viernes, 13 de diciembre de 2019

Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas


Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas

Si alguna vez visitáis Burgos, creo que no podríais dejar de visitar tres lugares emblemáticos como son, la catedral, por supuesto, pero además merece la pena acercarse a ver otras dos joyas de patrimonio artístico de Burgos son Cartuja  de Miraflores y el monasterio de Las Huelgas. En la otra entrada vimos la Cartuja y en ésta vamos a señalar y describir las cosas que, en mi humilde opinión, resultan más destacadas sin obviar todas las demás y todo el conjunto que, en sí mismo, es digno de visitar
Tipo:  Monasterio
Orden:  Monjas Cistercienses
Construcción:  1180-1222
Fundador:  Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet
Estilo arquitectónico:  Cisterciense
El monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, conocido popularmente como monasterio de las Huelgas es un monasterio perteneciente a la congregación de monjas cistercienses de San Bernardo, siendo  el principal monasterio cisterciense femenino en España y cabeza de todos los que se implantaron en la corona de Castilla en el medievo.
Alberga obras de gran valor, entre ellas, algunas de las vidrieras más antiguas de España y ricos enterramientos, de los que muchos se han podido conservar, pero muchos otros se perdieron, así como sus ajuares, en expolios y guerras. Por ser fundación real, pertenece a Patrimonio Nacional.

Situación
Está situado al oeste de la ciudad de Burgos, en un terreno llano que antiguamente estaba ocupado por prados y que era conocido como «Las Huelgas», que era la forma en que se denominaba al terreno de cultivo no trabajado, en barbecho, y dedicado a pastos. Este conjunto, como en su fundación hace 700 años, está compuesto de iglesia, monasterio y dependencias de clausura para monjas cistercienses ​

Historia
El monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas se funda hacia 1180 por Alfonso VIII y su mujer Leonor Plantagenet, aunque hasta 1187 no se hace carta de dotación, en la que se menciona la observancia cisterciense.
El lugar fue elegido por el rey Alfonso VIII y su esposa Leonor de Plantagenet para levantar un monasterio cisterciense femenino que se fundó, como hemos dicho, en junio de 1187. En distintos puntos del complejo como  la torre, las jambas o tímpanos podemos observar el emblema heráldico del rey Alfonso VIII, el castillo.
Alfonso VIII pretendía crear un panteón regio para su propia persona y descendientes, aunque tuvo que emplearlo prematuramente por el fallecimiento de varios de sus hijos.
Por su parte Doña Leonor quería crear una abadía donde las mujeres alcanzasen la misma autoridad que los hombres.
Para llevarlo a cabo se hizo la petición pertinente al Papa Clemente III. La iniciativa fue muy bien acogida, tanto por el papado, como por el abad de Citeaux y concedido el permiso papal sin problemas.
Clemente III
No obstante el objetivo de Alfonso y Leonor de hacer de este monasterio una especie de matriz o cabeza rectora de todos los conventos cistercienses de Castilla y León tropezó con la oposición de los demás conventos fundados con anterioridad. El conflicto será largo y complicado, pero al final el rey logrará su propósito, pues, por un lado se convirtió en lugar de enterramiento de bastantes miembros de la realeza y por otra parte, el monasterio de Santa María la Real de Huelgas además de tener una gran jurisdicción sobre aldeas y otros monasterios (hasta un total de doce abadías), no estaba bajo la autoridad episcopal sino solamente dependía del papa.
Privilegio de donación
de Sta Mª la Real
Se donó al monasterio de privilegios, exenciones fiscales (pontazgo, portazgo y montazgo),  y bienes materiales y tierras, hasta un total de 54 pueblos, que constituyeron un importante patrimonio y que con el tiempo fue notablemente incrementado.
La importancia que adquirió se demuestra con las prerrogativas con que contaba la abadesa, que al señorío material sobre los pueblos, añadía la elevada jerarquía que ocupaba dentro de la curia episcopal castellana, incluso dependían directamente del papado, no del obispo. Y aunque, como mujeres, las abadesas, no podían confesar, ni predicar, ni decir misa, sin embargo eran las que daban las licencias eclesiásticas para que los sacerdotes pudiesen hacerlo.
Leonor Sarmiento
            abadesa
Además el monasterio, tenía su propio fuero, cuyas leyes en el tema civil y criminal dirigía y vigilaba la propia abadesa: nombraba alcaldes, nombraba abadesas de otros monasterios, etc. Un dicho popular rezaba así “Tras del Rey, la Abadesa de las Huelgas”.

Debido a tanta tutela real, el Monasterio de las Huelgas acogió como monjas a importantes damas de la nobleza castellana.
María Ana de Austria abadesa
de las Huelgas
La mayoría de las primeras abadesas fueron mujeres pertenecientes a la realeza,  las dos primeras abadesas fueron la infanta de sangre real Misol (o Mariasol) y la infanta Constanza, hija de los reyes fundadores.
Como dato curioso añadir que las abadesas vestían con un tocado especial y un báculo que la asemejaban a un “obispo femenino”.
Y en poco tiempo, las Huelgas, se convirtió en casa madre de los monasterios femeninos de Castilla y de León.
Todos los privilegios se mantuvieron intactos a través de los siglos hasta el siglo XIX, en que fueron suprimidos por el papa Pío IX.
Durante la Edad Media, en este monasterio también se llevaban a cabo importantes ceremonias, como: armar caballeros, proclamación y coronación de reyes…Y sobre todo tuvo una gran importancia como Panteón Real y de nobles, con magníficos sepulcros, muchos de los cuales fueron profanados durante la Guerra de la Independencia Española.
En la actualidad este monasterio está gobernado por monjas cistercienses y la abadesa actual no tiene privilegios especiales ni civiles, ni jurídicos.
El monasterio tiene preparadas diez habitaciones para retiro espiritual de mujeres que lo soliciten Y la comunidad de monjas dedican su vida a la oración y a atender unas mínimas posesiones.

Arquitectura del monasterio
Las obras comenzaron a finales del siglo XII y continuaron en el XIII. Al parecer un tal maestro Ricardo intervino en su construcción.
En él se pueden observar diferentes estilos desde el románico hasta el renacentista, pasando por el gótico o mudéjar.
La distribución, de las distintas dependencias del monasterio, es algo compleja e inusual respecto a los cánones arquitectónicos del momento, con un par de claustros, dependencias, capillas y templo. 
El conjunto monástico impresiona por su aspecto de fortaleza, con una torre fortificada y un recinto que en su momento estuvo amurallado.
Los compases
Existen dos puertas: una para el público, llamada de los Compases, o de entrada al Compás bajo el torreón de Alfonso XI que conduce al Compás de Adentro donde se abren distintas estancias que se fueron añadiendo a lo largo de los siglos como la portería, el torreón de Alfonso XI, la hospedería monástica y otros edificios que en su día darían cobijo a las viviendas de los criados, clérigos y capellanes, las casas de la administración o las escuelas. En la actualidad muchas de estas dependencias son utilizadas por el Patrimonio Nacional.
Arco de entrada al compás de
Afuera
Y dentro del Compás, en su parte noreste y a través de un precioso arco apuntado entramos en el Compás de Afuera donde encontramos un atrio de acceso al templo denominado Pórtico de los Caballeros, y desde donde se llega a la Iglesia y a las capillas funerarias adyacentes y de ahí al Claustro de San Fernando y demás dependencias anejas.
Las claustrillas
Decoración de atauriques
La parte más antigua corresponde al claustro románico conocido con el nombre de las Claustrillas, después le sigue en el tiempo la iglesia, como ya hemos dicho de corriente protogótica, y el claustro de San Fernando que es ya de claro estilo gótico con bóvedas de cañón adornadas en algunos tramos por algunos detalles y motivos de yeserías hispano-musulmanas como inscripciones cúficas, lacerías, atauriques,  o motivos figurativos como pavos reales, castillos o “grifos”. 
También encontramos una capilla de estilo almohade, la capilla de la Asunción o la capilla de Santiago de estilo mudéjar.

Escritura cúfica como
decoración
En primer lugar encontramos la iglesia que, en sí, es un caso excepcional dentro de los monasterios de monjas, pues normalmente sólo poseían una nave, mientras las de los monasterios masculinos tenían tres.
Existen documentos en que se nombra a un maestro Ricardo que intervino en su construcción.
Exteriormente es espectacular el grandioso juego de volúmenes de la iglesia de este monasterio, con distintas alturas de sus techumbres: torre, transepto, pórtico de los caballeros, etc…, que dan una sensación de estructuras distintas superpuestas unas a las otras.
 A la iglesia se accede a través de una puerta en el hastial norte del transepto. Iglesia que en su estructura adopta el modelo cisterciense, siguiendo las normas y modelos protogóticos, es decir, no son ni plenamente románicos, ni plenamente góticos corresponderían a la primera corriente del gótico.
A: Compás de Afuera; B: Compás de Adentro; 1:Claustrillas
2: Capilla de la Asunción; 3: Capilla de Santiago 4:Claustro
de San Fernando; 5: Sala Capitular
Tiene planta de cruz latina y está formada por una cabecera de cinco ábsides, aunque con tan sólo tres naves alargadas, con ocho tramos y separadas por soportes, columnas octogonales, con capiteles sin tallar y embutidos en los muros que separan las naves. La norte, dedicada a Santa Catalina y la sur a San Juan. En la central se sitúa el coro de las monjas. 
Transepto
Posee un transepto (nave crucero) que destaca en planta y alzado y que, en este caso, tiene un muro de separación con el resto de la iglesia debido a la condición de clausura. 
A él se abren los cinco ábsides de la cabecera que forman capillas cuadrangulares alineadas y de testero recto, a excepción de la capilla central con un ábside más profundo que los laterales, con un tramo recto, ocupado por el coro de capellanes, y un testero ochavado (poligonal).
A los pies de la nave se alza la capilla funeraria de doña Ana de Austria, hija de don Juan de Austria, construida a comienzos del siglo XVII.
Nave central
Los soportes y el abovedamiento son de tipo cisterciense, pero a diferencia del Cister en lo que respecta a la severidad de la ornamentación encontramos numerosos elementos arquitectónicos, en cuanto a las proporciones o a la concepción espacial, que aunque típicos del gótico tienen una clara función ornamental, probablemente de influencia francesa, ya que la reina Leonor era de esa nacionalidad, como son las bóvedas angevinas (clave más alta que los arcos formeros y fajones) o columnillas voladas sobre repisa.
Bóveda sexpartita
En el interior destaca la bóveda del presbiterio, de planta rectangular, con dos arcos fajones apuntados y sus diagonales que generan dos ventanales en sus laterales y una diagonal que sigue en eje de la nave y que componen la bóveda sexpartita típica del gótico francés.
Bóveda octopartita del cucero
En el crucero, por el contrario, de planta cuadrada y  formado por los arcos fajones y formeros con sus diagonales y el espinazo de la nave central y el transepto, se forma una bóveda octopartita, también de estructura angevina.
Las capillas absidiales que están pegadas a la mayor también responden al estilo angevino
Ábside central con el retablo mayor
Desde el presbiterio se contempla el gran  retablo del  siglo XVIII. No olvidemos que en la elaboración de un retablo intervenían: el arquitecto, el escultor y el dorador. Éste, está adornado con columnas salomónicas, tiene en su parte central la imagen de la Asunción y en el ático el Calvario cobijado en una bóveda de horno con forma de concha y adornada con numerosos ángeles músicos.
Sobre el muro de la Epístola (muro sur) del presbiterio está el órgano barroco.
Ya en el muro que separa el crucero del resto de la iglesia aparece una pintura que representa la Batalla de las Navas de Tolosa, y en él se puede apreciar el pendón o estandarte almohade que formó parte del botín de guerra, y que actualmente se conserva en este monasterio. A sus pies, cerca de la reja en el costado de la epístola, se sitúa un púlpito de forma octogonal. Es de hierro forjado y está montado sobre un soporte que le permitía girar de manera que las monjas pudieran escuchar mejor al predicador desde la clausura
El Descendimiento
Colocado en la zona alta del muro de separación entre la iglesia y el coro, se encuentra el “Descendimiento”. Este grupo escultórico, de autor desconocido, se sitúa cronológicamente en la segunda mitad del siglo XIII.  El madero aparece cubierto de hojas de acanto con una clara idea evangélica de trasmitir el concepto de “Árbol de la Cruz” y en una clara alusión al bíblico “Árbol de la vida” perdido tras el pecado original y recobrado ahora por el sacrificio de Jesucristo, hijo de Dios.
Detalle
Hay en él un detalle muy peculiar en el “Cuadrón” central es: la situación del castillo (símbolo real) en el lugar privilegiado donde reposó la cabeza de Jesucristo antes de su muerte y lugar de unión entre lo celestial (madero vertical) con lo terrenal (madero horizontal), y que el mismo Jesucristo representa, ya que según el cristianismo fue Dios y Hombre. Otros detalles simbólicos de este descendimiento son: las tres torres (Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo), la nave con la vela negra (símbolo del malèinvasión islámica), las torres almenadas (fortaleza de la Iglesia), el número de almenas (10 èlos mandamientos), en fin distintos elementos que refuerzan el significado de la Fe cristiana (cristianismo), frente al Islam.
Nave lateral: Epístola
En las naves longitudinales, cerradas al culto y convertidas en museo, se encuentran los numerosos sepulcros de infantes y reyes,  así como retablos, altares y tapices (bueno más bien  “reposteros”, que se diferencian de los tapices en que en éstos las figuras están cosidas sobre el fondo del tapiz) de elegante manufactura que producen la impresión de estar en un lugar repleto de solemnidad, dignidad y elegancia y sobre todo, de buen hacer.
Pórtico de los Caballeros
La fachada exterior septentrional, forma una galería porticada, llamada “Pórtico de los caballeros” y está formada por 19 arcos apuntados, dispuestos de dos en dos, separados por mainel columnado y entre recios contrafuertes. Bajo las bóvedas de este Claustro de los Caballeros hay sepulcros de extraordinaria calidad plástica que se relacionan con posibles caballeros muertos en la Batalla de las Navas de Tolosa.
En la pared oeste del brazo del crucero se abre un rosetón, mientras su frontal está ocupado por una puerta de estructura neoclásica con frontón triangular, y es por la que se accede al templo.
Justo tras el hastial norte del transepto se asienta la torre que consta de varios pisos, los dos últimos con cuatro vanos apuntados por cara ventanas para las campanas. Tiene adosado en el lateral de su parte este un cuerpo cilíndrico (con escalerilla de caracol); culmina con una balaustrada calada sobre matacanes.
Torre
Como remate superior de los contrafuertes están esculpidos los emblemáticos castillos tallados en piedra, símbolo heráldico del rey Alfonso VIII.

Los sepulcros
Es sabido y está dicho que uno de los principales motivos que impulsó al rey Alfonso VIII a edificar este monasterio es el de convertirlo en panteón de reyes y que él mismo quiso ser enterrado aquí junto a su mujer.
En toda la iglesia pueden verse bastantes sepulcros de la familia real, unos más artísticos y otros más pobremente adornados, pero todos de gran importancia histórica.
Estos enterramientos sufrieron un grave expolio durante la época de la ocupación por las tropas francesas de Napoleón en el siglo XIX. Muchos se han podido recuperar, pero el ajuar que se conservaba dentro junto al cadáver está perdido.
Sepulcro en el Pórtico
de los Caballeros
Únicamente se salvó el de don Fernando de la Cerda, cuyos ropajes intactos se han podido guardar en el Museo de Telas.
Entre ellos los más importantes son:
·      Los están en el atrio, antes de entrar en la iglesia por la puerta gótica. Son de los siglos XIII y XIV, de profusa decoración, se cree que contienen enterramientos de caballeros muertos en la Batalla de las Navas de Tolosa.
·      Sepulcro de Enrique I de Castilla, hijo de Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet, muerto en Palencia en 1217 a la edad de 13 años, tras haber sufrido una intervención en el cráneo. Se cuenta que le cayó encima una gran teja que le ocasionó una herida mortal. Se encuentra en la nave del Evangelio (nave norte).
·     
Sepulcro de D. Fernando de la Cerda
Sepulcro de don Fernando de la Cerda hijo de Alfonso X el Sabio, heredero al trono, pero murió antes que su padre. Es en piedra policromada, con ornamentación de símbolos heráldicos. Se encontró intacto y sin saquear y pudieron extraerse las mejores piezas de vestidos medievales que se custodian en la actualidad en el Museo de Telas Medievales, ubicado en la antigua cilla o almacén del monasterio.

·      Sepulcro de Leonor de Castilla, reina de Aragón. Es pequeño y muy bien cincelado, de fines del siglo XII, románico.
Sepulcro de Alfonso VIII y Leonor dePplantagenet
· Sepulcros de los reyes fundadores, Alfonso VIII y Leonor de Plantagenet, en la nave central, La decoración de los sarcófagos es idéntica en los laterales y las cubiertas (la heráldica del rey, el castillo) y diferente en los frontales, en los que figuran el castillo de Alfonso y los tres leones (leopardos) del escudo inglés, Plantagenet, de la reina.  En la cabecera de la cubierta del sepulcro de Alfonso figura la imagen del soberano, sentado en el trono y entregando a la primera abadesa, que se encuentra arrodillada, el privilegio de fundación del monasterio. Sus tapas son a doble vertiente. Se apoyan sobre pedestal custodiado por cuatro leones.
·      Sepulcro de Constanza de Castilla, hija de los reyes fundadores y segunda abadesa del monasterio.
·      Sepulcro de Sancho de Castilla, hijo de Fernando III el Santo, que fue arzobispo de Toledo.
Sepulcro de Berenguela de
Castilla


·   Sepulcros unidos de Berenguela de Castilla (hija de Fernando III el Santo), con suntuosa decoración, y de Blanca de Portugal, con decoración heráldica en entrelazados mudéjares.
Sepulcro de Blanca de
Portugal
·      Sepultura lisa de María Ana de Austria, fallecida en 1629, hija natural de don Juan de Austria, sobrina de Felipe II y nieta de Carlos I de España, que fue nombrada abadesa perpetua de este monasterio. Anteriormente estuvo en el convento de Madrigal de las Altas Torres, donde protagonizó un hecho insólito junto al famoso pastelero de Madrigal, inmortalizado por el escritor español José Zorrilla en su obra Traidor, inconfeso y mártir.
    Hasta un total de 39 enterramientos entre las tres naves.

Las vidrieras
En la Sala Capitular de este monasterio se conservan tres vidrieras (San Pedro, San Pablo y San Juan), y en la actual Hospedería otra (Virgen con el Niño), escasamente estudiadas y probablemente realizadas entre 1200 y 1220 y que serían las más antiguas conservadas en España correspondientes a ese momento de transición entre el románico final  y el gótico inicial y que encajarían en eso que se ha dado en llamar, por algunos estudiosos como “Estilo 1200” o de “Transición al gótico”. 


Vidrieras de San Pedro, San Pablo y San Juan
Y es que, por un lado, el uso de vidrieras figurativas en un edificio de la Orden del Cister, caracterizado por su sobriedad y rigidez, no deja de ser llamativo. Y por otro que la vidriera en España, que aparece tímidamente durante el románico final, ya que las paredes no tenían espacios porque los muros eran muy gruesos para sostener los edificios, durante el siglo XII, era casi ignorada y las que había, siempre, procedían de maestros extranjeros. Sin embargo, con el gótico, el peso va a los contrafuertes y se abren ventanales que debido a su tamaño se van cubriendo con cristaleras (vidrios unidos por varillas de plomo), en lugar de las viejas celosías de alabastro. Cristaleras que permiten que la luz cambie del blanco traslucido del alabastro al color, de diversas tonalidades, imitando la Jerusalén celestial de la que hablan los textos bíblicos.
Detalle
Vidriera de la Virgen con el Niño
En sus figuras, en general, hay que destacar  la gran estilización y el canon alargado de las figuras, pintadas con firmes trazos de grisalla sobre vidrios de colores primarios de gran profundidad y grosor.
Estas vidrieras cuentan historias, escenas o figuras que ocupan todo el ventanal y que muestra al que se acerca a ellas todo un mundo de imágenes que actúan sobre el alma.
Si la escultura fue, en el arte románico a través de sus capiteles historiados, relieves o escultura exenta, la forma de instruir en religión a la población. Van a ser las vidrieras, en el gótico, las que van a recoger esta tarea pedagógica.

Las Claustrillas
Las Claustrillas
Llaman así al pequeño claustro antiguo, y primer núcleo monástico de la comunidad. De planta rectangular, perteneció al monasterio fundado en 1187.
Cuando se creó el otro claustro el de San Fernando, las monjas utilizaron este espacio para su propio recreo y meditación.
Se cree que el autor de la obra fue también el maestro Rodrigo, que dejó otras obras por estas tierras.

Sigue estrictamente el concepto románico de cuatro crujías con techumbre de madera y arquerías de medio punto sobre columnas geminadas.
Machones
Cada lado presenta doce arcos que se apoyan sobre columnas pareadas con capiteles alargados, entre románicos y góticos, pero de clara inspiración cisterciense, de elegante ornamentación vegetal, principalmente crochets, hojas rematadas con volutas o pomas con caperuza muy estilizadas. Los capiteles más llamativos muestran un bello diseño, trabajado con la técnica del trépano, de tallos entrelazados terminados en espiral.
Capitel
En las esquinas y centro de cada
lado se interrumpe la arquería con machones (o pilares), cuyos capiteles están ricamente labrados con temas de castilletes.
Todas las dependencias claustrales han desaparecido, aunque en los muros de sus paredes todavía quedan restos de puertas cegadas que serían el acceso a las diversas estancias
 Junto a él,  en el ángulo noreste, encontramos la capilla de la Asunción, levantada a comienzos del siglo XIII por alarifes almohades. Está hecha de ladrillo y se cubre con una bóveda estrellada, en el lado sur, aparecen dos arcos lobulados que dan paso a un pequeño espacio rectangular que posiblemente haría las veces de sacristía o tendría una cierta función funeraria, puesto que en ella se encontró el sepulcro de Alfonso VIII.
Bóveda estrellada mudéjar
Arcos lobulados
La parte que se conserva correspondería a la cabecera de la primitiva iglesia del monasterio y la única nave, que tendría, se prolongaría a lo largo de la crujía norte del primer claustro que no sería de muy grandes dimensiones, pues en los primeros tiempos la comunidad la formarían un número reducido de religiosas
Y próxima a ella, pero fuera de las construcciones monásticas, nos encontramos con la capilla de Santiago. Situada al noreste de las Claustrillas, se accede a ella  a través de un paso por la huerta. Complejo espacio mudéjar construido en piedra y ladrillo que debió levantarse en el siglo XIII, aunque fue transformado en momentos posteriores. Tiene una puerta de arco túmido (llamado también arco árabe), un friso de yesería mudéjar y un artesonado notable.
Arco túmido

Se accede al presbiterio por otro túmido, donde se encuentra una imagen articulada de Santiago del siglo XIII.
Santiago/Espaldarazo
Siguiendo la tradición en esta capilla se realizaba el rito de recepción de caballeros y la imagen sedente de Santiago, que en ella había, empuñando la espada con sus brazos articulados, era la que daba el espaldarazo (ya que sólo Dios o el propio Santiago podían hacerlo) en la ceremonia de armar caballeros a los reyes.
Finalmente está la capilla del Salvador, también del siglo XIII en la parte suroccidental del claustro de San Fernando y al lado de la portería,  que junto con el llamado Patio de las Infantas, de la misma época  se encuentran en un área de uso privado, bien de la “familia real” o bien de “clausura” de las señoras de Las Huelgas.

Claustro de San Fernando
Al sur de la iglesia se alza el claustro de San Fernando. Es una obra gótica, al igual que el templo y fue mandado construir por Fernando III, el Santo, hacia el primer cuarto del siglo XIII.
 En este claustro, además de situarse algunas capillas para la devoción de las monjas, se abren también las galerías, en torno a un patio. Sus galerías están cubiertas por bóvedas de ladrillo de cañón apuntado, reforzadas por arcos fajones que se apoyan en ménsulas de decoración vegetal hacia el interior y lisas hacia el exterior.
Añadir leyenda
En algunas zonas de los plementos se conservan restos de yeserías  hispanomusulmanas con motivos de pavos reales, heráldica, atauriques y lacerías, o inscripciones cúficas con restos de policromía original.
Cada panda o lado está recorrido por arquerías apuntadas, cuyos arcos están agrupados de tres en tres entre machones rectangulares, a modo de pilastras, y se apoyan sobre columnas con capiteles de crochets. De todos ellos sólo se conservan tres, ubicados en el ángulo noreste, junto a la capilla de Belén, ya que los demás se macizaron con un muro, por amenazar ruina y para construir el Claustro Alto, en una reforma realizada en el siglo XVII.
Yeserías mudéjares
En la panda sur está el refectorio y en la del oeste estaba la cilla, bodega o almacén, destinado en la actualidad a Museo de Telas. Y en el lado este se encuentra la sala capitular.
En este claustro pueden admirarse algunas portadas y algunas puertas de madera, sobre todo una de origen musulmán, del siglo XI, procedente de la conquista de Almería. Desde él se accede al otro claustro llamado Las Claustrillas por un pasadizo cuyo techo está decorado con yeserías.

Sala capitular
La sala capitular es el centro director de cualquier monasterio y el de las Huelgas nos muestra unas dimensiones especialmente amplias y de gran elegancia.
La sala capitular del claustro de San Fernando tiene su lugar de emplazamiento en la misma disposición que en los monasterios de monjes cistercienses, pero en este caso es especial por su altura y esbeltez que la hace mucho más amplia y luminosa. En ella tiene su cátedra la abadesa.
 El piso de arriba, que, en otros monasterios, suele estar ocupado por los dormitorios, se desplaza, en este caso, al ocupar su espacio la parte alta de esta sala.
Acceso desde el claustro
         Se comunica con el claustro de San Fernando por tres vanos: una puerta abocinada con arquivoltas de medio punto con decoración de zigzagueado, flanqueada por ventanales bíforos apuntados, bajo un arco de medio punto con decoración de zigzagueado y de clara tradición románica y cuyo tímpano está ocupado por un óculo. Curiosamente los capiteles están sin decorar a modo de imposta.

Está construida sobre cuatro apoyos centrales que dividen la sala en tres naves de igual altura con tres tramos (nueve tramos en total) y nueve perfectas bóvedas ojivales. Los apoyos son cuerpos cilíndricos que están rodeados de ocho columnillas exentas y monolíticas, cuyos capiteles, también monolíticos, con forma de anillos o ménsulas, de los que arrancan los nervios de la bóveda, y que al igual que los arcos de entrada, quedaron sin tallar. Este núcleo cilíndrico está despiezado por hiladas horizontales monolíticas, demostrando la originalidad constructiva de los maestros franceses que aquí intervinieron.

La bóveda es de crucería, de estilo francés con la particularidad de tener cada plemento de una sola piedra. La puerta de acceso es abocinada, de varios arcos apuntados labrados con dientes de sierra.
Pendón de Las Navas
En esta sala se exhibían varias piezas de valor histórico y artístico, como el llamado Pendón de las Navas, hoy en el museo de las Telas Medievales, (referido a la batalla de las Navas de Tolosa y al parecer era una parte de la tienda o pabellón usado por el Miramamolín èdeformación castellana del título del califa almohade), aunque en realidad es un trofeo de guerra conquistado a los almohades precisamente por Fernando III tras su conquista de Jaén, Córdoba y Sevilla.​ Está decorada además con varios tapices/reposteros flamencos y en una vitrina se guarda una carta de Santa Teresa.

Museo de Ricas Telas Medievales
Así se llama el museo instalado en el claustro de San Fernando en la estancia que sirvió al monasterio como cilla, bodega o almacén (pueden verse las tolvas desde las que se introducía el grano en los almacenes del monasterio).
Aunque el conjunto de piezas encontradas está formado por unos 300 elementos, la exposición está formada por 51 piezas  (objetos y telas) sobre las que se ha realizado una exhaustiva tarea de restauración y limpieza. 


El sorprendente buen estado de conservación de los tejidos, se atribuye a la alta calidad de la seda, que ha permitido su conservación pese al estado de podredumbre del interior de los sepulcros que pertenecían a los Reyes y que se encuentran en la iglesia del monasterio, y por ello con una datación cronológica exacta.
Vestido de Leonor I de Castilla
Son vestidos e indumentaria femenina, masculina e infantil de los Reyes y Reinas de Castilla de los siglos XII, XIII y XIV, que ayudan a conocer la vida y costumbres de la gente de aquella época.
La sala tiene un techo adornado con rica yesería mudéjar de estilo cordobés con motivos heráldicos y escrituras de salutaciones latinas.
A pesar del expolio y abandono que hubo a través de los siglos, todavía se conserva un material de piezas únicas cuya exposición ocupa 18 vitrinas.
Hay ornamentos sagrados, sedas, tafetanes, cendales (tela de seda transparente), brocados, cojines, etc.
En el centro se halla colocado un ataúd con el cadáver semiincorrupto de Fernando de la Cerda.
Entre otras piezas también podemos ver:
En la vitrina nº 6 puede verse el ajuar de Berenguela de Castilla, madre de Fernando III el Santo.
Pendón almohade de las Navas de Tolosa
El pendón de Las Navas de Tolosa (de comienzos del siglo XIII). Es la pieza de mayor importancia del museo y la obra cumbre de la tapicería hispanomusulmana. Tradicionalmente se considera que fue el botín que obtuvo Alfonso VIII al derrotar al califa almohade Al-Nasir en la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Se trata de un tapiz almohade excepcional, de 326 por 222 centímetros, tejido con hilos de oro sobre sedas de gran colorido. El motivo compositivo central es una estrella de ocho puntas inscrita en un círculo, en torno al cual hay cuatro triángulos, que convierten el tema central del tapiz en un cuadrado. Esta composición aparece encuadrada a su vez por cuatro cenefas con inscripciones cúficas correspondientes a aleyas o citas coránicas y estrellas de lacería en las esquinas. En la parte superior del tapiz, destaca otra gran cenefa con cita coránica. En la parte inferior, rematan el tapiz ocho círculos con restos de inscripciones cúficas.
El manto de Fernando de la Cerda (hacia 1255-1275). En brocado de seda e hilos entorchados de oro y plata, con decoración heráldica a base de escudos cuartelados con castillos y leones rampantes. Se trata de un buen ejemplo de manto medieval desarrollado conforme a un patrón semicircular. 
Saya de Fernando de la Cerda
Birrete de Fernando de la
Cerda
El ajuar funerario de Fernando de la Cerda es, sin duda, el conjunto más espectacular que se exhibe, ya que no fue expoliado durante la ocupación francesa (1808-1813). Puede verse la riquísima indumentaria con que fue enterrado, a la moda musulmana en lo que a tejidos y diseños de refiere. Como el birrete de Fernando de la Cerda (anterior a 1275). Bordado matizado de seda, hilos metálicos, aljófares, corales y vidrios. Guarnición metálica de oro y engastes de zafiros y granates. O la saya de Fernando de la Cerda (hacia 1255-1275). Samito (lujosa y pesada tela de seda), fibras de seda e hilos entorchados de oro y plata
Otros:
Pellote de Fernando
de la Cerda
El pellote (prenda de moda en el siglo XIII) de Fernando, el de Leonor, la crespina del infante don Alfonso, la saya encordada de la reina (de casi dos metros, lo cual se debe a que en la época los trajes arrastraban por el suelo y era preciso recogérselos para andar, señal de la condición noble del portador, cuyas manos se ocupaban únicamente de recogerse las ropas), las capas y los cinturones extraordinariamente bordados con las armas de Castilla y León, la espada y el anillo del infante don Fernando. 
Almohada de Berenguela de
Castilla
Hay un cojín granate de seda (almohada de Berenguela de Castilla), en tafetán carmesí, presentando decoraciones incrustadas de tapicería, entre las que destaca el gran medallón central. Éste está formado por una corona con inscripción árabe en letra cursiva (leyenda que se encuentra en numerosos frisos de edificios musulmanes y que dice: No hay más divinidad que Dios) y que enmarca las figuras de dos danzarinas enfrentadas en torno a un esquemático árbol de la vida. 
   
El Códice musical

El Códice de las Huelgas es un manuscrito copiado en la primera mitad del siglo XIV y encuadernado en época reciente (a principios del siglo XX) donde se recoge el repertorio musical que cantaban las monjas del monasterio. Es una de las fuentes europeas más importantes de la polifonía del Ars Antiqua. El códice se conserva en el propio monasterio.