Iglesia parroquial de San Antón de Bilbao
DATOS
Estilo: Gótico, Renacimiento, Barroco
Construcción: Siglo XVI -1510-
1546-1548, pórtico principal
1775 campanario
1902 pórtico auxiliar, sacristía y despachos
1546-1548, pórtico principal
1775 campanario
1902 pórtico auxiliar, sacristía y despachos
parroquiales
Arquitecto(s): Juan de Garita el pórtico principal
Juan de Iturburu el campanario
Enrique de Epalza el pórtico auxiliar y la sacristía
Juan de Iturburu el campanario
Enrique de Epalza el pórtico auxiliar y la sacristía
Otros artistas: Guiot de Beaugrant pórtico
principal
Juan de Láriz balconada, 1559
La iglesia de San Antón que es la denominación popular con la
que lo conocemos, cuando en realidad su advocación precisa es Iglesia de San
Antonio Abad, es un templo católico de estilo gótico del siglo
XV, consagrada inicialmente en 1433 aunque ampliada y con profundas
transformaciones a lo largo del siglo XVI.
Su propia historia, aunque no es la iglesia más antigua de Bilbao, y su ubicación, junto al mercado de la Ribera, al Ayuntamiento, al Consulado y al
puente de su mismo nombre, puente que permitía los accesos y las comunicaciones, le convierten en uno de los más populares
templos de Bilbao, hasta tal punto que
su figura aparece retratada en el escudo
de la villa junto al puente de su mismo nombre.
HISTORIA
Iglesia y puente de San Antón. Bilbao (Bizkaia), c. 1870. Pedro Telesforo de Errazquin. |
Antes de ser levantada la iglesia,
hacia comienzos del milenio, en el mismo lugar en que está actualmente ubicada, al parecer, ya existía
una especie de local o lonja, construido sobre una roca, junto al vado de la
ría y utilizado para almacenar las
mercancías fluviales, principalmente las provenientes de las caravanas que
cruzaban dicho vado, entre ellas las cargadas de lana procedente de Castilla y
que discurrían por la ría. Además de un pequeño puerto utilizado como
fondeadero natural de esas embarcaciones dispuestas a nuevas empresas
comerciales, más allá del Golfo de Bizkaia.
En el 1300 don Diego López de Haro, undécimo señor de Bizkaia, otorga la
Carta Puebla fundacional a los pobladores de la villa y esa antigua lonja se
incorpora al recinto urbano. Años más tarde en 1334 Alfonso XI rey de Castilla
mandó construir en el lugar un alcázar y al mismo tiempo una muralla defensiva que,
al mismo tiempo, hacía también las veces de dique contra las “frecuentes”
crecidas del río Ibaizábal. Los cimientos de esta muralla se localizaron en las
excavaciones arqueológicas realizadas en 2002 y actualmente pueden verse tras
el altar de la iglesia, donde también se observan restos de la cabecera de la primera
iglesia. También se han recuperado restos del antiguo cementerio que albergó el
interior de la iglesia desde sus orígenes hasta el siglo XIX.
Esta zona de muralla y el alcázar fueron demolidos pronto para levantar en
su lugar una iglesia primigenia dedicada a San Antonio
Abad y que fue consagrada en 1433. Se trataba de una
construcción de una sola nave, planta rectangular y cubierta abovedada.
Detrás del altar de la iglesia actual, superpuestos a los restos de la
muralla, pueden verse los cimientos de la cabecera de este templo anterior, de
forma poligonal y construida con sillares rectangulares de arenisca. La primera
iglesia estuvo en servicio muy poco tiempo, unos 50 años, ya que en 1478 se
proyectó su ampliación al quedarse pequeña para acoger a una feligresía en
continuo crecimiento.
Esta segunda fábrica, todavía de hechura gótica, pero con una planta casi
cuadrangular de tres naves, quedaría concluida, lo que es en su estructura
básica, porque después, en años posteriores, se añadirían una serie de
elementos, pórticos, fachada, campanario, etc… hasta su configuración actual,
en los primeros años del siglo XVI, hacia 1510.
En la nave del evangelio, opuesto a la ría, crecieron algunas capillas, que
se acogieron a los espacios entre contrafuertes. La portada principal y el
campanario no pertenecen al estilo gótico. La portada es un ejercicio arquitectónico
en clave renacentista, mientras que el campanario es de estilo barroco del
siglo XVIII.
Desde sus orígenes y hasta el siglo XIX, el interior de la iglesia fue
utilizado como cementerio. En 1726 se planificó una importante reorganización
de las sepulturas, cuyas cubiertas de losas planas formaron los suelos de las
naves, recuperados tras la restauración.
El templo ha sufrido numerosos
desastres naturales en los que, la iglesia de San Antón, ha perdido casi todo
su patrimonio mobiliario. Aún así conserva
alguna pieza de interés como el retablo plateresco de la Piedad que muestra
relación con el trabajo de los Beaugrant, un San Antón gótico de mediados del
siglo XV y un San Antonio de Padua, rococó, atribuible al escultor Juan Pascual
de Mena, quizás autor también del San Sebastián de la capilla Ibaseta.
La última en las
catastróficas inundaciones de 1983, que se llevaron buena parte de su
mobiliario interior y arrancaron puertas y verjas. El 17 de julio de 1984 San
Antón fue declarado Bien de Interés Cultural con
la categoría de Monumento Histórico-Artístico.
DESCRIPCIÓN
Planta de S. Antón |
Esta diferencia de altura determina el elemento más característico del
estilo gótico, los volúmenes escalonados en el alzado del edificio, y origina
una serie de tensiones que se trasmiten a los contrafuertes a través de unos
vistosos arbotantes de doble arco que se encuentran en el exterior, al lado
sur.
Todos los arcos son apuntados, como corresponde a su claro estilo gótico,
salvo los del primer tramo, que son de medio punto. Los elementos sustentadores
exentos actúan como pilares con el núcleo cilíndrico y a ellos se adosan
columnillas a modo de baquetones que recogen las nerviaciones provenientes de
las bóvedas y pilastrillas que descienden de los arcos formeros.
En el muro meridional, el que da a la ría, se adosan también semipilares de
núcleo cilíndrico y de estructura muy sencilla, que en su parte superior, antes
de llegar al capitel liso y corrido, a modo de doble collarino con espacio
intermedio, llegan las nerviaciones de las bóvedas de crucería simple de las
naves laterales.
El resto de pilares tienen una estructura parecida, los capiteles de los que se encuentran en el lado norte tienen el espacio intermedio entre los “collarinos” decorados con bolas, decoración que aparece en otras partes del templo, como en alguna de las ventanas externas y bajo algunos aleros a modo de canecillos.
Sólo las ménsulas del primer tramo y las que se encuentran bajo el coro
rompen con la austeridad que se respira y se decoran sobre todo con motivos
zoológicos
En los muros que rodean y cierran la nave central, por todo su perímetro y
bajo las ventanas, que permiten la iluminación del templo, encontramos el triforio,
con forma de galería elevada, abierta y corrida o pasadizo estrecho, muy
parecido al de la catedral de Santiago de Bilbao. Este rasgo inscribe a San Antón dentro de la
familia de templos góticos vizcaínos, de la que forman parte la propia catedral
de Santiago de Bilbao, la Basílica de Santa María de Portugalete o Basílica de
la Asunción de Santa María de Lekeitio, entre otras.
Una de las peculiaridades de la iglesia de San Antón es que carece de
ábsides en su cabecera, mostrando un testero recto, que no sobresale en planta,
tanto en su nave central como en las laterales. El testero de la nave sur forma
un chaflán destinado a adaptarse al cauce del río.
INTERIOR
El retablo mayor en la actualidad es un conjunto, sin fábrica, que consta
de doce elementos: siete pinturas realizadas tras la restauración del templo en
el año 2003 por el artista bilbaíno contemporáneo Ignacio García Ergüin, representando la
Anunciación, el Nacimiento de Jesús, su Bautismo, la Cena de Emaús, la
Ascensión, el Pentecostés y la Anunciación de la Virgen. Intercaladas entre
ellas, aparecen cinco motivos escultóricos: en la parte inferior equivalente a
la predela de los retablos, dos relieves representando el Lavatorio de los Pies
y la Última Cena; en el cuerpo intermedio, dos bultos redondos de San Pedro y
San Pablo; y en el lugar del ático un Cristo Crucificado.
Los dos bultos y los dos relieves formaban parte de un desaparecido retablo
romanista correspondiente a los últimos años del siglo XVI, ejecutado por
Esteban de Velasco según trazas de Martín Ruiz de Zubiate. Presidiendo el
retablo encontramos una imagen hispanoflamenca de Cristo Crucificado de la
primera fase del renacimiento español.
Tanto el altar como el ambón tienen una estructura similar a los de la catedral de Santiago.
Tanto el altar como el ambón tienen una estructura similar a los de la catedral de Santiago.
Inmediata al presbiterio, junto a la puerta de entrada, nave del evangelio,
se dispone una talla en madera policromada de San Antón, gótica del siglo XV.
En el primer tramo de la nave de la Epístola, en un nicho de piedra, se
encuentra un San Antonio de Padua con el Niño, obra rococó atribuida a Juan
Pascual de Mena. A continuación viene un gran arco vaciado en el muro que
cobija una copia moderna de la Virgen de Begoña, patrona de Vizcaya, imagen del
escultor Larrea. A su derecha se contempla una pintura dedicada a la Asunción
de la Virgen, obra quizá de finales del XVII.
El coro, sito a los pies del templo, en el lado oeste, fue construido en el
último cuarto del XVI con las intervenciones del maestro Domingo de
Garita y el entallador Juan de Lete. Alberga un órgano Cavaille-Coll de París,
fabricado en 1901.
Bajo el coro se sitúan dos figuras de San Cosme y San Damián, titulares de
la Cofradía de los cirujanos de Bilbao, labradas en 1664 por el escultor Antonio de
Alloitiz.
La nave del evangelio del templo lo completan tres capillas particulares,
construidas aprovechando los espacios creados entre los contrafuertes y
costeadas por tres personajes importantes de la historia vizcaína - Lezama-Leguizamón, Martínez de Recalde e
Ibaseta- abiertas por este orden en el segundo tercio del siglo XVI, en estilo
gótico-renacentista. Dos de ellas están comunicadas hoy día entre sí, y dos van
cerradas con rejas de hierro.
Destaca la capilla del Santísimo, de gran tamaño por la unión de dos
capillas distintas. Por un lado la
capilla de Santa Lucía, la más antigua (hacia 1530). A finales del siglo XVII pasó
a ser la capilla oficial del Consulado. Su acceso desde la nave se cierra mediante
una notable reja del XVII, de dos cuerpos, rematada por una crestería con el escudo de la familia Lezama-Leguizamón.
Preside, esta capilla, un retablo rococó del último tercio del XVIII y que
aloja una imagen de la Inmaculada y una talla de Santa Águeda en
el ático, resto de un retablo de Antonio Alloitiz labrado en 1664. En sus
laterales se disponen dos lienzos de los patronos de Vizcaya, San Ignacio de Loyola y
San Valentín de Berriochoa, realizados por el
pintor Manuel Losada en 1907. En uno de los muros cuelga un lienzo de mediados
del XVII que representa la circuncisión de Jesús, aunque situándola
sorprendentemente en el establo de Belén, y no en el templo, como es
tradicional.
Seguido y ocupando el espacio menor de esta estancia tenemos la capilla de
Nuestra Señora de la Piedad de Martínez de Recalde que se comunica con la
anterior. Su fundación data de 1554, aunque el retablo y la reja son
anteriores. Ésta es de estilo renacentista y se fecha en 1538. Constituye una
de las mejores muestras de la rejería renacentista de Bizkaia. El retablo que
ocupa el muro del fondo está dedicado a la Virgen de la Piedad es una destacada obra plateresca de fino plegado en el ropaje y una muy cuidada anatomía de sus figuras, es de 1540 y está atribuida a Juan de Beaugrant, quien pudo ser autor del motivo central, una expresiva imagen de la Piedad de la Virgen sosteniendo el cuerpo de Cristo muerto, pero no de los relieves de la predela y las calles laterales.
A la izquierda del retablo, una pintura con la escena de la visita de San Antonio Abad a San Pablo Ermitaño, de mediados del XVII.
ocupa el muro del fondo está dedicado a la Virgen de la Piedad es una destacada obra plateresca de fino plegado en el ropaje y una muy cuidada anatomía de sus figuras, es de 1540 y está atribuida a Juan de Beaugrant, quien pudo ser autor del motivo central, una expresiva imagen de la Piedad de la Virgen sosteniendo el cuerpo de Cristo muerto, pero no de los relieves de la predela y las calles laterales.
A la izquierda del retablo, una pintura con la escena de la visita de San Antonio Abad a San Pablo Ermitaño, de mediados del XVII.
Por último encontramos la capilla de San Roque, la más pequeña de las tres
y por el exterior contigua al pórtico. El santo titular es representado en una
talla que se exhibe en un sepulcro en arco de triunfo, también acoge las
imágenes de Santa Lucía y San Sebastián, todas ellas probablemente obras del
escultor cortesano Juan Pascual de Mena, que debió de
realizarla durante su estancia en Bilbao entre 1754 y 1756.
EXTERIOR
En el pórtico principal, situado en el lado norte, destaca la portada, realizada
en claro estilo renacentista. El pórtico fue trazado en 1544 por Juan de Garita
y finalmente resuelto entre 1546 y 1548 por el equipo de escultores que
comandaba el franco-flamenco Guiot de Beaugrant.
Se resuelve con un arco carpanel anormalmente dovelado y decorado su
intradós con figuras geométricas
(círculos y rombos), a ambos lados del arco dos parejas de columnas de
naturaleza corintia que establecen entre ellas un interespacio ocupado a modo de
hornacina por las figuras de San Pedro y San Pablo, en no muy buen estado. Todo
el pórtico aparece profusamente decorado con motivos fantásticos y mensajes
iconográficos.
Sobre el pórtico, protegiéndolo, va una tribuna o balcón miradero hacia la
plaza. Su balconada fue realizada en 1559 por el cantero Juan de Láriz, también
en estilo renacentista. Desde este privilegiado balcón asistían a los
espectáculos celebrados en la Plaza Vieja los miembros de la corporación
municipal, cuya sede estaba inmediata al templo.
El campanario, barroco del siglo XVIII, como se puede apreciar por su
abundante decoración, fue trazado por Juan de Iturburu y contratado por Manuel
de Capelastegui, quien concluyó la obra en 1775.
El campanario barroco presenta cuerpo octogonal con pináculos sobre volutas en los ángulos, y cúpula y linterna rematada en “giraldillo”, una alegoría de la Fe tallada por el cántabro Gerónimo de Argos. En el exterior de la nave de la Epístola (meridional) destacan el doble juego de arcos arbotantes que descargan las tensiones generadas por la nave central —que casi duplica la altura de las laterales— sobre dos contrafuertes elevados como pilastrones.
El campanario barroco presenta cuerpo octogonal con pináculos sobre volutas en los ángulos, y cúpula y linterna rematada en “giraldillo”, una alegoría de la Fe tallada por el cántabro Gerónimo de Argos. En el exterior de la nave de la Epístola (meridional) destacan el doble juego de arcos arbotantes que descargan las tensiones generadas por la nave central —que casi duplica la altura de las laterales— sobre dos contrafuertes elevados como pilastrones.
Las últimas incorporaciones al templo por su exterior fueron el pórtico
auxiliar, la sacristía y los despachos parroquiales, que rodean la iglesia por
su muro este. Fueron realizados en 1902, según diseño del arquitecto Enrique de
Epalza y en estilo neogótico para
conseguir una integración armónica con el bloque de edificio.