miércoles, 12 de diciembre de 2018

Iglesia de San Antón - Bilbao


Iglesia parroquial de San Antón de Bilbao

DATOS
Estilo:                   GóticoRenacimientoBarroco
Construcción:       Siglo XVI -1510-
                             1546-1548, pórtico principal
                             1775 campanario
                             1902 pórtico auxiliar, sacristía y despachos                    
                             parroquiales
Arquitecto(s):       Juan de Garita  el pórtico principal
                            Juan de Iturburu  el campanario
                             Enrique de Epalza el pórtico auxiliar y la  sacristía
Otros artistas:      Guiot de Beaugrant pórtico principal
                            Juan de Láriz balconada, 1559

La iglesia de San Antón que es la denominación popular con la que lo conocemos, cuando en realidad su advocación precisa es Iglesia de San Antonio Abad, es un templo católico de estilo gótico del siglo XV, consagrada inicialmente en 1433 aunque ampliada y con profundas transformaciones a lo largo del siglo XVI.  
Su propia historia, aunque no es la iglesia más antigua de Bilbao, y su ubicación, junto al mercado de la Ribera, al Ayuntamiento, al Consulado y al puente de su mismo nombre, puente que permitía los accesos y las comunicaciones,  le convierten en uno de los más populares templos de Bilbao, hasta tal  punto que su figura  aparece retratada en el escudo de la villa junto al puente de su mismo nombre.

HISTORIA

Iglesia y puente de San Antón. Bilbao (Bizkaia),
c. 1870. Pedro Telesforo de Errazquin.
Antes de ser levantada la iglesia,  hacia comienzos del milenio, en el mismo lugar en que está  actualmente ubicada, al parecer, ya existía una especie de local o lonja, construido sobre una roca, junto al vado de la ría y utilizado para almacenar las mercancías fluviales, principalmente las provenientes de las caravanas que cruzaban dicho vado, entre ellas las cargadas de lana procedente de Castilla y que discurrían por la ría. Además de un pequeño puerto utilizado como fondeadero natural de esas embarcaciones dispuestas a nuevas empresas comerciales, más allá del Golfo de Bizkaia.
En el 1300 don Diego López de Haro, undécimo señor de Bizkaia, otorga la Carta Puebla fundacional a los pobladores de la villa y esa antigua lonja se incorpora al recinto urbano. Años más tarde en 1334 Alfonso XI rey de Castilla mandó construir en el lugar un alcázar y al mismo tiempo una muralla defensiva que, al mismo tiempo, hacía también las veces de dique contra las “frecuentes” crecidas del río Ibaizábal. Los cimientos de esta muralla se localizaron en las excavaciones arqueológicas realizadas en 2002 y actualmente pueden verse tras el altar de la iglesia, donde también se observan restos de la cabecera de la primera iglesia. También se han recuperado restos del antiguo cementerio que albergó el interior de la iglesia desde sus orígenes hasta el siglo XIX.
Esta zona de muralla y el alcázar fueron demolidos pronto para levantar en su lugar una iglesia primigenia dedicada a San Antonio Abad y que fue consagrada en 1433. Se trataba de una construcción de una sola nave, planta rectangular y cubierta abovedada.
Detrás del altar de la iglesia actual, superpuestos a los restos de la muralla, pueden verse los cimientos de la cabecera de este templo anterior, de forma poligonal y construida con sillares rectangulares de arenisca. La primera iglesia estuvo en servicio muy poco tiempo, unos 50 años, ya que en 1478 se proyectó su ampliación al quedarse pequeña para acoger a una feligresía en continuo crecimiento.
Esta segunda fábrica, todavía de hechura gótica, pero con una planta casi cuadrangular de tres naves, quedaría concluida, lo que es en su estructura básica, porque después, en años posteriores, se añadirían una serie de elementos, pórticos, fachada, campanario, etc… hasta su configuración actual, en los primeros años del siglo XVI, hacia 1510.
En la nave del evangelio, opuesto a la ría, crecieron algunas capillas, que se acogieron a los espacios entre contrafuertes. La portada principal y el campanario no pertenecen al estilo gótico. La portada es un ejercicio arquitectónico en clave renacentista, mientras que el campanario es de estilo barroco del siglo XVIII.
Desde sus orígenes y hasta el siglo XIX, el interior de la iglesia fue utilizado como cementerio. En 1726 se planificó una importante reorganización de las sepulturas, cuyas cubiertas de losas planas formaron los suelos de las naves, recuperados tras la restauración.
El templo ha sufrido numerosos desastres naturales en los que, la iglesia de San Antón, ha perdido casi todo su patrimonio mobiliario. Aún así conserva alguna pieza de interés como el retablo plateresco de la Piedad que muestra relación con el trabajo de los Beaugrant, un San Antón gótico de mediados del siglo XV y un San Antonio de Padua, rococó, atribuible al escultor Juan Pascual de Mena, quizás autor también del San Sebastián de la capilla Ibaseta.
La última en las catastróficas inundaciones de 1983, que se llevaron buena parte de su mobiliario interior y arrancaron puertas y verjas. El 17 de julio de 1984 San Antón fue declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento Histórico-Artístico.

DESCRIPCIÓN

Planta de S. Antón
Actualmente el  templo consta de tres naves escalonadas, la nave central de casi el doble de altura que las naves laterales, con cuatro tramos cada una de las naves y cubiertas de bóveda de crucería, simple en las naves laterales, y compuesta en la nave central; en la capilla mayor la nervadura es más elaborada, con dobles terceletes.

Esta diferencia de altura determina el elemento más característico del estilo gótico, los volúmenes escalonados en el alzado del edificio, y origina una serie de tensiones que se trasmiten a los contrafuertes a través de unos vistosos arbotantes de doble arco que se encuentran en el exterior, al lado sur.
Todos los arcos son apuntados, como corresponde a su claro estilo gótico, salvo los del primer tramo, que son de medio punto. Los elementos sustentadores exentos actúan como pilares con el núcleo cilíndrico y a ellos se adosan columnillas a modo de baquetones que recogen las nerviaciones provenientes de las bóvedas y pilastrillas que descienden de los arcos formeros.
En el muro meridional, el que da a la ría, se adosan también semipilares de núcleo cilíndrico y de estructura muy sencilla, que en su parte superior, antes de llegar al capitel liso y corrido, a modo de doble collarino con espacio intermedio, llegan las nerviaciones de las bóvedas de crucería simple de las naves laterales.

El resto de pilares tienen una estructura parecida, los capiteles de los que se encuentran en el lado norte tienen el espacio intermedio entre los “collarinos” decorados con bolas, decoración que aparece en otras partes del templo, como en alguna de las ventanas externas y bajo algunos aleros a modo de canecillos.
Sólo las ménsulas del primer tramo y las que se encuentran bajo el coro rompen con la austeridad que se respira y se decoran sobre todo con motivos zoológicos
En los muros que rodean y cierran la nave central, por todo su perímetro y bajo las ventanas, que permiten la iluminación del templo, encontramos el triforio, con forma de galería elevada, abierta y corrida o pasadizo estrecho, muy parecido al de la catedral de Santiago de Bilbao. Este  rasgo inscribe a San Antón dentro de la familia de templos góticos vizcaínos, de la que forman parte la propia catedral de Santiago de Bilbao, la Basílica de Santa María de Portugalete o Basílica de la Asunción de Santa María de Lekeitio, entre otras.
Una de las peculiaridades de la iglesia de San Antón es que carece de ábsides en su cabecera, mostrando un testero recto, que no sobresale en planta, tanto en su nave central como en las laterales. El testero de la nave sur forma un chaflán destinado a adaptarse al cauce del río.

INTERIOR

El retablo mayor en la actualidad es un conjunto, sin fábrica, que consta de doce elementos: siete pinturas realizadas tras la restauración del templo en el año 2003 por el artista bilbaíno contemporáneo Ignacio García Ergüin, representando la Anunciación, el Nacimiento de Jesús, su Bautismo, la Cena de Emaús, la Ascensión, el Pentecostés y la Anunciación de la Virgen. Intercaladas entre ellas, aparecen cinco motivos escultóricos: en la parte inferior equivalente a la predela de los retablos, dos relieves representando el Lavatorio de los Pies y la Última Cena; en el cuerpo intermedio, dos bultos redondos de San Pedro y San Pablo; y en el lugar del ático un Cristo Crucificado.
Los dos bultos y los dos relieves formaban parte de un desaparecido retablo romanista correspondiente a los últimos años del siglo XVI, ejecutado por Esteban de Velasco según trazas de Martín Ruiz de Zubiate. Presidiendo el retablo encontramos una imagen hispanoflamenca de Cristo Crucificado de la primera fase del renacimiento español.
Tanto el altar como el ambón tienen una estructura similar a los de la catedral de Santiago.
Inmediata al presbiterio, junto a la puerta de entrada, nave del evangelio, se dispone una talla en madera policromada de San Antón, gótica del siglo XV.
En el primer tramo de la nave de la Epístola, en un nicho de piedra, se encuentra un San Antonio de Padua con el Niño, obra rococó atribuida a Juan Pascual de Mena. A continuación viene un gran arco vaciado en el muro que cobija una copia moderna de la Virgen de Begoña, patrona de Vizcaya, imagen del escultor Larrea. A su derecha se contempla una pintura dedicada a la Asunción de la Virgen, obra quizá de finales del XVII.
El coro, sito a los pies del templo, en el lado oeste, fue construido en el último cuarto del XVI con las intervenciones del maestro Domingo de Garita y el entallador Juan de Lete. Alberga un órgano Cavaille-Coll de París, fabricado en 1901.
Bajo el coro se sitúan dos figuras de San Cosme y San Damián, titulares de la Cofradía de los cirujanos de Bilbao,  labradas en 1664 por el escultor Antonio de Alloitiz.
La nave del evangelio del templo lo completan tres capillas particulares, construidas aprovechando los espacios creados entre los contrafuertes y costeadas por tres personajes importantes de la historia vizcaína  - Lezama-Leguizamón, Martínez de Recalde e Ibaseta- abiertas por este orden en el segundo tercio del siglo XVI, en estilo gótico-renacentista. Dos de ellas están comunicadas hoy día entre sí, y dos van cerradas con rejas de hierro.
Destaca la capilla del Santísimo, de gran tamaño por la unión de dos capillas distintas. Por un lado  la capilla de Santa Lucía, la más antigua (hacia 1530). A finales del siglo XVII pasó a ser la capilla oficial del Consulado. Su acceso desde la nave se cierra mediante una notable reja del XVII, de dos cuerpos, rematada por una  crestería con el escudo de la familia Lezama-Leguizamón. Preside, esta capilla, un retablo rococó del último tercio del XVIII y que aloja una imagen de la Inmaculada y una talla de Santa Águeda en el ático, resto de un retablo de Antonio Alloitiz labrado en 1664. En sus laterales se disponen dos lienzos de los patronos de Vizcaya, San Ignacio de Loyola y San Valentín de Berriochoa, realizados por el pintor Manuel Losada en 1907. En uno de los muros cuelga un lienzo de mediados del XVII que representa la circuncisión de Jesús, aunque situándola sorprendentemente en el establo de Belén, y no en el templo, como es tradicional.
Seguido y ocupando el espacio menor de esta estancia tenemos la capilla de Nuestra Señora de la Piedad de Martínez de Recalde que se comunica con la anterior. Su fundación data de 1554, aunque el retablo y la reja son anteriores. Ésta es de estilo renacentista y se fecha en 1538. Constituye una de las mejores muestras de la rejería renacentista de Bizkaia. El retablo que
ocupa el muro del fondo está dedicado a la Virgen de la Piedad es una destacada obra plateresca de fino plegado en el ropaje y una muy cuidada anatomía de sus figuras, es de 1540 y está atribuida a Juan de Beaugrant, quien pudo ser autor del motivo central, una expresiva imagen de la Piedad de la Virgen sosteniendo el cuerpo de Cristo muerto, pero no de los relieves de la predela y las calles laterales.

A la izquierda del retablo, una pintura con la escena de la visita de San Antonio Abad a San Pablo Ermitaño, de mediados del XVII.
 Por último encontramos la capilla de San Roque, la más pequeña de las tres y por el exterior contigua al pórtico. El santo titular es representado en una talla que se exhibe en un sepulcro en arco de triunfo, también acoge las imágenes de Santa Lucía y San Sebastián, todas ellas probablemente obras del escultor cortesano Juan Pascual de Mena, que debió de realizarla durante su estancia en Bilbao entre 1754 y 1756.

EXTERIOR

En el pórtico principal, situado en el lado norte, destaca la portada, realizada en claro estilo renacentista. El pórtico fue trazado en 1544 por Juan de Garita y finalmente resuelto entre 1546 y 1548 por el equipo de escultores que comandaba el franco-flamenco Guiot de Beaugrant. 
Se resuelve con un arco carpanel anormalmente dovelado y decorado su intradós con  figuras geométricas (círculos y rombos), a ambos lados del arco dos parejas de columnas de naturaleza corintia que establecen entre ellas un interespacio ocupado a modo de hornacina por las figuras de San Pedro y San Pablo, en no muy buen estado. Todo el pórtico aparece profusamente decorado con motivos fantásticos y mensajes iconográficos.
Sobre el pórtico, protegiéndolo, va una tribuna o balcón miradero hacia la plaza. Su balconada fue realizada en 1559 por el cantero Juan de Láriz, también en estilo renacentista. Desde este privilegiado balcón asistían a los espectáculos celebrados en la Plaza Vieja los miembros de la corporación municipal, cuya sede estaba inmediata al templo.
El campanario, barroco del siglo XVIII, como se puede apreciar por su abundante decoración, fue trazado por Juan de Iturburu y contratado por Manuel de Capelastegui, quien concluyó la obra en 1775.
El campanario barroco presenta cuerpo octogonal con pináculos sobre volutas en los ángulos, y cúpula y linterna rematada en “giraldillo”, una alegoría de la Fe tallada por el cántabro Gerónimo de Argos. En el exterior de la nave de la Epístola (meridional) destacan el doble juego de arcos arbotantes que descargan las tensiones generadas por la nave central —que casi duplica la altura de las laterales— sobre dos contrafuertes elevados como pilastrones.

Las últimas incorporaciones al templo por su exterior fueron el pórtico auxiliar, la sacristía y los despachos parroquiales, que rodean la iglesia por su muro este. Fueron realizados en 1902, según diseño del arquitecto Enrique de Epalza y  en estilo neogótico para conseguir una integración armónica con el bloque de edificio.