IGLESIA-CONVENTO DE LA ENCARNACIÓN
La iglesia-convento de la Encarnación, se
encuentra en la actual Plaza de la Encarnación de Atxuri, antiguo arrabal
histórico conocido como Ibeni y que era el final del antiguo Camino Real a Castilla.
La edificación actual está compuesta por
la Iglesia y un bello claustro y fue declarada Bien de Interés
Cultural en 2001.
La fundadora del convento de la
Encarnación de Bilbao fue Dña. María Ortiz de Madariaga Novia de Salcedo que
profesó en 1499 formando la primera comunidad dominica de la capital vizcaína, instalada,
en primera estancia en la calle Somera.
Iglesia de La Encarnación finales del siglo XIX |
Su construcción es atribuida al dominico
Fray Martín de Santiago.
En el año 1526 se funda, anexo a la
iglesia un colegio dominico con cátedras públicas de Teología y Filosofía, que
fueron las primeras que hubo en Bilbao.
Y se continuaron las obras hasta 1560,
año que se da por concluida la edificación definitiva del convento, con iglesia
y claustro.
Actualmente, después de la
desafectación, el convento acoge el Museo Diocesano de Arte Sacro, mientras
que la Iglesia de la Encarnación alberga la parroquia regentada por los
padres dominicos y que, se utiliza, en ocasiones, para recitales de música clásica.
Vista aérea |
Arquitectónicamente, el conjunto lo
componen la iglesia y el claustro, destacando la iglesia por su considerable
tamaño y en ella su hermosa portada, de 1554 y de estilo renacentista.
El templo de estilo tardogótico manierista,
con importantes referencias renacentistas, es un edificio considerable, en
cuanto a su tamaño y que, en su origen, se organizaba en planta de cruz latina,
con crucero alineado e inserta en una rectángulo y formada por una nave en
cuyos laterales se sitúan capillas bajas individualizadas, parceladas por
muros, para las devociones particulares.
Planta |
La nave central, longitudinalmente, consta
de seis tramos contando el crucero
alineado, que se acusa en planta al ser de mayor anchura que el resto de tramos
de la nave.
Los
dos tramos finales, a los pies, están ocupados por el coro y hacia la cabecera
remata en una capilla absidial rectangular oblonga en el centro.
En una palabra, el espíritu que se
respiraba en la iglesia era el de los templos conventuales formulados según el
sistema promovido por los Reyes Católicos, esto es, una nave con crucero y capillas
bajas laterales individualizadas para las devociones particulares, cubierto,
todo ello, con bóveda a la manera gótica.
Pero, en 1965, la iglesia sufrió una profunda
renovación y se derribaron los muros de las capillas laterales,
transformando el espacio resultante en dos naves laterales bajas que rematan
tras el crucero y hacia la cabecera en dos pequeños absidiolos.
Los tramos y las naves laterales están
determinados por pilares de modelo bastante uniforme aunque con pequeñas
variaciones, lo cual evidencia que fue levantada en
un periodo de tiempo no excesivamente prolongado. Estos pilares son de sección circular con columnillas adosadas para la
realización de las capillas laterales y que, a la vez, sirven de soporte
a unas bóvedas de clara estructura gótica, con nerviaciones que conforman
estrellas, algunas muy complejas como las que se enriquecen con formas
acorazonadas.
Más tarde y tras la
reestructuración de 1965, ya comentada, se cubren las laterales del crucero, el
sotocoro (debajo del coro), y las capillas con bóvedas a la manera gótica
clásica, incluso en una de ellas, la capilla del Rosario, se cubre con una cupulita
con linterna.
Por último, el ábside se cubre con una
bóveda de cuarto de esfera de cabecera plana con una red de nervios que se
cruzan en recto formando una retícula ortogonal de casetones.
Los elementos estructurales principales,
así como los lienzos de la nave y el crucero se construyen en sillería de
piedra arenisca y la luz penetra en el interior del templo por
ventanas de medio punto con molduras, y abiertas en los muros por el lado de
Mediodía, el testero y el brazo de crucero Norte. Pero aun así resulta
insuficiente para un espacio tan grande.
La fachada datada en 1554 ocupa todo el
hastial de los pies, es de tipo hornacina, esto es rehundida, con un tramo
central que se corresponde aproximadamente con la nave. En ella se distinguen
tres calles: la central, más ancha y marcada por dos contrafuertes que
sostienen un arco apuntado u ojival, y que da cobijo a diferentes elementos
renacentistas y las dos calles laterales dobladas hacia atrás y unidas a los
contrafuertes mediante un sistema de trompas.
Está rematada por un cuerpo a modo de
templete o espadaña añadido, en 1690, casi
siglo y medio después, y sobre cuyo eje va la torrecilla de las campanas.
Enmarcado
en este elemento central adelantado respecto de la fachada encontramos el
acceso que responde a un modelo de arco de triunfo de medio punto entre pares
de pilastras y escoltado por dos hornacinas, en la actualidad, vacías.
Por encima y en un segundo nivel, lleva
un gran encasamiento cuadrangular y abocinado a manera de ático de un retablo
con la historia tallada de la Anunciación.
A continuación hay un modesto óculo
que ilumina el coro y en el ápice, el escudo de la orden de Santo Domingo.
Exterior de la cabecera |
En la portada se descubren dos fechas
que corresponden a la construcción de la mayor parte del templo. La primera
-1554- aparece en una de las peanas de las entrecalles; la segunda -1560- en la
clave del arco de ingreso. Sin embargo, la recargada decoración naturalista
tallada con hojarasca de la mitad superior de la fachada, en las enjutas, el
campanario, el relieve de la Anunciación y el propio escudo de la Orden, es
propia de finales del siglo XVII.
Relieve de la Anunciación |
En esa época se construyó y talló esa parte
bajo la dirección del maestro guipuzcoano Martín de Zaldúa. Esa fecha
corresponde a la fase final de las obras del conjunto iniciadas hacia el año
1515 y culminada con la inserción de la espadaña en 1690.
La iglesia que fue construida con la
finalidad primordial de atender a las monjas dominicas, se adosa al claustro
por el lado de la Epístola, compartiendo este muro.
El claustro, más modesto que la iglesia,
y muy renovado conserva dos crujías de la época, construidas sobre galerías
porticadas en planta baja de piedra de sillería, con arcos de medio punto.
Este pórtico soporta dos plantas superiores
ampliadas con voladizos de madera vista, que forman galerías sobre el claustro
y que desde 1995 contienen los fondos del Museo Diocesano de Arte Sacro.
En dicho espacio podemos gozar de
esculturas y pinturas de gran interés, tanto de maestros antiguos, como Antonio
Carnicero, del Arco, Luis Paret, Lucas Jordán, Mignard, Luis Salvador Carmona,
Beaugrant y modernos como Basiano, Huerta, Torre, Urrutia, o el mismo Romero de
Torres.
También dispone de memorables piezas de
orfebrería hispana y colonial y de ropas sagradas con ricos brocados de oro y
sedas filipinas de vivos colores.
Se trata pues de un magnífico museo,
interesante por la riqueza de sus fondos y por su planteamiento didáctico.