
Palazzo Vecchio al Palacio Pitti sin cruzarse con la plebe.
Lorenzo de Médici |
Gracias al enorme éxito y al rápido
crecimiento que tuvo la Galería Uffizi, el Corredor Vasariano se destinó al
museo para que fuese una sala más. La parte de la galería en el Corredor
Vasariano está dedicada en su mayor parte a retratos y autorretratos. Uno
de ellos es el famosísimo autorretrato del gran
Rafael. Además en él se muestran más de 1000 pinturas, con
obras de grandes, maestros como Velázquez, Rembrandt, Delacroix y Filippo
Lippi.
Al mismo arquitecto, Buontalenti, se debe la construcción del teatro de los Médicis, realizado en 1586 en las actuales primera y segunda plantas del ala este del museo. Fernando I, hermano de Francisco, hizo transformar en 1589 la terraza situada cerca de la tribuna en un espacio cerrado que se convirtió en la Logia de las Cartas Geográficas. En el extremo de la otra ala de la Galería se creó un jardín colgante, creado sobre la logia realizada por Andrea Orcagna.
En principio, para el siglo XVI, la galería se abría a quienes visitaban y solicitaban ver la colección.
Cuando en el siglo XVIII la dinastía de los Médicis se extinguió, las piezas de arte iban a ser trasferidas a Viena porque el ducado florentino pasó a ser del dominio de Austria. No obstante, la duquesa Ana María decretó que esta colección permaneciese en Florencia como donación al pueblo florentino. Esta decisión originó que el año 1785 se abriese de forma oficial como museo abierto al público, siendo uno de los primeros museos como los concebimos en el mundo moderno.
Actualmente los Uffizi albergan un patrimonio artístico inmenso formado por miles de cuadros que abarcan desde la época medieval hasta la moderna, con un gran número de esculturas antiguas, miniaturas y tapices. Es célebre la colección de autorretratos que se incrementa constantemente con el paso del tiempo, incluso mediante adquisiciones y donaciones de artistas contemporáneos, y a la que se añade otra importante colección, la del Gabinete de Dibujos y Grabados.
Entre tantas piezas de arte que
la Galería Uffizi tiene, se encuentran algunas obras especialmente
famosas. Por ejemplo, El Nacimiento de Venus por Botticelli, la Adoración de
los Magos pieza que no acabó Leonardo da Vinci (Museo Leonardo da Vinci), o La
Anunciación también obra de da Vinci, La Venus de Urbino por Tiziano y la
Virgen del jilguero de Rafael.
La Galería de los Uffizi recibe más de un millón de visitantes cada año siendo junto con los Museos Vaticanos, los dos museos más visitados de Italia por turistas de todo el mundo, superando incluso a la Galería de la Academia en donde se encuentra el David de Miguel Ángel.
Las primeras colecciones de los Médicis
constituyen el núcleo originario de la Galería, pero la dedicación al mecenazgo
caracterizó a los gobernantes de Florencia, en general, y sobre todo a los
Médicis, en particular, a lo largo de los siglos. Y es, precisamente, esa labor
de mecenazgo y compilación la que nos da una idea del desarrollo histórico de
la cultura renacentista, en general, y florentina, en particular, contando con
la mejor colección de pinturas de ese período histórico-artístico.
En este desarrollo y florecimiento cultural y
artístico, no sólo las grandes familias, con su papel protector sobre los
artista tuvieron un papel crucial, también colaboraron, ya desde el siglo XIV,
de forma indirecta, las grandes corporaciones mercantiles, las llamadas Arte
como: la del Cambio (banqueros), della Mercanzia (comerciantes) o la della Lana
(comerciantes de tejidos), contribuyendo en esa labor de mecenazgo a través de
numerosos encargos de obras, a veces con un notable significado propagandístico
de índole moral o político, para sus sedes y residencias particulares a
artistas originales de la talla de Boticelli (Nacimiento de Venus), Miguel Ángel
(el Tondo doni), Rafael (La Virgen del jilguero), da Vinci (La Anunciación) o Paolo
Uccello (la Batalla de San Romano).
Las colecciones se enriquecieron con nuevos
elementos también gracias a regalos matrimoniales o herencias recibidas por los
grandes duques. De esa manera llegaron a la colección obras como: la Medusa de
Caravaggio con Fernando I, la Venus de Urbino de Tiziano, o el díptico de los
duques de Urbino de Piero della Francesca con Fernando II gracias a su
matrimonio con Vittoria della Rovere.
En el siglo XVIII se compraron pinturas antiguas y se organizó el núcleo de pintura francesa. Durante todo el siglo XIX se prepararon nuevas salas y la pinacoteca siguió ampliándose con obras importantes, entre las que se destaca el celebérrimo Nacimiento de Venus, de Botticelli, que se conserva en los Uffizi desde 1815, y la Anunciación de Leonardo de Vinci, en 1867. La adquisición definitiva de la Primavera, la espléndida obra de Botticelli realizada hacia 1482, se remonta a 1919.
El siglo XX ha aportado numerosas
transformaciones en la distribución de las obras y restauraciones, además de la
reciente adquisición definitiva de la colección Contini Bonacossi, que se
encuentra en los jardines de Bóboli con una muestra de más de 150 piezas de
escultura, pintura y objetos de artes aplicadas (artesanía, muebles,
grabados…), que datan desde el siglo XIII al XVIII, con obras de Veronesse,
Tintoretto, Zurbarán, Velázquez o el mismo Goya, así como piezas de cerámica de
los siglos XV y XVI y entre todas ellas destaca el impresionante San Lorenzo de
Bernini.
Al mismo arquitecto, Buontalenti, se debe la construcción del teatro de los Médicis, realizado en 1586 en las actuales primera y segunda plantas del ala este del museo. Fernando I, hermano de Francisco, hizo transformar en 1589 la terraza situada cerca de la tribuna en un espacio cerrado que se convirtió en la Logia de las Cartas Geográficas. En el extremo de la otra ala de la Galería se creó un jardín colgante, creado sobre la logia realizada por Andrea Orcagna.
En principio, para el siglo XVI, la galería se abría a quienes visitaban y solicitaban ver la colección.
Cuando en el siglo XVIII la dinastía de los Médicis se extinguió, las piezas de arte iban a ser trasferidas a Viena porque el ducado florentino pasó a ser del dominio de Austria. No obstante, la duquesa Ana María decretó que esta colección permaneciese en Florencia como donación al pueblo florentino. Esta decisión originó que el año 1785 se abriese de forma oficial como museo abierto al público, siendo uno de los primeros museos como los concebimos en el mundo moderno.
Actualmente los Uffizi albergan un patrimonio artístico inmenso formado por miles de cuadros que abarcan desde la época medieval hasta la moderna, con un gran número de esculturas antiguas, miniaturas y tapices. Es célebre la colección de autorretratos que se incrementa constantemente con el paso del tiempo, incluso mediante adquisiciones y donaciones de artistas contemporáneos, y a la que se añade otra importante colección, la del Gabinete de Dibujos y Grabados.
Carredor Vasariano con autorretratos |
La Galería de los Uffizi recibe más de un millón de visitantes cada año siendo junto con los Museos Vaticanos, los dos museos más visitados de Italia por turistas de todo el mundo, superando incluso a la Galería de la Academia en donde se encuentra el David de Miguel Ángel.
Venus de Urbino de Tizianq |
Tondo doni de Miguel Ángel |
Victoria della Rovere, duquesa de Toscana y esposa de Fernando II |
En el siglo XVIII se compraron pinturas antiguas y se organizó el núcleo de pintura francesa. Durante todo el siglo XIX se prepararon nuevas salas y la pinacoteca siguió ampliándose con obras importantes, entre las que se destaca el celebérrimo Nacimiento de Venus, de Botticelli, que se conserva en los Uffizi desde 1815, y la Anunciación de Leonardo de Vinci, en 1867. La adquisición definitiva de la Primavera, la espléndida obra de Botticelli realizada hacia 1482, se remonta a 1919.
La primavera de Botticelli |
El museo se distribuye en 3 pisos.
En la planta baja se encuentra la
taquilla y la entrada principal al museo, además de una librería con
libros de historia del arte, libros para los niñ@s, recuerdos, etc.
El inicio de la visita comienza en el último
piso llamado segundo piso donde, encontraremos las salas más interesantes del museo. El
principal medio para llegar aquí es por una gran escalera que se
remonta al siglo XVI en la época de los Medici, cuando el Uffizi fue
construido. Y en sus 45 salas se albergan obras de arte del siglo XIII al XVIII,
además de las muchas esculturas antiguas de las
colecciones de los Medici que se muestran en los tres corredores en forma de U
del edificio. ¡Las obras de arte más importantes conservadas en la Galería
Uffizi se encuentran en este piso!
Vestíbulo |
En cuanto al primer piso también tiene varias
salas, alrededor de 50, interesantes, con nuevas secciones que han sido
renovadas recientemente y que se denominan de acuerdo al color de sus paredes:
Azul, Roja, Amarilla…En ellas se exponen también obras de los grandes maestros
como Rafael, Tiziano o Caravaggio, que han sido trasladadas desde el piso
superior.
Algunas de las salas de este piso están
dedicadas a las exposiciones temporales actuales que organiza el museo.Corredor |
La Galería Uffizi tiene forma de ‘U’
invertida. En esta ‘U’ invertida tenemos, por tanto, tres pasillos en cada
altura, dos más largos y uno más corto y en ellos encontraremos la entrada a las salas en las que conservan las maravillas del museo.
Las salas están ordenadas cronológicamente lo que ayuda a ver claramente la evolución de la pintura y sus técnicas en el tiempo. Todas merecen una visita, pero hay algunas que son imprescindibles y para hacerlo bien debemos realizar la visita, como ya hemos dicho, comenzando por el segundo piso
Os haré una pequeña descripción de aquellas salas que considero interesante visitar, aunque insistiendo en que todas nos aportan algo interesante. En esta primera entrada os pongo un pequeño plano donde se encuentran las obras que reseñaré.
En la sala 2 se exponen, entre otras, tres grandes retablos de madera del siglo XIII, en los que se utilizó témpera y fondo de oro, anterior a la expansión de la pintura al óleo en el siglo XV.
Estas obras son obras maestras llamadas Maestá, que son representaciones de la Virgen María en el trono con el niño y rodeada de ángeles. Sus autores son tres maestros de la pintura italiana del siglo XIII: Duccio de Buoninsegna, Cimbaue y Giotto.
Además en la sala se exponen pinturas de
las iglesias de la Toscana que datan desde la primera mitad del siglo
XII y hasta los comienzos del siglo XIV. La mayor parte de obras de arte
exhibidas en esta sala muestran todavía una influencia del arte Bizantino
y las obras se sitúan en la más estricta tradición eclesiástica y sin duda
responden a la vieja idea de una gracia divina que lleva al idealismo en las
figuras, a eso se debe que por regla general sus personajes son de una estatura
muy alargada, con cuerpo muy estilizados, bidimensionales y con los contornos
nítidos.
Las salas están ordenadas cronológicamente lo que ayuda a ver claramente la evolución de la pintura y sus técnicas en el tiempo. Todas merecen una visita, pero hay algunas que son imprescindibles y para hacerlo bien debemos realizar la visita, como ya hemos dicho, comenzando por el segundo piso
Os haré una pequeña descripción de aquellas salas que considero interesante visitar, aunque insistiendo en que todas nos aportan algo interesante. En esta primera entrada os pongo un pequeño plano donde se encuentran las obras que reseñaré.
En la sala 2 se exponen, entre otras, tres grandes retablos de madera del siglo XIII, en los que se utilizó témpera y fondo de oro, anterior a la expansión de la pintura al óleo en el siglo XV.
Estas obras son obras maestras llamadas Maestá, que son representaciones de la Virgen María en el trono con el niño y rodeada de ángeles. Sus autores son tres maestros de la pintura italiana del siglo XIII: Duccio de Buoninsegna, Cimbaue y Giotto.
Sala 2 |
La Maestá Rucellai |
La Maestá/Madonna Rucellai, que mide 4,5 por
2,9 metros, es la pintura más
grande del arte del siglo XIII italiano conocida en la actualidad. Fue
encargada en 1285 al pintor sienés Duccio di Buoninsegna por la
cofradía florentina de Laudesi, una comunidad de fieles que se reunían en
la iglesia de Santa María Novella en Florencia para cantar
alabanzas a la Virgen.
El marco y la pintura están construidos de cinco tableros de chopo pegados juntos y está pintada a la témpera.La Madonna es grande en escala, ocupando la mayoría del marco. La Virgen se encuentra ataviada con una túnica finamente modelada de color rosa y un manto de color azul con un complejo borde dorado de líneas entrecruzadas que sigue los pliegues de la ropa de la Virgen desde el pecho a los pies, dibujando un movimiento sinuoso que infunde en la figura de María nobleza y elegancia, a la vez que el halo (también conocido como aureola) de oro, al igual que el del Niño, está decorado con motivos refinados que inciden en los protagonistas, creando un aura de trasparencia y a la vez iluminando la escena.
Mientras que el Niño está ataviado con una túnica blanca y un pequeño manto de color rosado anudado a la cintura.El uso de oro en Duccio representa la santidad de la familia y el reino ultraterreno que habitan.
El marco y la pintura están construidos de cinco tableros de chopo pegados juntos y está pintada a la témpera.La Madonna es grande en escala, ocupando la mayoría del marco. La Virgen se encuentra ataviada con una túnica finamente modelada de color rosa y un manto de color azul con un complejo borde dorado de líneas entrecruzadas que sigue los pliegues de la ropa de la Virgen desde el pecho a los pies, dibujando un movimiento sinuoso que infunde en la figura de María nobleza y elegancia, a la vez que el halo (también conocido como aureola) de oro, al igual que el del Niño, está decorado con motivos refinados que inciden en los protagonistas, creando un aura de trasparencia y a la vez iluminando la escena.
Mientras que el Niño está ataviado con una túnica blanca y un pequeño manto de color rosado anudado a la cintura.El uso de oro en Duccio representa la santidad de la familia y el reino ultraterreno que habitan.
Se ven seis ángeles, aguantando el adornado
trono, y están pintados en sombras de verdes, rosa, lila y azul. Sus posiciones
delante y detrás del trono, de forma casi simétrica, sugieren que están
levantándolo o bajándolo a tierra. El trono (representado
simultáneamente de frente y de lado) presenta una decoración con ventanas
góticas de doble y triple lanceta; aparte se puede apreciar como en la parte
posterior hay representada una cortina de seda, pero en ningún momento hay
sensación de profundidad. El
marco está decorado con treinta medallones, conteniendo retratos de Apóstoles,
profetas, santos y patriarcas.La preocupación del artista nunca fue el
volumen sino el color, por eso respecto a la policromía hay que resaltar
el uso de una variada paleta de colores: azules, verdes, rojos, lilas, rosas y
blancos, así como el uso del dorado para el fondo y en la línea ondulada del
borde del manto de la Virgen, que aporta movimiento a la composición.
Está claro por la atención en el detalle que Duccio estaba altamente preocupado por el idealismo y la belleza, tratando cada figura suavemente, con adoración y rasgos delicados.
Está claro por la atención en el detalle que Duccio estaba altamente preocupado por el idealismo y la belleza, tratando cada figura suavemente, con adoración y rasgos delicados.
Como curiosidad, destacar que durante
los trabajos de restauración llevados a cabo en el año 1.989 se
pudo descubrir que la túnica de la Virgen aparte de estar pintada con
tempera también había sido pintada con azurita (también conocida como
malaquita azul y que se utilizaba como alternativa al lapislázuli, por ser más
barato).
Otra obra es una Madonna y el niño entronizados, con ángeles y
santos, conocida como la Maestá de Ognissanti (Virgen de todos los Santos) de
Giotto di Bondone que es el artista más relevante del
Trecento italiano por el volumen y la trascendencia de su obra. La
obra pintada al temple sobre un panel de madera hacia 1310 tiene unas dimensiones
monumentales de 204 cm. X 325 cm. Y se encontraba inicialmente en la iglesia de Ognissanti en Florencia,
de ahí su nombre.La Virgen María, que sostiene al Niño sobre
su pierna izquierda, se encuentra ataviada con una túnica blanca y un manto de
color azul con el borde dorado, se puede apreciar como con la mano derecha
acaricia la pierna derecha del Niño Jesús. El Niño Jesús ataviado con una
túnica roja, aparece representado con el brazo derecho levantado y la mano
derecha bendiciendo, mientas que la mano izquierda se encuentra agarrando el
pergamino enrollado de las Sagradas Escrituras, símbolo de sabiduría.
Maestá de Ognissanti |
Alrededor
del trono, un tabernáculo que recuerda la arquitectura
gótica en boga en aquel momento, y donde hay un grupo de ángeles, santos
y profetas.
Al igual que la obra de Duccio esta pintura
sigue con los mismos rasgos bizantinos, aunque también presenta algunos rasgos
que nos permiten aventurar que se aproxima una renovación en el arte pictórico
hacia un movimiento prerrenacentista de los primitivos italianos del Trecento y
Quattrocento y que culminará en el Renacimiento pleno de Cinquecento.Estos rasgos arcaicos son: el fondo y el suelo de oro
que simbolizan la divinidad, las proporciones jerárquicas (la Virgen y el Niño
más grande que quienes los rodean), composición central de la Virgen con Niño, ángeles y
apóstoles en torno suyo, la simetría entre
las figuras, la pose hierática de la Virgen.
Pero frente a ellos también encontramos esos
rasgos que preconizan la llegada de nuevas tendencias en la pintura, se supera
la frontalidad bizantina, el niño aparece colocado en diagonal sobre las
rodillas de su Madre evitando la frontalidad; los ángeles, ataviados con
túnicas blancas, no miran al espectador, sino a la Virgen con el Niño.
Ángel de perfil |
El
rostro de la Virgen es más suave y humano, mirando directamente hacia afuera,
al espectador que está rezando delante de la tabla. El niño Jesús, en sus
labios y rostro parece estar a punto de hablar.Y aunque ángeles y santos son aun rígidamente
simétricos, ya no están unos detrás de los otros, aplastados, sino que se
colocan con orden uno detrás de otro, lo que se llama orden de perspectiva, que
es muy intuitiva, pero eficaz, primer paso para lograr una espacialidad
tridimensional que más tarde se logrará con el “sfumato”, y cada uno con su
propia fisonomía.
La Virgen con el Niño tienen un volumen sólido acentuado por el claro contraste entre las sombras y las luces.
La Virgen se sienta sobre un trono arquitectónico más realista con dos escalones revestidos de mármol y con un punto de fuga central acentuado por el baldaquino.
La Virgen con el Niño tienen un volumen sólido acentuado por el claro contraste entre las sombras y las luces.
La Virgen se sienta sobre un trono arquitectónico más realista con dos escalones revestidos de mármol y con un punto de fuga central acentuado por el baldaquino.
Es innovadora la representación de perfil de
algunos de los ángeles, a algunos de ellos, sólo se les ve un ojo, en
particular los cuatro ángeles del primer y segundo plano, que portan ofrendas
para la Virgen.
Uno
de ellos una corona (Coronación de la Virgen), otro un
cofre o los que portan jarras con flores; lirios (símbolo de la pureza) y rosas
(símbolo del amor).
Profeta en 3/4 |
También resaltar la vestimenta puesto que los pliegues de la tela han sido creados mediante la utilización de luz, sombra y color. Además se pueden apreciar los contornos de los cuerpos bajos los pliegues de la ropa (sobre todo se aprecia las rodillas de la Virgen y la zona de alrededor de sus senos).
La Madonna di Ognissanti, se considera
una obra maestra por su técnica, por las innovaciones aportadas por Giotto
y por su belleza. Una pintura clave para marcar una transición entre el
gótico y el arte renacentista.
Y la tercera es la Madonna y el Niño con los profetas conocida como la Maestá di Santa Trinitá de Cimabué, seudónimo artístico de Cenni (Bencivieni) di Pepo, al que se le considera como el último gran pintor de la tradición bizantina.
Y la tercera es la Madonna y el Niño con los profetas conocida como la Maestá di Santa Trinitá de Cimabué, seudónimo artístico de Cenni (Bencivieni) di Pepo, al que se le considera como el último gran pintor de la tradición bizantina.
Fue realizada en temple sobre madera con una
forma puntiaguda y con unas dimensiones de 385 x 223 cm y
fondo de oro. Fue pintado entre 1285 y 1286, pero no se
sabe quién la encargó. En
un tiempo estuvo en la iglesia de Santa Trinitá,
de ahí su nombre.
Sentada en un gran trono de marfil, como si
de una arquitectura se tratase, y en la que los colores poseen un profundo
significado teológico, la Virgen envuelta en un manto (clámide) de color
púrpura rojizo, este color se identifica con la realeza, señala con su mano
derecha, mostrándoselo a los fieles, al Hijo que sostiene en sus brazos, sobre
sus rodillas, según el modelo bizantino de la “Odigitria”, señalándolo
para indicarles a los fieles que la Verdad se encuentra en Él,
presentándolo como el Salvador del mundo.
El Niño Jesús, vestido como un filósofo
antiguo con los colores blanco, símbolo de pureza y de la luz de la
Transfiguración y naranja que representa
la Verdad y el fuego del Espíritu Santo, bendice y sostiene un pergamino
enrollado, tal vez el rollo de la Ley o las Sagradas Escrituras,
específicamente, el Evangelio de
Juan, donde se menciona la frase: "Yo soy el camino, la verdad
y la vida" (Juan 14:6-14).
Mientras en la base se ven cuatro profetas sorprendidos por la aparición de la Virgen con el Niño: Jeremías, Abraham, David e Isaías. A ambos lados del trono en el que se sienta la Virgen, aparecen los ángeles en planos superpuestos.
Mientras en la base se ven cuatro profetas sorprendidos por la aparición de la Virgen con el Niño: Jeremías, Abraham, David e Isaías. A ambos lados del trono en el que se sienta la Virgen, aparecen los ángeles en planos superpuestos.
Es la más antigua de las tres y por ello La
influencia bizantina se evidencia con más claridad en algunos
aspectos como el hieratismo de las figuras, sobre todo de la parte superior, todos
los ángeles parecen tener el mismo rostro y el mismo gesto, el uso, casi
abusivo, del fondo dorado, las tradicionales figuras de la Virgen y el
Niño bendiciendo, así como el color de la ropa.
Pero, ya hay matices que nos
señalan la llegada de nuevos y distintos elementos que van a constituir la
revolución pictórica del renacimiento: cierta profundidad gracias a la forma
del trono con mayor sentido tridimensional que crea un auténtico escenario,
debajo del cual y a modo de escotillón o exedra coloca a los profetas y la
posición de los ángeles en profundidad, los rostros de los profetas, a
diferencia de los ángeles, son muy expresivos y realistas; la Virgen en cambio,
es más suave y dulce.Y es precisamente en esta obra donde Cimabué
muestra ese paso fundamental en la transición del hieratismo y la idealización
de las figuras, propio de la tradición bizantina, y representada en los ángeles
hacia personajes dotados de emociones, los profetas del cuadro, con grandes
dosis de realismo y naturalismo que
serán la base de la pintura italiana renacentista y occidental.
El Trecento es un siglo de desarrollo del comercio y burguesía en algunas ciudades de Italia. En este siglo XIII aparecen dos escuelas diferentes: Siena y Florencia.
La escuela Sienesa, rival de la florentina, en la que sobresalen Duccio y Simone Martini, se caracterizó por su gran expresividad y colorido. Los fondos dorados y la utilización del dibujo y los colores ocres delicados, cuya composición se basaba en ciertas tierras de la Toscana, le dieron su carácter, pero también la soltura de sus composiciones y el gran realismo que mostraban a pesar de su estilización les llevó a crear un estilo dulce, elegante que influirá en el llamado estilo italogótico y sobre todo en el estilo gótico internacional.
El Trecento es un siglo de desarrollo del comercio y burguesía en algunas ciudades de Italia. En este siglo XIII aparecen dos escuelas diferentes: Siena y Florencia.
La escuela Sienesa, rival de la florentina, en la que sobresalen Duccio y Simone Martini, se caracterizó por su gran expresividad y colorido. Los fondos dorados y la utilización del dibujo y los colores ocres delicados, cuya composición se basaba en ciertas tierras de la Toscana, le dieron su carácter, pero también la soltura de sus composiciones y el gran realismo que mostraban a pesar de su estilización les llevó a crear un estilo dulce, elegante que influirá en el llamado estilo italogótico y sobre todo en el estilo gótico internacional.
En Sala 3 y correspondiendo a El Trecento
sienés encontraremos una extraordinaria pintura proveniente de la catedral de
Siena.
Hablamos de La Anunciación entre los Santos Ansano y Margarita, también conocida como La Anunciación de Simone Martini y Lippo Memmi. Tal vez uno de los primeros ejemplos de retablo que representan episodios evangélicos, en lugar de un icono de culto como las tradicionales madonas, Deésis y similares...
Hablamos de La Anunciación entre los Santos Ansano y Margarita, también conocida como La Anunciación de Simone Martini y Lippo Memmi. Tal vez uno de los primeros ejemplos de retablo que representan episodios evangélicos, en lugar de un icono de culto como las tradicionales madonas, Deésis y similares...
Se trata de un tríptico datado en el año 1.333,
perteneciente al arte medieval, en concreto al arte gótico.
Fue elaborado por el pintor italiano Simone Martini con la colaboración del pintor también italiano Lippo Memmi (cuñado y seguidor de Simone Martini), pero se desconoce qué es lo que se debe atribuir a cada uno de los pintores. Se ha elaborado la hipótesis de que la parte central con la Anunciación se atribuye a Simone y los dos santos y los tondos con los profetas son de Lippo.El autógrafo de los dos pintores quedó inmortalizado en la inscripción latina que hay en una esquina del cuadro. En la madera que está debajo de la figura de la santa, está plasmada la fecha y la firma de los autores. “SYMON MARTINI ET LIPPVS MEMMI DE SENIS ME PINXERVNT ANNO DOMINI MCCCXXXIII”.
El tríptico fue encargado para uno de los
altares laterales, en concreto para el altar de San Ansano, situado dentro de
la catedral de Siena y permaneció en la catedral hasta el año 1.799 cuando por
orden del archiduque austríaco y emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico, Pedro Leopoldo de Habsburgo-Lorena (también conocido como
Leopoldo II), la Anunciación entre los Santos Ansano y Margarita fue trasladada
a la ciudad de Florencia (Italia), dónde fue expuesta en la Galería Uffizi,
pasando a formar parte de su colección de arte.
Está fabricada en oro y pintura al temple sobre una tabla de madera.
Y se trata de un tríptico divido en
tres partes o secciones en la que está representada la escena de la Anunciación
en un gran compartimento central y enmarcada en los laterales por dos
compartimentos con las figuras de dos Santos: San Ansano) a la izquierda y
Santa Margarita (a la derecha).
Fue elaborado por el pintor italiano Simone Martini con la colaboración del pintor también italiano Lippo Memmi (cuñado y seguidor de Simone Martini), pero se desconoce qué es lo que se debe atribuir a cada uno de los pintores. Se ha elaborado la hipótesis de que la parte central con la Anunciación se atribuye a Simone y los dos santos y los tondos con los profetas son de Lippo.El autógrafo de los dos pintores quedó inmortalizado en la inscripción latina que hay en una esquina del cuadro. En la madera que está debajo de la figura de la santa, está plasmada la fecha y la firma de los autores. “SYMON MARTINI ET LIPPVS MEMMI DE SENIS ME PINXERVNT ANNO DOMINI MCCCXXXIII”.
Está fabricada en oro y pintura al temple sobre una tabla de madera.
S. Ansano y Sta.Margarita |
La parte central es más ancha que las partes
laterales; la parte central presenta una altura de 184 cm y una anchura de 114
cm, mientras que las partes laterales tienen una altura de 105 cm y una anchura
de 48 cm.
Las escenas representadas, central y laterales, se encuentran enmarcadas en una arquitectura interior abierta, propia de los retablos góticos de la época dentro de cinco arcos ojivales. apuntados y polilobulados, en este caso muy decorados y sostenidos, los laterales, por columnas con fustes en espiral que además son los que articulan los tres paneles del retablo. Esos fustes laterales, al igual que las ménsulas centrales, continúan en el cuerpo superior convertidos en pilastras que rematan en pináculos y gabletes con agujas, propios del estilo gótico.
El oro domina todo el retablo ya que tanto el fondo donde se desenvuelven las figuras como todos los demás elementos están recubiertos del metal precioso. Todo el retablo muestra una gran unidad tanto en el estilo, a pesar de ser dos artistas distintos, como en la composición, lo cual le otorga más valor convirtiéndola en una pieza representativa del gótico de Siena.
Se puede observar como cada arco contiene una
moldura circular con un tondo o medallón, y dentro de él aparecen representados
los bustos de los profetas: Jeremías, Ezequiel, Isaías y Daniel; Isaías porta un
rollo con la profecía que aparece en la Biblia. A excepción del central,
que es de mayor tamaño, pero aparece vacío, sin ninguna representación.La escena central se encuentra
enmarcada en tres arcos y representa la Anunciación, es decir, el momento
en el que el arcángel Gabriel irrumpió en la casa de la Virgen María para
anunciarle su futura maternidad.
Cabe destacar que este episodio del Evangelio según San Lucas que aparece en el capítulo 1, fue considerado en la Edad Media como el comienzo del cristianismo.
Cabe destacar que este episodio del Evangelio según San Lucas que aparece en el capítulo 1, fue considerado en la Edad Media como el comienzo del cristianismo.
El goticismo de las figuras
se manifiesta en la delgadez y estilización de los cuerpos, en los amplios
pliegues de las vestiduras, en la resolución de las alas del ángel de un
carácter bastante arcaico y finalmente en la postura algo estereotipada de la
Virgen.
A la derecha, nuestra izquierda, si
miramos de frente el cuadro, se encuentra representado el arcángel
Gabriel, esta arrodillado con las alas doradas extendidas (destacan las fina textura
y la trama de las plumas doradas), como si acabara de tocar el suelo y su manto
todavía estuviera en movimiento.
La escena es casi teatral Se encuentra
ataviado con una túnica blanca, mientras que el manto dorado está decorado con
un motivo arabesco.
Con la mano derecha sostiene una rama de
olivo (símbolo de la paz), realidad con gran naturalidad, mientras que con la mano izquierda indica como
en la parte superior está representada la paloma del Espíritu Santo
descendiendo del cielo en un círculo dorado y rodeado de ocho ángeles
querubines.
Se puede observar como desde la boca del arcángel hasta la altura de la Virgen hay una inscripción en horizontal escrita en latín con letras doradas, inscripción que aparece en el Evangelio de San Lucas. La inscripción y su traducción son las siguientes:"AVE GRATIA PLENA DOMINVS TECVM" "Llena de gracia, el Señor está contigo". En el borde de su túnica aparecen bordadas otras palabras.
A la izquierda, nuestra derecha, se
encuentra sentada en un trono de perspectiva incierta la Virgen María. El
banco donde se sienta la Virgen tiene profundidad es decir, tres dimensiones
igual que el libro sostenido en sus manos, en el cual penetra la luz por las
páginas entreabiertas. Sin embargo la perspectiva tridimensional no está bien
conseguida. Habrá que esperar al siglo XV para que sea una realidad completa.
Se puede observar como desde la boca del arcángel hasta la altura de la Virgen hay una inscripción en horizontal escrita en latín con letras doradas, inscripción que aparece en el Evangelio de San Lucas. La inscripción y su traducción son las siguientes:"AVE GRATIA PLENA DOMINVS TECVM" "Llena de gracia, el Señor está contigo". En el borde de su túnica aparecen bordadas otras palabras.
La Virgen se retrae casi sorprendida durante
la lectura o meditación acerca de la
Biblia, o más exactamente, según criterio de los Padres de la Iglesia, acerca
de las predicaciones de Isaías y se asusta por la repentina aparición del
arcángel. Los hombros están representados encogidos en señal de castidad,
humildad y reticencia, con un leve movimiento entre hosco y recatado, pero
elegante. Se aprecia como con su mano izquierda entrecierra la Biblia, mientras
que con su mano derecha cierra su manto.Se encuentra ataviada con una túnica roja y
un manto azulado con los bordes dorados. En el rostro destaca la boca pequeña
que aparece fruncida, los ojos almendrados entrecerrados y la nariz recta. El
cabello se encuentra peinado hacia atrás y enmarcando el rostro.
El goticismo de las figuras
se manifiesta en la delgadez y estilización de los cuerpos, en los amplios
pliegues de las vestiduras, en la resolución de las alas del ángel de un
carácter bastante arcaico y finalmente en la postura algo estereotipada de la
Virgen.
Sobre las dos figuras está
representado el cielo rodeado de serafines, constituyendo todavía un elemento arcaico propio de etapas anteriores.
Cabe resaltar que, entre las dos figuras
y situado en un segundo plano, para dar sensación de profundidad, hay un búcaro
con lirios, sobre un fondo dorado. Además del simbolismo mariano de pureza y
virginidad, que representan los lirios, el jarrón marca el eje de simetría
en el centro de la composición. Tanto el jarrón como las flores están
tratados muy realísticamente.
Hay que subrayar cómo han sido encajadas
estas imágenes dentro de la complicada forma del retablo; cómo se han enmarcado
las alas del arcángel con el arco apuntado de la izquierda y cómo retrocede la
figura de la Virgen para quedar cobijada por el arco de la derecha, mientras
que el espacio vacío del medio lo llena el jarrón y la paloma.
Suelo de mármol moteado |
En el lateral derecho está
representado San Asano (el patrón de la ciudad de Siena, también
conocido como El Apóstol de Siena), se le ha podido identificar gracias a la
bandera denominada "Bandera de la Resurrección", esta bandera aparte
de ser considerada como su atributo, también está considerado un símbolo de la
victoria sobre la muerte y también, puesto que murió martirizado, lleva la
palma.
En el lateral izquierdo se
encuentra representada la figura de Santa Margarita (también conocida
como Margarita de Antioquía), una santa cristiana, virgen y mártir, inscrita en
el grupo de los Santos auxiliadores que se coloca en el tríptico por su
invocación en los alumbramientos.
También destacar que las figuras de los
dos santos, al igual que la de la virgen, se encuentran representadas con
un mismo patrón o modelo de uso general ya que no hay ningún
interés, todavía, por la representación individual.
En cuanto a la composición destacar el fondo dorado ligado aún a la tradición y todavía solicitado en las representaciones sagradas que da a la escena una apariencia abstracta, pero extraordinariamente espiritual y es símbolo de la divinidad, por eso el oro rodea la imagen de la virgen, ángeles y santos.
En el dibujo y el uso de trazos curvilíneos y sinuosos
(sobre todo en el plumaje de las alas del arcángel y en la vestimenta de la
Virgen), se muestra el dinamismo y las emociones por lo que diremos que muestra
una mayor realidad. La línea que se percibe en la obra, es muy fina y precisa,
y sigue en todas las figuras un trazado curvo y en forma de "S"
creando una mayor sensación de movimiento y volumen, es decir, de realidad en
cuerpos, ropajes, colores...
Las vestiduras de todos los personajes adquieren forma gracias a esas líneas decorativas y serpenteantes típicas de esta escuela sienesa, justo lo opuesto al estilo florentino, más relacionado con el volumen y la forma, y a los contornos de los personajes que se encuentran definidos por una refinada línea negra.
En cuanto a la paleta cromática utilizada, podemos decir que tiene un gran protagonismo, está formada por colores fuertes y contrastados, sin que apenas haya gradaciones cromáticas. Los colores son muy llamativos, lo mismo los amarillos de oro del fondo que la combinación de azules y rosas, muy delicados, del Arcángel y la Virgen. El oro esta utilizado en toda la obra como primera capa y sobre él se pintan los demás colores. Todos ellos aportan, además, el carácter rico y ampuloso de esta pintura aristocrática. El uso de las veladuras, que es como un suave claroscuro, es una característica básica de la dulzura de la pintura de Simone Martini. Los artistas de la época, al estar bajo el mecenazgo de personajes importantes aceptaban las solicitudes de clientes, pero siempre, de “modu propio” añadían detalles a sus producciones que contribuían a enriquecer la obra y que pareciera más realista, en la obra que nos ocupa Simone Martini, añade detalles como el pavimento de mármol moteado, el manto del arcángel, el jarrón de lirios, el libro medio cerrado de María y su trono, todo ello parece sugerir un espacio real donde se produce la escena aunque luego el fondo dorado produzca la sensación de irrealidad en la que se da la escena de la anunciación.La Anunciación entre los Santos Ansano y Margarita está considerada una obra maestra del pintor Simone Martini y una de las obras más representativas de la pintura gótica en general y de la escuela de Siena en particular, caracterizada, sobre todo, por la maravillosa elegancia y suavidad de las líneas, del color y el gusto por la belleza.
Además subrayar que fue Simone Martini el primero que pintó en la escenificación de la Anunciación al arcángel Gabriel arrodillado y esta novedad iconográfica tuvo una gran repercusión dentro de las representaciones del arte gótico.
En cuanto a la composición destacar el fondo dorado ligado aún a la tradición y todavía solicitado en las representaciones sagradas que da a la escena una apariencia abstracta, pero extraordinariamente espiritual y es símbolo de la divinidad, por eso el oro rodea la imagen de la virgen, ángeles y santos.
S. Ansano; Sta Margarita; la Virgen |
Las vestiduras de todos los personajes adquieren forma gracias a esas líneas decorativas y serpenteantes típicas de esta escuela sienesa, justo lo opuesto al estilo florentino, más relacionado con el volumen y la forma, y a los contornos de los personajes que se encuentran definidos por una refinada línea negra.
En cuanto a la paleta cromática utilizada, podemos decir que tiene un gran protagonismo, está formada por colores fuertes y contrastados, sin que apenas haya gradaciones cromáticas. Los colores son muy llamativos, lo mismo los amarillos de oro del fondo que la combinación de azules y rosas, muy delicados, del Arcángel y la Virgen. El oro esta utilizado en toda la obra como primera capa y sobre él se pintan los demás colores. Todos ellos aportan, además, el carácter rico y ampuloso de esta pintura aristocrática. El uso de las veladuras, que es como un suave claroscuro, es una característica básica de la dulzura de la pintura de Simone Martini. Los artistas de la época, al estar bajo el mecenazgo de personajes importantes aceptaban las solicitudes de clientes, pero siempre, de “modu propio” añadían detalles a sus producciones que contribuían a enriquecer la obra y que pareciera más realista, en la obra que nos ocupa Simone Martini, añade detalles como el pavimento de mármol moteado, el manto del arcángel, el jarrón de lirios, el libro medio cerrado de María y su trono, todo ello parece sugerir un espacio real donde se produce la escena aunque luego el fondo dorado produzca la sensación de irrealidad en la que se da la escena de la anunciación.La Anunciación entre los Santos Ansano y Margarita está considerada una obra maestra del pintor Simone Martini y una de las obras más representativas de la pintura gótica en general y de la escuela de Siena en particular, caracterizada, sobre todo, por la maravillosa elegancia y suavidad de las líneas, del color y el gusto por la belleza.
Además subrayar que fue Simone Martini el primero que pintó en la escenificación de la Anunciación al arcángel Gabriel arrodillado y esta novedad iconográfica tuvo una gran repercusión dentro de las representaciones del arte gótico.
Otra de las obras que me parece interesante
visitar es ésta titulada: «La batalla de San Romano», ya que es considerada una
de las obras maestras de la pintura renacentista, por el uso audaz y
experimental de la perspectiva, y ha sido elogiada por su realismo, su
dinamismo y su habilidad para transmitir la intensidad de una batalla. Se
encuentra en la sala 7 de la Galería la que corresponde al primer renacimiento.
Además creo que en esta obra se ven
perfectamente esos puntos diferenciales que va a marcar la transición entre el
gótico, ya en declive y el Renacimiento incipiente que se vislumbra de manera
próxima y que iremos desgranando a lo largo de la entrada.
Uccello se enmarca en el «Quattrocento»
florentino. Se llamaba Paolo di Dono, pero le conocemos como
Paolo Uccello. Es curioso, pero no se sabe dónde nació, aunque si el año de nacimiento:
1397 y el de su muerte en Florencia en
1475.
Paolo Ucello (Louvre) |
Se formó en el taller de Ghiberti y
trabajó principalmente en Florencia.
Su principal punto de interés fue lograr
la perspectiva visual, esto es, incluir las tres dimensiones en una
superficie bidimensional como es la de una tabla. La utilización de la
perspectiva crea una sensación de profundidad y de espacio en la pintura, y
contribuye a su realismo y precisión técnica y esta técnica se evidencia
claramente en la obra.
Uccello estaba obsesionado por representar
correctamente el espacio para ello utilizó en sus obras, en general, los paisajes profundos, y las figuras en
escorzo.
National Galery |
Pero, si nos fijamos esta obra, que os propongo, la
pintura sigue teniendo cierto estilo
gótico, por lo minucioso y el colorido. Por eso hay quien considera que está un
poco a caballo entre esos dos mundos
propios de la Florencia del siglo XV: el gótico medieval y el moderno
renacentismo a un tiempo.
La batalla de San Romano o La
derrota de San Romano es una tabla, obra de Ucello, que formaba parte de
un ciclo de tres pinturas que celebraban la victoria de los
florentinos sobre las tropas de Siena aliada con Milán y Lucca.
Está realizado con temple al huevo (a
veces y en alguno de ellos con aceite de nuez y aceite de linaza) sobre paneles
de madera (generalmente álamo), cada uno de más de 3 metros de largo.
Louvre |
Y a esta hipótesis contribuye su cercanía, en
cuanto al estilo, del aplicado por Ucello en la ejecución de su obra Monumento
a Jhon Hawkwood de 1436 y que se encuentra en la catedral de Florencia.
Busto de Lorenzo de Médici de Verrocchio |
Las tres obras pasaron a los Uffizi en 1784.
Sin embargo, en el siglo XIX, los tres paneles fueron considerados demasiado
similares entre ellos, por lo que en los Uffizi sólo quedó el mejor conservado,
mientras que los otros fueron vendidos.
Giampietro Camapana |
El ciclo de pinturas, como ya hemos dicho, fue un encargo de Lionardo Bartolini
Salimbeni, que tuvo un papel destacado en la apertura de hostilidades con Siena y representan, en
cada una de las tres tablas, tres momentos distintos de la batalla entablada el
1 de junio de 1432 en San Romano, cerca de Pisa, entre
los florentinos, que resultaron al final victoriosos, guiados por Nicolás
de Tolentino y los sieneses, liderados por Bernardino della Carda.
Aparentemente tuvieron en un principio forma
de arco, esto es, las tres pinturas fueron diseñadas para colgarse en lo alto
de tres paredes diferentes de una habitación, y la perspectiva se diseñó
teniendo en cuenta esa altura, lo que explica muchas anomalías aparentes en la
perspectiva cuando se ven en fotografías o a la altura normal de la galería.
Actualmente, como ya he dicho con
anterioridad, están separadas en tres de los museos más importantes del mundo: National
Gallery de Londres, Louvre de París y Galería de los
Uffizi de Florencia.
El panel de los Uffizi probablemente fue
diseñado para ser la pintura final del tríptico y
es el único firmado por el artista.
Hay muchas versiones en cuanto a la secuenciación
de los tableros, una de las más aceptadas sería: Londres, Louvre, Uffizi; aunque
se han propuesto otras como la que dice representar diferentes momentos del día,
pues la batalla duró ocho horas y el orden sería: el amanecer (Londres), el
mediodía (Florencia) y el anochecer (París).
Mañana Tarde Noche Otra interpretación: como duró unas 8 hora; |
Yo explicaré la que considero, bajo mi punto de vista, más acertada, pero insisto, no por ello, tiene porque ser la verdadera.
Niccolóda Tolentino |
Esta pintura se encuentra
expuesta con el título de Niccolò Mauruzi da Tolentino at the Battle of
San Romano y mide 182 cm de alto y 317 cm de ancho.
Micheletto sa Cotignola |
Bernardino della Carda |
La composición
está llena de gente, los cuerpos de los caídos yacen dispersos en el campo de
batalla, y los caballos, algunos sin jinete, corren desbocados. La atmósfera
parece un tanto irreal y los caballeros
parecen maniquíes de un torneo medieval. Paolo Uccello parece más interesado en
la perspectiva y su aplicación, que en los sentimientos humanos.
En esta, como en otras obras del mismo
artista, se presentan mezclados elementos medievales, principalmente
góticos, con claros elementos renacentistas, como, por ejemplo, el
tratamiento escultórico de los volúmenes, tan propio dela cultura pictórica del
renacimiento, tanto de las anatomías humanas como la de los caballos y los
escorzos de las figuras con variadas perspectivas,
con ello lograba intensificar el dramatismo de la escena.
Junto a ellos encontramos otros elementos de tradición gótica, como los colores
brillantes, el refinamiento decorativo en particular de las figuras y del
paisaje o la minuciosidad y el amontonamiento de detalles.
Esa atención en los detalles y la precisión
técnica en la representación de los cuerpos y las formas reflejan la habilidad
del artista para la observación detallada y la representación realista.
Las figuras de los hombres y de los animales
son geométricas y precisas, aunque irreales como los colores que usa: los
caballos son rojos, blancos y azules.
La pintura está dominada por tonos verdes,
rojos y dorados, que se complementan y contrastan entre sí para crear una
sensación de dinamismo y acción. Los colores también se utilizan para crear una
sensación de profundidad, con tonos más oscuros en el primer plano y tonos más
claros en el fondo.
Esa luz y colores irreales puede que estén
inspirados en los relatos caballerescos medievales.
Cuerpos en raros escorzos |
Uccello es conocido por su habilidad para
representar detalladamente los objetos y las formas en sus pinturas, y la
batalla de San Romano no es una excepción. Los detalles de la armadura, las
banderas y los cuerpos caídos también dan una sensación de movimiento y acción
intensa, a la par que reflejan su observación detallada y su habilidad técnica
llenando la imagen de colorido y movimiento. Esa presencia de muchos
detalles acerca las pinturas al estilo de los tapices propios del estilo
gótico.
También reflejaba con minuciosidad la
moda masculina de la época. Uccello representaba a caballeros medievales, con las
suntuosas armaduras de los soldados, sus largas lanzas, sus vestiduras de
colores… Lo que más llamativo nos resulta son esos tocados que parecen turbantes
árabes. Se les llamaba mazzochi y son sombreros florentinos de diferente
aspecto y que el artista describe detalladamente.
Uccello usó un compuesto pictórico que ha
resultado dañado con el paso del tiempo. Muchas zonas de las
pinturas estaban cubiertas con pan de oro y plata. Mientras que el pan de
oro, como el que se encuentra en las decoraciones de las bridas, se ha
mantenido brillante, el pan de plata, que se encuentra particularmente en las
armaduras de los soldados, se ha oxidado variando hacia un gris opaco o
negro. La impresión original de la plata al ser bruñida habría sido
deslumbrante.
Esta obra también nos recuerda cómo eran
las batallas en aquel final de la Edad Media. Aún dominaba la caballería
pesada, con sus armaduras de suaves líneas curvadas que se ajustaban al cuerpo.
Todavía eran enfrentamientos con arma blanca, picas o lanzas, se usa la
ballesta o la maza para derribar al contrario. Un caballero caído era un
caballero vencido,
La obra está realizada de acuerdo con
la perspectiva naturalis, que prevé varios puntos de fuga: de esta
manera el artista ha sido capaz de separar el primer plano, donde se desarrolla
la batalla y donde muchos elementos están representados en escorzo, del fondo,
donde incluso podemos ver alguna escena de caza y otros personajes en distintas
actitudes, pero con proporciones irreales.
Ucello no coloca esta escena en un espacio
claramente definido, sino que representa la batalla contra un fondo
relativamente oscuro y en ese fondo las figuras que batallan son coherentemente
más pequeñas que las que están en primer plano y gracias a este recurso,
Uccello crea sensación de profundidad en el espacio.
Toda la narración secuencial de los
acontecimientos de las tres obras es un pretexto para expresar la consecución del
anhelado deseo de consecución del movimiento en la pintura. Las figuras, tanto
de animales, como de personas, se presentan en numerosos escorzos, esto
es, sometidos a las leyes físicas del movimiento que deforman
la realidad mediante la utilización de una perspectiva inusual, lo que permite situaciones
dramáticas, puede verse en los jinetes ligeramente inclinados o en los caballos
que se muestran de espaldas o de lado, para ensayar su relieve pictórico. De
esta manera Uccello triunfa al crear la ilusión de un ímpetu general orquestado
por las lanzas y los caballos.
Llama la atención ese ritmo de las
lanzas (también las rotas en el suelo), que dan aún más verosimilitud a
esa perspectiva.
La obra es notable por su realismo y su
habilidad para transmitir la intensidad y el caos de la batalla y que destaca
por su composición compleja y su técnica de utilización de la perspectiva. Los
cuerpos de los caídos y los caballos desbocados crean una sensación de desorden
y destrucción, mientras los jinetes con armadura se ven envueltos en un combate
también confuso y caótico.
A nivel político, es un ejemplo de la
propaganda visual que era común en la época, y su mensaje es claro: Florencia
es fuerte y victoriosa. Reflejando el orgullo y la confianza de los florentinos
en su ciudad y su capacidad para defenderse contra sus enemigos.