miércoles, 2 de mayo de 2018

Santa María deLeyre

Monasterio de Leyre (Leire en Euskera)
En esta nueva entrada voy a intentar compilar aquellas informaciones sobre la parte románica de este monasterio que he conseguido reunir entre la documentación que a través de páginas web he recabado; así como información obtenida in situ, entre algunas de las personas con las que entablado conversación.
Lo primero dar las gracias a todas aquellas personas que escriben y muestran sus excelentes trabajos en internet y entre los que no me privo de nombrar al señor y con mayúsculas GARCÍA OMEDES o a DIEZ ARNAL, sin desmerecer al resto de personas y asociaciones que contribuyen con sus publicaciones a difundir nuestro gran patrimonio cultural y artístico. ¡GRACIAS DE CORAZÓN!
Tengo que decir, que es una de las visitas en la que más he disfrutado, a pesar de la climatología y de que todavía no estábamos en temporada de visitas, por lo que la tuvimos que hacer por nuestra cuenta, con lo que eso limita, en cuanto a información y conocimiento, en este caso del monasterio; pero, entre lo que sabía, poco debo decir, lo que había leído que siempre me gusta antes de visitar algo y el Smartphone (herramienta que todo lo sabe) completé no sólo la visita, sino que hizo entusiasmarme, para una vez llegado a casa intentar compilar todo aquello que había sacado en claro. Además debo decir que, contradiciendo a Ana Belén en su canción “Peces de ciudad” cuando dice “En Macondo comprendí,  Que al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver”, me gustaría volver para poder comprobar, in situ, toda la información que en esta entrada he recogido y que en su momento pasé por alto por desconocimiento, incluso alguna de las cosas que no pude ver porque no había acceso a ellas, como la arqueta de Leyre.
De todas las formas es una visita que recomiendo a todas aquellas personas que visiten los alrededores: Yecla, Sangüesa, Sos del Rey Católico, etc...
Para empezar voy a dar los datos identificativos de este monumento:
Nombre: Monasterio de San Salvador de Leyre.
Ubicación: se encuentra en la Comunidad Foral de Navarra cerca de Yesa en la Meridad de Sangüesa, localidad conocida por albergar la presa que forma el embalse de Yesa, pero además por el monasterio de San Salvador de Leyre que fue declarado Monumento Nacional en 1868 y que se encuentra dentro de la ruta del Camino de Santiago por Aragón. Actualmente, desde noviembre de 1954, el monasterio es ocupado por monjes benedictinos procedentes del Monasterio de Santo Domingo de Silos.
Leyre es una sierra, la primera sierra prepirinaica. Es un lugar próximo al río con nombre de reino, el río Aragón, sobre cuyo valle se alza. Es un panteón real. Es un monasterio. Pero sobre todo es uno de esos enclaves mágicos donde el tiempo parece detenerse, y que nos provoca la sensación de recogimiento y abandono de la civilización para entrar en un mundo de recogimiento e introspección lejos del mundanal ruido, sobre todo si vas en época no estival en la que la visita se masifica y pierde el encanto. Finales de otoño comienzo de primavera es la época ideal.
Pero hagamos un poquito de historia/ficción
La historia del monasterio va unida a la vida de tres personajes importantes: las hermanas Santa Nunilo y Santa Alodia y el abad San Virila. Los personajes aparecen documentados, por lo cual dudar de su existencia no debemos, pero las circunstancias que rodean su vida: nacimiento, lugares donde desarrollaron su vida,  etc., es lo que genera o puede generar alguna duda o controversia y contra lo cual sólo hay una palabra que lo explica o lo puede explicar: la FE y además esos “detalles” no inciden en su relación con el monasterio de Leyre, pero podrían haberse dados.
Vamos a intentar resumirlas brevemente, en primer lugar y por estricto orden cronológico, nos encontramos con la historia de las  Santas Nunilo y Alodia. 
Cuenta la leyenda que Nunilo y Alodia nacieron en siglo IX, en Adahuesca, de familia acomodada su padre se convirtió al Islam adoptando el nombre de Mu-ladi, pero su madre permaneció fiel a la fe cristiana. Aunque la ley les exigía profesar el Islam, que era la religión del padre, no obstante prevaleció la religión de su madre y su educación fue cristiana.
Tras morir sus padres, con la edad de 18 y 14 años respectivamente quedaron bajo la tutela de un tío paterno, que pretendía conseguir el patrimonio perteneciente a las niñas y que intentó persuadirlas para que abrazasen la fe musulmana. Viendo que las hermanas se mantenían firmes en sus creencias, las denunció primero ante el gobernador de Alquézar, por delito de apostasía y cuya pena era la pena de muerte.
Estuvieron presas y fueron juzgadas por Jalaf ibn Rasid, máximo poder musulmán de la región,  quien viendo las intenciones del pariente y la indefensión de las niñas, resolvió ponerlas en libertad. Pero el familiar no se contentó y las denunció ante el walí de Oscua (Huesca), quien las condenó a muerte. Fueron decapitadas el 21 ó 22 de octubre de 851 y sus cuerpos fueron abandonados en un lugar alejado de las murallas para que las alimañas los devorasen. Y lo más sorprendente es que a lo largo de una noche, unos cristianos vieron destellos luminosos que salían del mismo lugar donde fueron arrojadas las santa, y esa milagrosa luz impidió que ningún animal se acercara a ellos, más bien fueron sus cuidadores. Después sus restos se arrojaron a un pozo, cuyas aguas pronto fueron tenidas por curativas. Finalmente sus restos fueron escondidos por los cristianos de la zona.
La reina Oneca de Pamplona, hija de Sancho Garcés I de Pamplona conocedora de la historia de las santas, procedió a buscar los cuerpos de las mártires. Las plegarias de la reina y de los monjes de Leyre obtuvieron sus frutos y así en el 880 los supuestos cuerpos  de las santas mártires que habían sido encontradas milagrosamente pudieron descansar en el Monasterio de Leyre. Una pequeña parte de estas reliquias fueron llevadas a Adahuesca (ciudad natal de las santas en 1672).  Y es en 1836, tras la desamortización de Mendizábal cuando los restos fueron llevados en su totalidad a su localidad natal de Adahuesca. Pequeños fragmentos se repartieron al Monasterio de LeyreHuéscar y la Puebla de Don Fadrique (Granada).
Durante el tiempo que permanecieron en Leyre sus restos estuvieron depositados en el interior de una arqueta de marfil y plata, de clara procedencia arábigo-persa, conocida como la Arqueta de Leyre y que actualmente está en el museo de Navarra en Pamplona, y envueltos en una tela mozárabe de seda tejida y decorada con dibujos de aves. Su devoción fue muy grande en todo el Reino de Navarra.
Pasemos al tercer protagonista de nuestra historia-ficción. Es San Virila.  
El abad Virila es un personaje histórico que nació en Tiermas (Zaragoza) en el 870 y murió en Leyre en el 950, por lo tanto tenemos constancia documental de la existencia de la persona, otra cosa será la leyenda que surgió entorno a la figura de este abad. 
El relato trascurre en el siglo X (Virila fue abad de Leyre en el 928). La leyenda cuenta que el Abad era un hombre muy preocupado, en su fuero interno, por entender el misterio de la eternidad (¿cómo sería el gozo de la eternidad en el Cielo?). Intentaba comprender cómo era posible vivir eternamente sin llegar a aburrirse y, por lo tanto, dejar de ser feliz. En aras de comprender dicho misterio, Virila pedía a Dios en sus oraciones que le diera la clave de su comprensión, la ayuda necesaria para poder desvelar la preocupación. Un día de primavera se internó en el bosque que rodeaba el monasterio, llevando sólo como compañía estas meditaciones que tanto ocupaban su cabeza.
Estando en esta actitud reflexiva y fatigado tras el paseo, se sentó a descansar junto a una fuente. En aquel momento y de la espesura del bosque apareció un ruiseñor, que con sus trinos distrajo su atención. Era tan bello el canto del ruiseñor, que el abad quedó absorto y maravillado, hasta que se adormeció.
Cuando se despertó la naturaleza había cobrado nueva vida y no encontraba el camino de vuelta, hasta que al fin, y no sin esfuerzo, lo reconoció  y se dirigió al monasterio, que ahora era más grande, con iglesia mayor y nuevas dependencias que no reconoció.
Al llegar a la portería e identificarse, nadie le reconoció, ni él reconoció a nadie. Al decir que era Virila, el abad, alguien recordó haber leído u oído algo oído de tiempos pasados. Y buscando y buscando en el archivo del cenobio encontraron la referencia de un antiguo abad  de nombre Virila  y que había desaparecido " perdido en el bosque ", pero hacía trescientos años.
Sólo entonces, Virila tomó conciencia de  que había permanecido todos esos años en éxtasis en el bosque.
Ante el milagro que había acontecido, y en medio de la explosión de júbilo en la Sala Capitular se entonó el Te Deum de acción de gracias y en ese mismo momento, la bóveda se abrió y se oyó una voz que decía “Virila, tú has estado trescientos años oyendo el canto de un ruiseñor y te ha parecido un instante. Entiende ahora que los goces de la eternidad son mucho más perfectos e imagina cómo pasará el tiempo en compañía del Altísimo”. Un ruiseñor entró entonces por la puerta de la iglesia con un anillo abacial en el pico, y lo colocó en el dedo del abad, que lo fue hasta que Dios lo llamó a comprobar la gloria eterna.
La fama del abad, del monasterio y del milagro traspasó las fronteras del reino y aún de la península y ha sido recogida con múltiples variantes. En el bosque cercano, en el lugar donde ocurrieron, a unos 3 Km. del monasterio, los hechos en la actualidad se levanta una fuente con una imagen de San Virila, como recuerdo imperecedero del milagro.
Los restos de San Virila, permanecieron en el monasterio hasta 1836, año en que los monjes tuvieron que salir del mismo con motivo de la Desamortización de Mendizábal. Entonces fueron llevados a la Catedral de Pamplona donde permanecen hoy en día.
Ahora los datos históricos 
Los primeros datos históricos del monasterio nos remiten a los escritos de San Eulogio de Córdoba, nacido hacia el 800 en Córdoba y que en 848 emprendió un viaje hacia Francia. Acogido por el obispo de Pamplona, Gilesindo, comenzó a viajar por los monasterios pirenaicos para, después,  difundir entre las autoridades eclesiásticas  mozárabes de al-Ándalus importantes obras de la cultura cristiana y occidental. Conoció y visitó  Leyre y según sus descripciones, se trataba de un monasterio con una importante biblioteca y con un florecimiento cultural y religioso importante, lo que nos da a entender que la fundación debió ser bastante anterior a esta época. Hombre de gran sabiduría, por distintas vicisitudes políticas, como diversos levantamientos en la Septimania y en Aquitania, no pudo cruzar los Pirineos y tuvo que volverse a Córdoba donde moriría decapitado. Encontró en la biblioteca del monasterio una breve biografía de Mahoma en la cual se hablaba de los errores del profeta y que  contenía debates teológicos cristianos. De ella le hicieron una copia en el "scriptorium" del monasterio con el fin de llevársela a su Córdoba natal. El abad del mismo en esta época era Fortunio y el obispo de la diócesis de Pamplona Gilesindo. Además San Eulogio visitó varios monasterios de la zona pirenaica, entre ellos los de Siresa y Ciella.
Por lo tanto no se puede confirmar el origen del monasterio, pero se barajan dos hipótesis que podrían apuntar hacia el origen de este enclave tan peculiar : la primera aquella que afirma, que un grupo de eremitas dispersos por el lugar se unen para hacer vida en comunidad y la segunda hipótesis es la que nos dice que el monasterio nació bajo la protección de los monarcas francos de la dinastía carolingia que habían creado la Marca Superior para servir de contención frente a los ejércitos musulmanes.  
Lo que está claro es que documentalmente el monasterio está mencionado ya en 848 y  que durante la dominación árabe del siglo IX y X fue refugio de los reyes y obispos de Pamplona. Su historia va estrechamente ligada a la del reino de Navarra, llegando a ser el corazón espiritual del reino de Pamplona. Es significativo que varios de los obispos de la diócesis de Pamplona (Iruña) eran elegidos entre los monjes de Leyre. Siendo durante bastante tiempo monasterio y sede episcopal, palacio real y panteón regio.
El monasterio alcanzó su máximo esplendor en tiempos de Sancho García el Mayor, quien lo hizo reconstruir tras ser destruido por Almanzor en 1022, de su hijo García Sánchez III (el de Nájera) y de su nieto Sancho Garcés IV (el de Peñalén).
Tras numerosas vicisitudes religiosas y políticas (cambio del rito hispano al rito romano, presencia en distintos períodos de los monjes cistercienses (monjes blancos), benedictinos (monjes negros), desalojo napoleónico, desamortización de Mendizábal de 1836, abandono durante 118 años…), en el año 1954 el monasterio es ocupado por monjes benedictinos procedentes del Monasterio de Santo Domingo de Silos culminando un largo tiempo de reformas.
Descripción física.
Sin más preámbulos, vamos a intentar subrayar los elementos estructurales, que a mi juicio le confieren el título de joya arquitectónica del románico junto con otros monumentos cuya lista sería larguísima de enumerar.
El estilo románico, de su origen, tras numerosas ampliaciones, a veces abruptas, y reformas, perdura, básicamente en la enorme cabecera triabsidal -que incluye la cripta inferior- y en  tres de las puertas de ingreso al templo, donde sobresale por su enorme interés, la “porta speciosa” (Puerta Precisosa).
La cabecera del templo consta de tres ábsides semicirculares de notable e igual altura, pero más ancho el central que los laterales. Edificados en bloques de piedra sillar, con un veteado rojizo, debido a la presencia de hierro con incrustaciones de cuarzo y provenientes de canteras que se encontraban en las cercanías del monasterio. Los sillares son de gran tamaño y de un perfecto labrado.
Todo el paramento de la cabecera no posee ningún tipo de adorno, ni ornamento a excepción de los ventanales superiores e inferiores que rompen la monotonía del muro y ya en la parte superior los canecillos que sustentan la cornisa, compuesta de bloques biselados sobre modillones decorados con motivos varios: cabezas humanas, animales, lazos, bolas, atributos...

Es curiosa la denominación de “cripta” a lo que en realidad no es más que otra iglesia construida en su parte inferior y es que está construida por encima del nivel de suelo, por lo que sus ventanales poseen una luz rasgada y dejan pasar la luz al interior de la “cripta” a través del fino alabastro que cubre las aberturas. Estos ventanales, igual que los de las ventanas superiores, de mayor tamaño y abertura ocular, son de medio punto y están dovelados, dovelas más toscas en su parte inferior que en la superior donde parecen más elaboradas.
ábsides
Hay un hecho curioso, que rompe la simetría y el paralelismo entre la iglesia superior y la iglesia inferior o “cripta”, mientras que la iglesia superior posee un ventanal, perfectamente centrado, en su paño central, la “cripta” posee dos. Esto nos lleva a pensar que se realizó con la idea de edificar la estructura de sostén de la iglesia superior en el interior de la “cripta” a través de su nave central; y es que un ventanal único y centrado en la iglesia inferior tendría que haber sido tapado, al añadir el refuerzo que en la nave central de la “cripta” se añadió, para reforzar la cimentación y sostén de la iglesia superior y hubiese dado la sensación de que la modificación habría sido realizada con posterioridad al proyecto inicial y en un claro efecto de corrección a posteriori.
torre y espadaña
Por detrás del ábside sur aparece la torre de clara sección cuadrada. En cada uno de sus cuatro lienzos y en su parte intermedia, por encima de la cubierta del templo, aparece una galería/ventana de triple arquillo con arcos de medio punto que descansan sobre gruesos y toscos capiteles lisos con parteluces monolíticos. Se cubre con cubierta a cuatro aguas.
Por encima del conjunto absidial, vemos una espadaña del siglo XIV colocada en la parte superior de la bóveda gótica de la nave principal.
A ambos lados de los ábsides aparece la construcción del monasterio nuevo, por el sur y el monasterio viejo por el norte, transformado en hotel y hospedería, pero que no desdicen, ni rompen la estética románica del conjunto a pesar de la clara diferencia cronológica de los edificios.
A mediados del siglo XVI se decide construir un nuevo monasterio al estar el antiguo en muy mal estado. El monasterio nuevo se levanta al sur, entre la iglesia y el valle. Es un edificio de 53 m de largo por 43 de fondo, con cuatro plantas, pegado al muro sur de la iglesia, realizado en estilo aragonés. La planta baja y los tres primeros pisos están hechos en sillería muy regular con piedra de las canteras de Leyre, el último en ladrillo pálido. Este último piso tiene una serie de arcadas que se van alternando entre ciegas y abiertas. El tejado tiene un gran alero volado tallado por un artista de la cercana localidad de Lumbier.
A continuación vamos a detallar las tres portadas que dan acceso a Santa María de Leyre.
arbotante gótico
En primer lugar, en el costado norte del templo hay una explanada ajardinada donde antaño hubo claustro monástico. Es el patio del monasterio medieval, situado entre el actual hotel y el muro norte de la iglesia.  En este recinto estaba el claustro románico que desapareció durante los 118 años de total abandono. Desde este patio contemplamos el muro norte de la iglesia realizado en una sillería muy anárquica que le da cierto aire de fortaleza.  Y en él un arbotante gótico y la puerta de hechura primitiva que comunicaba el claustro con la iglesia. Dicha portada es de la primera mitad del siglo XI y de una gran rudeza. Está formada por cuatro arquivoltas doveladas y biseladas, dos de los cuales, las centrales, descansan de manera muy forzada en el mismo par de capiteles con sus respectivas columnas. Los capiteles son sencillos con acanaladuras en su parte central y cimacio donde apean las arquivoltas. 
muro norte
Hay otra puerta también antigua, más que todas las demás; puesto que se edificó como acceso a la primera zona edificada del templo que fue la cripta. Se halla en la cabecera de su muro norte Y consta de tres arquivoltas a base de dovelas de aristas vivas, toscamente trabajadas y que apean, las dos exteriores, sobre grandes jambas,  de sillares irregulares, y acabadas en capiteles-imposta sin decoración, mientras que las jambas donde apoya la arquivolta interior son monolíticas. Por fuera se adorna con una estructura a modo de cornisa o guardapolvo.

Portada de entrada a la cripta
Y por fin llegamos a la fachada de poniente con la  "Porta Speciosa" (Puerta Preciosa) de mitad del siglo XII. Situada a los pies de la iglesia, es la puerta principal de entrada al templo. Se atribuye toda o en parte al Maestro Esteban, autor también de la puerta de las Platerías de la Catedral de Santiago de Compostela y que trabajó en la cercana  ciudad de Sos del Rey católico. La portada es un magnífico ejemplar del románico pleno.
Portada Speciosa
En su construcción se reutilizaron elementos provenientes de otros lugares y en ella trabajaron diferentes maestros de la época, entre ellos el mencionado Maestro Esteban, lo que ha hecho muy complicado darle un significado al conjunto.
Para acceder a la portada hay que subir previamente una corta escalera para salvar el desnivel. 
arquivoltas
La portada es abocinada y se desarrolla con cuatro arquivoltas de medio punto que descansan en  jambas rectas, a modo de gruesos pilares, la exterior, mientras que las interiores lo hacen  sobre los capiteles de sus respectivas columnas. Por encima de la arquivolta exterior el guardapolvo de ajedrezado jaqués.
La portada se sitúa al fondo de un pórtico pequeño y poco profundo franqueado por dos contrafuertes que van adosados al muro y está cubierto por un pequeño tejadillo de construcción moderna, pero similar al original (probablemente perdido en el período de exclaustración). Precisamente ese tejadillo ensombrece la parte superior de la portada y dificulta el reconocimiento de la icono grafía representada. Por encima se abre un ventanal de transición, sdornado con dos columnas con sus capiteles y arquivolta correspondiente y algo más arriba un matacán volado, probablemente del gótico, y que debía servir de protección a la portada y que, en cierto sentido, contribuye con otros elementos , a dar a la construcción un cierto aire de fortaleza

Parteluz
Portal (Parte superior)
En cierta forma recuerda la puerta de las Platerías. Está cortado por una columna/parteluz de mármol que sostiene un tímpano semicircular. Este parteluz decora su capitel con cuatro figuras sedentes y policromadas, una figura en cada una de sus ángulos. Mientras que la basa de la columna es un capitel invertido decorado a base de palmetas inscritas en triángulos y caras de fieras -muy gastadas- en los ángulos.
En el tímpano aparecen unas figuras rígidas, en número de siete aunque se  ha perdido la del costado sur y vestidas con túnicas y mantos acampanados y muy alhajadas; en el
Detalle del tímpano
centro la figura del Salvador, titular del templo, con nimbo crucífero en actitud de bendecir, en la mano izquierda lleva el Libro de la Vida;
 a su derecha, la Virgen María, San Pedro con una llave y una figura con un libro en las manos que se cree pueda tratarse de San Mateo escribiendo el evangelio (a esta figura le falta la cabeza). A la izquierda de Cristo, San Juan y otra figura sin identificar que pudiera tratarse de otro apóstol (a esta última también le falta la cabeza). A continuación seguiría otra escultura pero esta ha desaparecido en su totalidad. Algunos autores sostienen que la figura de San Pedro no es tal, sino que la escultura representa a San Virila con una llave símbolo jurisdiccional de su cargo. Curiosamente todas estas figuras parecen apoyarse sobre esculturas colocadas perpendiculares al muro, representando diversos animales.
Descansa el tímpano sobre dos mochetas o ménsulas con formas de cabeza de toro/oso la del lado norte y león en el lado sur.  Y todo va rodeado, siguiendo la forma de arco, de un friso a modo de corona de palmetas decorativas.
Pilar exterior izquierdo
Pilar exterior derecho
Los pilares exteriores se decoran con una figura de un santo o apóstol entre animales fantásticos por la parte superior y la inferior; la figura del lado derecho ha desaparecido.
Las cuatro arquivoltas que se ubican sobre el tímpano, a excepción de los baquetones, están decoradas por una multitud de pequeñas figuras con representaciones de seres reales y fantásticos: máscaras, figuras humanas, monstruos, animales fantásticos, cabezas y representaciones de los vicios y las virtudes, junto con motivos vegetales y animales en una mezcla de aparente desorden y simbolismo típico del románico. Hay un verdadero "horror vacui" que hace difícil poder prestar atención a lo allí esculpido: figuras de mujeres en cuclillas tirándose del pelo, músicos tocando instrumentos, aves picoteándose las patas, fieras, leones, monstruos, máscaras.
Hay una serie de motivos decorativos, en número de 40, contando los que faltan y apoyados sobre la arquivolta más interior, que aparentan ser yemas vegetales, probablemente espárragos por su forma, el número cuarenta puede hacer referencia a la Cuaresma (son cuarenta días è tiempo de arrepentimiento de los pecados) o al diluvio universal (cuarenta días y cuarenta noches). En fin, difícil de interpretar como ya hemos dicho.
En lo alto de la portada corre un friso escultórico, que se complementa con la decoración existente en las enjutas existentes bajo él.
Hay tres columnas a cada lado. Las del lado norte bajo sus
ábacos decorados con ajedrezado jaqués, palmetas y palmetas alternando con tréboles, llevan capiteles decorados con  imágenes que representan mujeres en cuclillas tirándose de los cabellos, cuadrúpedos, figuras humanas, entrelazados, estilizaciones de hojas y frutos y pájaros picoteándose las patas ) y una sucesión de fieras (cuadrúpedos) cuyas garras parecen sostener el collarín del capitel. De izquierda a derecha podemos ver:
- unos leones con los rasgos muy marcados y entre ellos sobresale una cabeza. Tal vez representando el episodio de Daniel y los leones.
-personajes en cuclillas, tal vez mujeres en cuclillas mesándose los cabellos, que también aparecen en Jaca y en Sos del Rey Católico.
-aves con el cuello entrelazados picándose las patas. Posible símbolo de romper las ataduras con lo terreno para acceder al cielo.
Y en el lado sur, por el contrario los ábacos son sencillos, decorados con un simple bisel, aunque uno de los laterales del ábaco interior aparecen restos de un entrelazado vegetal, bajo ellos los capiteles muestran sucesivamente entrelazos con cabecitas en sus ángulos, aves picoteando sus patas y decoración vegetal respectivamente.
De izquierda a derecha podemos ver:
-capitel de temática vegetal, con tallos que aprisionan cabezas
-aves picándose las patas (difieren del anterior en que estas no entrelazan los cuellos)
-capitel vegetal con hojas de acanto.
Junto a las columnas, por su parte interior, aparecen cuatro machones redondeados, los del interior, y a bisel el exterior que soportan cuatro arcos que complementan y adornan cada una de las arquivoltas y aparecen cuajados de figuritas y adornos vegetales de una hechura preciosista y tocando temas, al igual que las arquivoltas, característicos del románico y llenos de simbolismo.

Por encima de la arquería  y
ocupando todo el friso superior y las enjutas, encontramos numerosas figuras y escena.  En la línea superior, San Miguel con escudo venciendo al diablo, seguido por Santiago, el Salvador, San Pedro y San Juan, representando la Transfiguración, seguido de escenas del martirio de Nunilo y Alodia, en una de ellas vemos a las santas camino del martirio conducidas por la mano de Dios y en otra la decapitación de las santas, una cabeza monstruosa con las fauces abiertas a modo de mosntruo apocalíptico, el diablo atrapando un alma en una representación de la danza de la muerte y Jonás y la ballena. Bajo esta línea y en el lado derecho escenas de la Visitación y la Anunciación, además de otros personajes, un santo probablemente San Marcial, un ángel trompetero, San Pedro echando la red etc. Por debajo, en la enjuta, unos entrelazados vegetales
con un personaje central que con sus manos agarra dos de
los racimos que rellenan el entrelazado.
En el lado izquierdo un obispo con su báculo y un evangelio, y a sus pies la cara sonriente de un peregrino y debajo de san Juan otro ángel trompetero que da cierta simetría al conjunto.
Como se puede comprobar no existe una unidad de conjunto, ni de temática, ni de hechura, en todo el diseño por lo que se interpreta que la portada se realizó con elementos provenientes de otros lados o sitios, bien de la propia construcción o de otros edificios. Es por ello que se habla más de un rearmado, que de una realización propia para el lugar, pero esto, en mi opinión, no resta belleza al conjunto, ni a la puerta.
A lo largo de la fábrica se pueden observar también marcas en algunos sillares de los diferentes canteros que participaron en la construcción del templo, así como algunos sillares aparecen inscripciones relativas a los constructores o a fallecimientos.
Y ahora vamos a penetrar en el templo, conocida ya su parte externa.

Lo primero que vamos a intentar describir es la “cripta”, que recordad, no es una cripta, puesto que está por encima del nivel del suelo, no es subterránea, y no hay constancia ni evidencias de que se haya destinado nunca a ser un lugar de enterramiento, a pesar de que Leyre fue un panteón de los reyes navarros.
Se accede a través de la puerta ya descrita con anterioridad. Tras acceder a ella nos encontramos en un espacio recogido, denso, que destaca por sus dimensiones y altura, así como por sus grandes capiteles y arcos de descarga, que se alzan sobre pequeñas columnas.
Está dedicada a San Babil y fue consagrada en 1057.
Fue construida para nivelar el terreno donde se alzaría la iglesia y servir como cimiento a la misma. Se construyó en piedra caliza con cuarzo y hierro, lo que le ha dado una resistencia que le ha permitido su buen estado de conservación.
La "cripta" de Leyre es de planta cuadrada y reproduce la forma de la cabecera triabsidal de la situada justo sobre ella. En principio se concibió como un espacio dividido en tres naves rematadas en sendos ábsides, siguiendo el modo tradicional románico clásico; pero en algún momento, durante su edificación, alguien se percató de los posibles problemas de resistencia que sufriría su estructura y quizás no se fiara de que las bóvedas consiguieran transmitir todas sus cargas a los muros convencionales, al ser el apoyo del edificio situado encima, y entonces se varió su fábrica, añadiendo un muro más a lo largo de su nave central para dar mayor solidez y apoyo al edificio superior.
Esta circunstancia  hizo modificar la bóveda de cañón de su nave central y al mismo tiempo, y como consecuencia de ese cambio, la bóveda de cuarto de esfera (de horno) del ábside central, que quedó dividida en dos, cada una con un ventanal estrecho y aspillerado con derrame. Las cabeceras de las naves laterales de la cripta son pequeños ábsides cilíndricos cubiertos también por bóvedas de cuarto de esfera, sin ningún tipo de ornamentación y con sendos ventanales derramados y centrados. En la parte baja del ventanal del lado sur aparecen los restos de una inscripción que posiblemente se refiera al hecho de la consagración de este espacio.
Su nave central también se duplicó formando dos seminaves paralelas de medio cañón cada una que se apoyan sobre un muro medianero axial que recorre la parte central de la nave y horadado por nuevos arcos formeros sobre sus respectivos capiteles, por lo que consta de cuatro naves cubiertas con bóveda de cañón, muy estrechas y de igual anchura, puesto que la nave central de la iglesia superior estaba proyectada del doble de anchura que las laterales y tres ábsides.
El espacio interior de la cripta está organizado en torno a dos recios pilares cruciformes situados en la unión de los dos tramos de cabecera y los dos tramos de los pies.
El abovedamiento, como ya hemos dicho es de medio cañón con refuerzo de arcos fajones de medio punto pero muy peraltados que, a su vez, son soportados por columnas de cortísimo fuste sin basa y grandes capiteles irregulares, unos exentos (ocho) y los otros adosados, con labra muy sencilla apenas incisa (bajorrelieve) basándose en temas animales y geométricos.
Son esos grandes capiteles son los que mantienen el peso de la cabecera del templo. Son todos diferentes entre sí, tanto en tamaño como en motivo de decoración. Algunos llevan enormes cimacios y van formando una especie de bosque de pilares que refuerzan naves abovedadas. Encontramos varios tipos de capiteles. Unos llevan como adorno unas estrías trazadas oblicuamente. Otros formas geométricas. Y los hay con una combinación de estrías y volutas en espiral, con bolas colgantes, representando bulbos o frutos.
En concreto, hay uno de ellos, el segundo si contamos desde el altar de la nave central hacia la puerta que está decorado con volutas que se ha convertido en símbolo emblemático del monasterio de Leyre. Son dos volutas que se abren hacia el exterior (forma de Y) desde dos círculos sobrerresaltados en su parte inferior y franqueadas por varias estrías paralelas, esta disposición se repite en cada una de las cuatro caras del capitel.
Junto a la cripta está el túnel de San Virila, pasillo abovedado con la misma estructura de arcos que las naves de la cripta y que comunica con la cripta por medio de dos ventanas pequeñas, adinteladas y estrechas como aspilleras, que se abren en la pared oeste de la misma. Este túnel servía como acceso del monasterio desde los campos de los alrededores con una clara función defensiva y de circulación "intramuros". En la actualidad está cegado porque comunica con el monasterio nuevo y en su fondo hay una imagen, del siglo XVII, de San Virila.
En cuanto a la iglesia principal o superior de este monasterio, podemos decir que tiene dos partes perfectamente diferenciadas. La parte este claramente románica del siglo XI y compuesta de la cabecera triabsidial y los dos
primeros tramos del primitivo edificio románico de tres naves, cubiertas por bóveda de cañón. Y a continuación el resto de la edificación, resultado de una ampliación que se realiza en el siglo XII, al igual que la portada, y de una sola nave con una anchura de 14 m., que si bien es de hechura inicial románica, se proyectó más elevada que la cabecera y se cubrió con tejado de madera a dos aguas, pero en el siglo XIV se efectuó una reforma cubriéndose con bóveda gótica de crucería y estructurándose en cuatro tramos con medallones heráldicos en las claves.  
Las claves de la bóveda disponen de diversos escudos heráldicos: uno de ellos representa las armas de Navarra con la casa de Champaña (la más cercana a la cabecera), le sigue un escudo considerado como el histórico del monasterio (un caballo, tres cascos de guerra y un báculo pontifical), la tercera clave representa al escudo monacal de los cistercienses, la cuarta clave un Agnus Dei y la quinta y última un escudo heráldico de una familia noble de Navarra. 
La construcción de la bóveda conllevó el reforzamiento de los muros exteriores mediante contrafuertes y un arbotante gótico que podemos apreciar en el exterior del muro norte y en el interior con arcos de descarga adosados al muro
Parte de los muros de esta segunda zona, son los originales del primer momento y pueden advertirse en ellos los apeos de los arcos fajones que ya no existen.
En su muro norte, en un hueco cerrado por una verja de hierro forjado de estilo gótico tardío del siglo XIV, se encuentra el arcosolio donde se ubica el mausoleo de los reyes del reino de Pamplona, precursor del reino de Navarra. Los restos, de al menos, quince miembros de la primera dinastía navarra se han recogido en un arcón de madera de roble decorada con herrajes neogóticos. Por encima de él, un Cristo de hierro y bronce, orlado por las simbólicas cadenas de Navarra. A su lado en el siguiente arco y venerado como el “Cristo de Leyre”, aparece Jesucristo crucificado en la cruz, representando con un gran naturalismo de 1,80 m. de altura  por 1,60 m. de envergadura del sigloXVI/-XVII y que al parecer apareció cubierto de cal en el túnel de la cripta, posiblemente escondido tras la desamortización de Mendízabal (1836).
Al templo se accede por varias portadas, la que vimos con anterioridad al describir el muro norte de clara hechura románica arcaica; hay otra, también románica, del siglo XII, pero en el muro sur, con tres arquivoltas de baquetón y guardapolvo con sus respectivos capiteles decorados con motivos vegetales y columnas adosadas y un crismón trinitario, en el tímpano, de tipo navarro, que en la actualidad comunica el templo con la capilla, del siglo XIV, dedicada a las santas Nunilo y Alodia.
Esta capilla se cubre con bóveda gótica nervada realizada en el siglo XV. Y pudo haber sido o servido como Sala Capitular durante el período cisterciense. También en la clave de la bóveda se puede apreciar un escudo de los ya observados en la segunda clave de la nave principal de la iglesia superior: un caballo, tres cascos de guerra y báculo pontifical, considerado como el escudo histórico del Monasterio de Leyre. 
La Capilla está presidida por un  retablo policromado del siglo XVII, se dice que fue costeado con las limosnas de los feligreses en agradecimiento por el milagro obrado por las santas en 1638. El milagro nos cuenta que durante un largo periodo de sequía, como en tantos pueblos, fueron sacadas en romería las reliquias de las santas y al introducir uno de los huesos de la santa en una fuente, mano sangre y al poco tiempo vino la lluvia tan necesaria.
El retablo, es una obra renacentista del siglo XVII y está formado por un banco, dos cuerpos de tres calles y ático. En el centro del primer cuerpo están las imágenes de santa Nunilo y Santa Alodia y en las calles latearles dos escenas de su martirio.
En el centro del segundo cuerpo hay un altorrelieve de San José con el Niño Jesús en un círculo rodeado por cuatro querubines en sus esquinas, que al parecer ocupa el lugar antaño ocupado por una imagen de San Virila. Las calles laterales de este segundo cuerpo están ocupadas por las figuras de san Emeterio y san Celedonio, soldados romanos, posiblemente hermanos, decapitados por ser cristianos en La Rioja y que al parecer sus reliquias estuvieron durante un tiempo en este monasterio. Por encima, en el ático nos encontramos la imagen tradicional de los áticos de los retablos: una Crucifixión con la Virgen y S. Juan. Todo el conjunto está rematado por un frontón triangular cásico.
En origen y antes de construirse la capilla esta portada daba directamente al exterior del templo
Sobre ella y al igual que en el tramo siguiente del muro del lado sur y centrado en el arco descarga, nos encontramos con un ventanal con derrame y arco dovelado soportado por una columna con su correspondiente capitel  con decoración parecida a la de la “puerta especiosa”, aves de cuellos entrelazados picoteando sus patas y también cabezas de monstruos de cuyas bocas asoman patas de animales devorados, estos ventanales en la actualidad están cegados.
Hay otra puerta más, que da a la biblioteca y que a mi juicio carece de importancia, está situada también en el muro sur a continuación del tramo románico de la nave de la epístola, en su parte superior una ventana de difícil observación debido a la altura y a la falta de luz, pero parece de hechura románica y de constitución bífora y acristalamiento opaco. 
En la nave de la epístola en su muro sur hay una doble arcada dovelada y con portalada, sobre ella un ventanal estrecho y con derrame actualmente tapado con ladrillos, probablemente darían al claustro.

También en el muro sur, en el tramo tercero y por encima del ventanal descrito más arriba encontramos un óculo profundo que deja pasar la luz.
La zona de cabecera, corresponde a la obra del XI. Se trata de la construcción románica más antigua de Navarra que se conserve en la actualidad, y una de las primeras de España. Está compuesta por tres ábsides de planta semicircular en línea cubiertos con bóveda de horno (cuarto de esfera) siendo mayor el central que los laterales y altas naves cubiertas con bóvedas de cañón que dan cobijo al altar, al coro con sillería plateresca y a la imagen de la Virgen del Leyre.
A continuación de cada uno de los ábsides sendas naves, de las que sólo, como ya hemos dicho con anterioridad, quedan los dos primeros tramos con una sencilla línea de imposta que se extiende por los tres ábsides. Cada uno de ellos está centrado por un alargado ventanal, de altura considerable, derramado hacia el interior y rematados por arcos de medio punto muy sencillos y sin decoración.
Dos pares de potentes pilares cruciformes, sin basamento articulan estos tramos. No son paralelos sino que son continuación en altura del par que veíamos en la cripta, iglesia inferior, y de los ya situados en el propio espesor del muro posterior de aquella colindante con el túnel de San Virila.
En ellos convergen los arcos formeros y fajones, por medio de semicolumnas adosadas con sus respectivos capiteles en altura. A nivel de los ábacos de los capiteles de la nave central, corre una línea de imposta continuación de la imposta del ábside central.
Las naves laterales son muy estrechas, más la del lado norte (izquierda); efecto que se ve reforzado dada la altura de las mismas.
Nave central y laterales comunican por medio de cuatro vanos murales con  arcos formeros de medio punto. En las zonas laterales de la nave central se ubican los escaños de los monjes y en lugar preferente, al del abad.
Los capiteles de esta zona del templo, repiten el motivo más extendido por todo el templo, tanto en la iglesia inferior como en esta superior. Temas vegetales como: rosetas, volutas, árboles, estrías… También aparece, y además profusamente del emblemático "Y", otros, con sencillos motivos geométricos decorando sus cesta. Por encima, los cimacios son de notable grosor y se decoran con variados motivos geométricos con rayas, círculos o puntillados.

De los dos capiteles del arco triunfal central el del cimacio del lado norte (lado del evangelio) posee una talla con tres pequeños rostros que parecen rellenar una arquería de herradura y que pueden sugerir una representación de la Santísima Trinidad, lo curioso es que bajo ellos hay una curiosa inscripción posiblemente islámica, recuerdo de un pasado mozárabe, y cuya traducción según García Omedes, sería. "NO HAY MÁS DIOS QUE ALLAH".
Para acabar decir que desde la ancha nave gótica se percibe una cabecera descentrada en sus arcos, con arcos doblados desiguales, el central levemente herrado y rebajado, de diferente anchura en sus naves, ojo de buey descentrado en la parte superior del arco triunfal, todo ello contribuye a producir cierto efecto de asimetría en el conjunto, pero que no le resta en belleza y armonía. Y
mirando en la otra dirección, hacia el oeste, nos encontramos con el órgano de Leyre restaurado en junio de 2014, cubriendo la “puerta speciosa” por el interior, herramienta que, junto a la voz de los monjes en sus cantos gregorianos del atardecer, contribuyen a la creación de esa atmósfera de recogimiento que comento al comienzo de la entrada.
Hasta pronto, pienso visitarla otra vez y ver, si puedo,  la "arqueta de Leyre" porque esta vez no ha podido ser. Ya os contaré

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