martes, 13 de junio de 2023

Ermita de Nuestra Señora de Ayala

 

Ermita de Nuestra Señora de Ayala
Para iniciar esta entrada se me hace necesario hacer una leve semblanza del Camino de Santiago para explicar las consecuencias que el peregrinaje jacobeo conllevó al arte constructivo de todas aquellas tierras por las que las influencias cistercienses se extendieron a su paso. Y dentro de esas tierras influenciadas no puedo dejar de mencionar a la provincia de Álava y dentro de ella me centraré, en reconocimiento a mi nieta Ayala, en la ermita de Nuestra Señora de Ayala.
El Camino de Santiago en Álava
De todos es conocido el tradicional y famoso Camino de Santiago Francés de Santiago, que partiendo de Saint-Jean-Pied-de-Port, en Francia,  hace su entrada en España por Navarra, a través de Pirineos, y cuyo primer hito es Roncesvalles, continuando por Zubiri y Pamplona hasta Puente La Reina donde se unen los peregrinos venidos desde Somport por el camino aragonés.
Una vez recorrida Navarra de Norte a Sur y de Este a Oeste, el camino se adentra en tierras riojanas que a través de Logroño, Nájera  y Santo Domingo de la Calzada llega a tierras burgalesas recorriendo los infinitos paisajes de la meseta castellana: Burgos, Castrojeriz, Frómista, Carrión de los Condes, Sahagún, León, Astorga, Ponferrada, o Villafranca del Bierzo con una iglesia de Santiago, donde los peregrinos  que no consigan llegar a Santiago, pueden obtener la indulgencia o el perdón de sus pecado.
Siguiendo el camino llegamos a tierras gallegas a través de O Cebreiro,  antigua aldea hoy restaurada, se continua por Sarriá,  que se encuentra muy cerca de los últimos 100 kilómetros de camino, la distancia mínima que hay que recorrer a pie para ganar la Compostela, Melide donde el Camino Primitivo o “Camino de Oviedo” y el Camino Francés se unen o Arzúa que es donde se juntan el Camino del Norte o “Camino de la Costa”  y el Camino Francés para llegar por fin al Monte do Gozo desde donde los peregrinos divisan, por primera vez, la ciudad de Santiago y su catedral, lo que era, y sigue siendo, un momento de gran felicidad. De ahí el origen del topónimo.
Uno de los ramales alternativos a los que llegaban a través de Roncesvalles y Somport, pero menos conocido, del Camino a Santiago de Compostela, durante la Edad Media, fue el que comunicaba las  importantes ciudades de la costa atlántica de Francia, como Burdeos y Bayona, con las tierras hispanas, pero desviándose por Irún y atravesando el País Vasco, por la provincia de Álava, pasando por las proximidades de Vitoria, para desembocar en el Camino Francés por tierras riojanas, a este ranal se le conoce con el nombre de Camino Vasco del Interior o Camino de los romanos.
Y es, precisamente en Álava, en la localidad de Ayala, que en el pasado formó parte del tramo de vía del Camino de Santiago conocido como Camino de los romanos por hacer referencia a la importante vía romana, denominada Ab Asturica Burdigalan, que unía Astorga con Burdeos y que atravesaba Álava, donde el movimiento cisterciense dejó su impronta en la decoración y estructura sobria de las iglesias. Es en Ayala decía, donde encontramos, el templo románico mejor conservado de toda la vega alavesa, la ermita de la Virgen de Ayala, que hoy nos ocupa.
La Ermita de Nuestra Señora de Ayala
La Ermita de Nuestra Señora de Ayala se encuentra a un escaso kilómetro del municipio de Alegría de Álava o simplemente Alegría (oficialmente Alegría-Dulantzi) en la Comarca de Cuadrilla de Salvatierra, en la conocida "Llanada Alavesa".
La Ermita o Santuario de Nuestra Señora de Ayala,  se ubica en el solar abandonado de la que fuera la aldea de Ayala y ejerció como iglesia parroquial de la hoy desaparecida población de Ayala, lugar del que conserva su nombre y cuya población se trasladó, en el siglo XIV, al cercano pueblo, con privilegios de villa concedidos por Alfonso XI en 1337, de Alegria-Dulantzi en busca de mejores condiciones de vida. En sus alrededores se pueden encontrar numerosos vestigios arqueológicos. Entre estos se encuentran un pedestal y un sarcófago de piedra que formaban parte del antiguo Vía Crucis.
Esta ermita es, sin duda, una de las construcciones más interesantes del románico rural vasco con un edificio, amplio, hermoso y completamente abovedado.
La Ermita de Nuestra Señora de Ayala se considera un templo tardorrománico, perteneciente al siglo XIII, aunque es más que probable, por los vestigios que podemos observar que esté ejecutado en varias fases y con reformas medievales.
El templo se ha conservado en muy buenas condiciones a lo largo de los siglos, hecho que se debe en parte a la gran devoción de la comarca a la Virgen de Ayala.
En el siglo XIX se llevaron a cabo algunas restauraciones con lo que se evitó su destrucción, pero no se puedo evitar la pérdida de algunos elementos constructivos y decorativos y la modificación estructural de otros, como la reducción de la altura del antiguo pórtico lateral, perdiendo su configuración original.
La singularidad de este templo es la de disponer de un pórtico o galería porticada tardorrománica en el costado sur.
La mayor parte del edificio está construido con pequeños sillarejos menos las partes más nobles dedicadas a la puerta, ventanales, y galería porticada en las que se emplea una sillería mejor tallada.
Dispone de la habitual planta de los templos románicos rurales, esto es, una sola nave, con tres tramos y cubierta de cañón, que se engarza con una cabecera formada por un tramo presbiterial rectangular y un gran ábside semicilíndrico. Sin embargo, se aprecia en este edificio una amplitud notable y una verticalidad en sus muros que nos hablan de una obra bien hecha y con recursos económicos holgados.
Su gran cabecera semicircular, al exterior, muestra un tambor absidial austero, casi completamente liso a excepción de dos saeteras ojivales de iluminación rodeadas por sendos guardapolvos decorados de forma sencilla con bolas.
Toda la cornisa absidial está recorrida por una corona de canecillos relativamente pequeños, bastante separados entre sí, bien conservados y con los motivos habituales del románico rural y por influencia del Camino de Santiago: elementos geométricos, cabezas humanas de ancho rostro, piñas, conchas y zoomorfas y otras escenas como una fiera que sujeta un bulto entre sus fauces como si la estuviera devorando.
Cerca de la entrada a la iglesia y escondidos entre las vigas que sostienen el techo encontramos dos canecillos, cuando menos curioso, tratándose de un templo religioso, un hombre y una mujer que exponen sin vergüenza sus órganos sexuales.
En el tramo sur del presbiterio hay un ventanal que parece algo posterior por su ubicación y características góticas. Está realizado con sillería de piedra caliza de tonalidad rosada. Tiene numerosas arquivoltas, un total de seis, muy apuntadas y abocinadas, con seis columnillas redondeadas acabadas en capiteles que nos muestran hojas y cabezas humanas, tanto masculinas como femeninas y con especial atención a los peinados, adornos para el cabello o tocados y barbuquejos.
Al exterior contemplamos también la espadaña con una sola campana.
La puerta de ingreso al templo  es un modelo románico elegante y sencillo que se halla en el muro meridional. 
Se halla en el centro de un cuerpo resaltado o arimez, donde se abre un vano apuntado rodeado de cinco arquivoltas del mismo perfil que alternan las superficies lisas o boceles con las ajedrezadas, decoradas con el taqueado jaqués, y  con escocias que rellenan lo espacios y formando un esquema de arco del triunfo. No se observa la existencia de columnas y son las jambas las que realizan la labor sustentadora. 
El vano arquivolteado sobre el arimez determina un espacio a modo de enjuta que aparece libre de adornos
En el interior, lo más notable es la altura y la amplitud del recinto con un completo abovedamiento en piedra: la nave y el presbiterio lo hacen mediante agudas bóveda de medio cañón, con un doble arco de medio punto apuntado a modo de arco triunfal que separa presbiterio y nave y con óculo dovelado en su parte superior.
El ábside cubierto por bóveda de horno o cuarto de esfera posee dos ventanales abocinados o aspilleras. Los elementos decorativos de los capiteles del presbiterio, al igual que el resto de la edificación reflejan los típicos temas románicos: elementos geométricos y vegetales, el águila, la piña o la concha.
En el interior en los muros norte y sur que rodean las naves vemos ménsulas que sobresalen en tres hileras. Actualmente se desconoce su función original. Se piensa que se creó para soportar la estructura de tribunas de madera, que se instalaron para acomodar a más personas.
A ambos lados del presbiterio, vemos sendos huecos decorados con hojas de sierra. Son credencias, que se utilizaban para realizar otros rituales, en concreto, para guardar objetos  eucarísticos para la liturgia.
También en el interior de la iglesia destacan como elemento reseñable unas pinturas de color rojo y ubicadas a lo largo del todo el perímetro de los muros del templo. Se trata de doce cruces patada medievales de consagración.  
Fueron pintadas en un complejo rito para consagrar los nuevos templos. Rito que era celebrado por el obispo. Después de llevar las reliquias de un santo, se hacían tres rondas procesionales a su alrededor, después de lo cual se arrojaba agua bendita sobre las paredes e invocando protección para el nuevo templo. Luego iban al interior, donde, entre otros rituales, pintaban unas cruces a modo de protección. Por lo general, se pintaban doce, en honor a los apóstoles, y se encendía una vela sobre ellos. Este ritual no se realizaba en todas las iglesias, de hecho sólo se conocen dos iglesias en Álava que seguían este ritual medieval: la ermita de Ayala y la de San Martín de Tours en Arbulu. 
La ermita albergó durante siglos en su interior la escultura sedente de la Virgen y el Niño, conocida como Virgen de Ayala. Es de un estilo gótico pleno y data del siglo XIV. Se trata de la habitual imagen de madera de tipo Andra Mari, donde la Virgen María, coronada, aparece sonriente, llevando una flor en la mano derecha y sujetando al Niño Jesús con la izquierda. Éste aparece con el libro de la Vida y en actitud de bendecir.
A día de hoy una réplica ocupa su lugar, y el original se custodia en la iglesia parroquial de Alegría, iglesia de San Blas, para evitar un posible robo.
El pórtico de Nuestra Señora de Ayala
Estos espacios porticados adosados a las iglesias como si fuesen una parte de los claustros adosados a las grandes construcciones con arquerías alrededor del patio central, adquieren carta de naturaleza en la España románica y aunque su existencia debió ser habitual en los siglos XII y XIII, su existencia y permanencia se ha visto reducida en la actualidad pues han sido sistemáticamente destruidas o modificadas, bien por razones de ruina, ya que son estructuras delicadas y frágiles, o por cambios en la morfología de los templos a lo largo de siglos. A pesar de ello se conservan, sobre todo en Castilla decenas de ellos en mejor o peor estado.
Sobre la función de estos pórticos se ha debatido mucho, pero lo que queda claro es que fueron espacios multifuncionales: lugar de reuniones y asambleas concejiles, celebración de juicios, procesiones breves, lugar de refugio para amparar a aquellos peregrinos que al paso del lugar eran alcanzados por la noche; todo ello sin descartar su empleo como espacio de penitencia reservado a aquellos pecadores, que por alguna causa, tenían prohibida la participación en las misas pero que tenían la obligación de permanecer junto a la iglesia mientras éstas se celebraban.
En la provincia de Álava, además de en esta ermita de Ayala, sólo encontramos este tipo de galería porticada en la iglesia parroquial de San Martín en Arluzea, también de estilo románico, y que presenta un pórtico de ocho arcos, cuatro de los cuales están tapiados.
Lo primero que hay que poner de manifiesto de este pórtico es su morfología que difiere sustancialmente de sus vecinas castellanas o navarras, ya que éstas se componen de un podium alto que soporta pequeñas columnas y arcos también de tamaño moderado. La galería del Santuario de Ayala, a diferencia de las galerías castellanas carece del podium que soporta las pequeñas columnas que dan soporte a los arcos de un tamaño moderado, aquí sin embargo el espacio interior se encuentra comunicado con el exterior a ras de suelo.
Otro aspecto diferenciador es el enorme tamaño de sus tres arcos, uno de medio punto, el que está situado hacia el este y los otros dos apuntados. 
Los arcos se apoyan sobre pilares que llevan columnas adosadas, columnas cuyo fuste no es de una sola pieza, sino formada por trozos que están empotrados en el muro, formando parte de este (columnas entregas), al estilo de los soportes interiores de las iglesias románicas. Lamentablemente la parte alta de este pórtico sufrió la pérdida de los canecillos y los capiteles de sus columnas. 
Por encima del pórtico y en cada uno de los tramos del muro sur se abre un ventanal de estructura adintelada con ligero abocinamiento que da luz a la nave, y en el lado oeste se abren dos ventanales uno de medio punto y sobre él uno adintelado que contribuyen a dar luminosidad al recinto ya que el muro norte es totalmente ciego.
Los capiteles que se conservan están tallados en bajorrelieve, abundando las formas vegetales y geométricas bastante esquematizadas por lo que son de escaso interés escultórico. Uno de ellos muestra la cabeza de un animal orejudo entre los vástagos de dos grandes hojas.
En el interior de la galería hay una serie de restos también románicos. Lo más interesante es un capitel con la cabeza de un animal (quizás un perro) situado entre tallos vegetales, en parecida disposición al descrito anteriormente del pórtico.
Si alguna vez pasáis cerca, no dejéis de hacerle una visita